Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
“Nos han hecho mucho de sufrir, porque no es normal que se hayan separado de la noche al día sin darnos ninguna explicación”, estas duras declaraciones fueron ofrecidas por una fan adolescente que –junto a otras tantas– hacía guardia en 1996 en el Aeropuerto de Barajas. Qué tiempos. Esperaban la llegada del –entonces– quinteto británico Take That. Spoiler: nunca aparecieron ni dieron las aclaraciones pertinentes. Lo que sí dejaron fue una muestra del fenómeno fan de los 90 en su máximo esplendor. Ese que forró las carpetas con pósters de revistas como Bravo o Superpop, aupó a las boyband o girlband a la cima y escuchaba las últimas novedades musicales en walkmans. Un poquito de toda esta esencia se materializó ayer en el último concierto de la cuarta edición de Icónica Santalucía Sevilla Fest. Los artistas que tenían el difícil reto de clausurar el festival no eran otros que, efectivamente, Take That. Alerta navegante, ahora son tres: Gary Barlow, Mark Owen y Howard Donald.
Miles de personas no quisieron perderse la ocasión de ver a la banda de pop más importante de la década de los 90. Un público que vivió su tierna adolescencia con ellos y que, como los artistas, ya roza la madurez. Pero anoche la edad dio exactamente igual. Tanto los protagonistas como sus fieles lo dieron todo. Especialmente, claro, en las canciones que marcaron sus inicios. Y mostrando su fidelidad en esas que no controlaban tanto, fundamentalmente de su último álbum: This life.
Poco antes de las 22:30 horas -puntualidad inglesa, en este caso- se iluminó el escenario. “Hola Sevilla, somos Take That ¿estáis preparados?”, preguntó Mark Owen con su enternecedor acento british para empezar con Greatest Day y seguir con Giants. Lo cierto es que el trío creó desde el principio una atmósfera de añoranza y de recuerdos. Algo así como un entrañable viaje al pasado. Un periplo con el que transportaron a todos los asistentes a sus inicios, en 1993, con Everything changes.
Pero no todo iba a ser navegar por los comienzos, consiguieron mover las manos del público de izquierda a derecha con el clásico -más reciente- Shine. Rodillazo del guaperas de la banda -Owen por si había dudas- al finalizar la canción.
“Muchas gracias por estar aquí. Es un placer haber venido a un sitio como Sevilla y que haya tanta gente”, manifestó Gary Barlow para sentarse al piano e interpretar junto al saxofonista de la banda un baladazo como Million love songs. Cuántos de los presentes se la habrán dedicado a su amor platónico en secreto. Un recuerdo desde la Plaza de España para todos ellos, estén donde estén.
Y por fin llegaron sus otros dos compañeros de batallas para cantar su primer número uno: Pray. Coreografía noventera -envidia de muchos tiktokers- incluida. Un recordatorio de que el tiempo no pasa si no quieres.
Pero el tiempo sí que pasa, irremediablemente, y Howard Donald mencionó 1996 como ese año en el que se separaron, pero también sacaron How Deep Is Your Love. Lágrimas pensando en esas fans del Aeropuerto de Barajas.
Y después de la ruptura vino el reencuentro sellado con Patience. Puños en alto para celebrarlo con The flood. Y seguir este periplo por la historia del grupo con Get Ready for It y Windows.
“Hemos llegado a mi parte favorita”, recalcó Donald para montar el clásico picnic andaluz sobre el escenario: abanicos, naranjas, gafas de sol, Cruzcampo fresquita y, por supuesto banderas de Andalucía. Con todos los avíos interpretaron This life, que da nombre a su último trabajo.
Parón para cambiarse a un blanco inmaculado, con camisas transparentes de pedrería. Vuelta a la coreografía noventera con Relight my fire. Que no se pierda la esencia de boyband. Da igual la edad. Todo es posible tirando de buen rollo y un pelín de socarronería. Siguieron por These days y por Hold up a light. En esta última se dieron un baño de masas y animaron a todos a saltar con el estribillo.
Y ahora sí, encararon la recta final con dos clásicos de 1993 como fueron Back for good y Never forget. Para acabar con “Si te quedas a mi lado,/ Podemos gobernar el mundo” de Rule the world. Lo cierto es que fue cortito, teniendo en cuenta la larga espera. No obstante, cumplieron de más con las expectativas. Aunque breve, conectaron desde el minuto uno con unos presentes que desearon no esperar otros -casi- 20 años para volver a verlos. Llenaron de pasión el corazoncito de muchos y de eso va este lenguaje universal llamado música.
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