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Talento Flamenco, ilusión y energía

Flamenco

El cantaor Manuel de Cantarote, el guitarrista Manuel Herrera y la bailaora Irene Rueda cuentan su experiencia como ganadores del concurso promovido por la Fundación Cristina Heeren

La bailaora granadina Irene Rueda. / Fundación Cristina Heeren

Manuel Moreno Peña, Manuel de Cantarote (Jerez, 1996) fantaseaba en la infancia con conmover al público con su voz. "Jugaba al fútbol, sí, pero por las tardes quedaba con los amigos del Barrio Asunción y nos íbamos a un polideportivo a cantar y a bailar durante horas. Ese era nuestro entretenimiento. Desde pequeño sabía que eso era lo que me gustaba, que el flamenco iba a ser mi vida", declara un intérprete que hoy comprueba que aquel viejo sueño ha tomado la forma de la realidad. Cantarote ganó hace unos días el Concurso de Cante Naranjito de Triana 2020, una de las convocatorias del certamen Talento Flamenco, que le ha concedido un premio de 1.400 euros y le permitirá formarse en la Fundación Cristina Heeren.

"Estoy ilusionadísimo porque la fundación es una puerta al conocimiento", expresa el cantaor. "Tengo muchas ganas de empezar las clases, de compartir experiencias, de tener profesores a los que admiro como Esperanza Fernández o José de la Tomasa. Tú puedes ensayar mucho en casa pero por ti mismo no te pones la malagueña de no sé quién, accedes a eso con las clases, comprendes de dónde vienes, qué formas distintas de cantar hay", afirma.

Con su premio, Cantarote toma el testigo de otros paisanos galardonados, como Lela Soto Sordera y José Montoya Carpio El Berenjeno, que triunfaron en las ediciones anteriores. "Es muy emocionante lo de llevar un premio a tu tierra", dice un artista que da mucha importancia a las raíces: "Mi tío es Capullo de Jerez, soy familia de todos los Carrasco, mi abuelo era José de Cantarote... Entre mi gente no hay muchos profesionales, pero siempre estábamos bailando y cantando. Y es bonito abanderar todo eso", apunta el jerezano, que ya se está reuniendo "con festivales para que presente un espectáculo y con gente que quiere sacar un disco conmigo. Definitivamente es un sueño".

Manuel de Cantarote, en el concurso. / Fundación Cristina Heeren

Manuel Herrera (San José de la Rinconada, 2003), vencedor en el Concurso Talento Flamenco de Guitarra de Acompañamiento, también debe su afición a su círculo más íntimo: es hijo del tocaor Manuel Herrera. "Todo lo que sé, poco o mucho, es por él. Paco de Lucía decía que había tenido mucho ganado por haber escuchado la guitarra desde chico, y yo puedo decir lo mismo. Si no hubiese sido por mi padre seguramente no me querría dedicar a esto", opina un músico que, pese a su juventud, 17 años, ya ha sido reconocido por el Conservatorio de Córdoba (en el concurso Músico Ziryab) y por la Federación Provincial de Sevilla de Entidades Flamencas (el XX Concurso Andaluz de Jóvenes Flamencos) y que tiene muy clara la importancia de la disciplina. "Ahora toca seguir trabajando porque ningún premio significa nada sin el trabajo realizado día a día", afirmó cuando se impuso en la final de Talento Flamenco.

La alusión a Paco de Lucía no es casual:por la veneración que le profesa, cuenta Herrera, tiene su nombre tatuado en el brazo. "Y hay otros guitarristas a los que admiro mucho. Mi padre, claro; Riqueni, Vicente Amigo, Juan Carlos Romero... Riqueni estaba en el concurso, me entregó el premio, y cuando salí a actuar me puse a temblar de la impresión de tenerlo delante. Estaba flipando", recuerda emocionado.

El concurso Talento Flamenco "ha tenido mucha repercusión, y eso es lo que necesitamos los jóvenes, que se nos valore, que se hable de nosotros", dice el guitarrista, que asegura que en la final lo tuvo "difícil" porque "había un nivelazo. Vamos apretando muy fuerte, que lo sepan", presume entre risas. Sobre el futuro, Herrera considera que "la guitarra solista no vende, por desgracia, está complicado que puedas vivir de eso, y yo me voy a formar para todo: para acompañar el cante, para baile... Lo que me queda es prepararme muchísimo", concluye.

Manuel Herrera recoge su premio de manos de Rafael Riqueni. / Fundación Cristina Heeren

Irene Rueda (Granada, 1993), ganadora del Concurso de Baile Manolo Soler, no tenía precedentes artísticos en su familia, pero por alguna razón el flamenco ya corría por sus venas cuando era pequeña. "En mi casa me cuentan que yo vaciaba la ropa de los cajones y me metía dentro a taconear. No sé de dónde venía eso", declara. Formada en Danza Española por el Conservatorio Reina Sofía de Granada, Rueda, que también estuvo becada en el Centro Andaluz de Danza, siente que el flamenco es su "base" pero, señala, está "dispuesta a otras experiencias, tengo ganas de que mi baile se abra".

Rueda evoca con cariño haber participado el pasado año en Lorca y la pasión. Un mar de sueños, un montaje presentado dentro del ciclo dedicado a García Lorca en los jardines del Generalife, donde acompañaba entre otros bailaores a Marina Heredia. "Allí Eva Yerbabuena era la coreógrafa y nos llevó por territorios muy interesantes, no era algo tan ceñido al flamenco. No quiero que me encasillen, quiero probar cosas nuevas", manifiesta la granadina.

Aunque Rueda no consiguió la beca Acciona, que le podría haber permitido formarse en la Fundación Cristina Heeren y que se repartió entre otras finalistas, la francesa Celine Daussan y la sevillana Lucía Fernández, a la bailaora le espera un porvenir ilusionante. En febrero ganó también el Premio Flamenco Puro, lo que le permitirá presentar su propio espectáculo en el Festival de Jerez de 2021. "Estoy feliz", declara una artista que vive con fervor su oficio. "El flamenco no es algo que aprendas y ya está", sentencia. "El flamenco hay que vivirlo".

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