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‘Suzanne Lacy: Asociaciones inevitables’. En el CAAC hasta el 14 de marzo. Martes a sábado, de 11:00 a 21:00; domingos y festivos, de 10:00 a 15:30
En Net Construction (Construcción en red, 1973), una performance realizada en la Universidad de California, la artista Suzanne Lacy reflexionaba sobre el vínculo que nos liga a los demás conectando su cuerpo desnudo a los miembros del público, sirviéndose de cuerdas, una red y riñones de ternera. En International Dinner Party (Cena internacional, 1979), un proyecto que llevó a cabo junto a Linda Pruess y que planteaba un homenaje a la pionera del arte feminista Judy Chicago, consiguió involucrar a numerosas asociaciones en defensa de la mujer a lo largo del mundo, un empeño admirable cuando no existía aún internet y llevaron a cabo la comunicación mediante telegramas. Esos trabajos pueden verse ahora como símbolos en la trayectoria de la creadora estadounidense (Wasco, 1945), que siempre ha buscado en el diálogo con los otros, en las colaboraciones y la intervención pública maneras de crecer como artista. No en vano, la muestra que le dedica el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) hasta el 14 de marzo del año próximo toma el título de una de sus piezas, Asociaciones inevitables, idóneo para repasar la carrera de alguien que "siempre trabaja con gente, implica a otras personas", señala el director del CAAC Juan Antonio Álvarez Reyes.
Lacy, invitada en 2010 al Reina Sofía, donde presentó El esqueleto tatuado, y que esta vez, por la pandemia, no pudo desplazarse a España, aborda en esta selección que incluye obras realizadas desde los años 70 hasta la actualidad conceptos como la sororidad y la violencia de género, aunque, matiza Álvarez Reyes, "el suyo no es tanto un arte de protesta, consiste más en crear relaciones, buscar soluciones".
Uno de los asuntos que preocupa a Lacy es el trato que se da a las mujeres mayores. Asombrada por un artículo de prensa que comparaba la reforma del Hotel Biltmore de Los Ángeles con la cirugía estética a la que se enfrentaba una señora entrada en años, la artista organizó en el vestíbulo de ese establecimiento una performance –la citada anteriormente Asociaciones inevitables– en la que se prestaba a un maquillaje que envejecía sus facciones. Para The Bag Lady (La mujer sin techo, 1977), Lacy se metió en la piel de (y prestaba su voz a) una vagabunda anciana que arrastraba un carrito de supermercado lleno de basura, un objeto que se reconstruye ahora en una de las salas del CAAC. "Es uno de los debates que tenemos los responsables de museos, qué hacemos cuando dedicamos nuestra atención a alguien que hace performances. Recrear algunas piezas da una idea más completa a los espectadores de su trabajo", expone Álvarez Reyes.
Uno de los proyectos más emocionantes del conjunto también reivindica la edad como un valor y no como un lastre: en Whisper, the Waves, the Wind (Susurro, las olas, el viento, 1983-1984), que emprendió junto a Sharon Allen, congregó en la playa de La Jolla, en California, a 150 mujeres mayores de 65 años para ponerles de manifiesto la importancia que habían tenido sus vidas.
La denuncia de la violencia ejercida sobre las mujeres, otro de los pilares en la producción artística de Lacy, está tras Three Weeks in May (Tres semanas de mayo, 1977), una reveladora y dolorosa propuesta en la que la artista fue señalando en un mapa las violaciones de las que le informaban en la oficina central de la Policía de Los Ángeles. Otra sala del CAAC proyecta De tu puño y letra (2014-2015), una videoinstalación grabada en la plaza de toros de Quito y en la que Lacy procura implicar a los hombres en la lucha contra los abusos a mujeres y les hace leer cartas escritas por víctimas de agresiones. Quito no es el único enclave de Hispanoamérica en el que se detiene la muestra: en Medellín se desarrolla La piel de la memoria (1991), otra de las obras.
En ocasiones, Lacy muestra con orgullo que viene de la clase obrera: lo hace en trabajos como Dad Lessons (Las lecciones de papá, 2019, inédito hasta ahora), en el que rememora el pasado de su progenitor y reproduce su habitación de trabajo, o Alterations (Arreglos, 1994), una instalación con montañas de prendas cosidas del color de la bandera americana que recuerda a las inmigrantes que sirven de mano de obra al sector textil.
Lacy, que recientemente protagonizó una retrospectiva en el San Francisco Museum of Modern Art y que ha sido decana de la Facultad de Bellas Artes de California, apunta también en otras direcciones con su trabajo, y por ejemplo cuestiona la autoría y el fetichismo de los museos en Viajes con Mona, un recorrido por el mundo en el que la creadora reproducía la emblemática Mona Lisa. Con su compromiso, no exento de humor, y su imaginación, Lacy tiende la red en el CAAC. Ahora toca que el público se enganche.
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