Concierto para dormir a ritmo de vals

REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA | CRÍTICA

Irene Delgado Jiménez.
Irene Delgado Jiménez. / D.S.

La ficha

**Concierto de Año Nuevo. Programa: Obras de Johann Strauss II, Joseph Strauss, J. Weinlich Amman, H. C. Lumbye, F. von Suppé y F. Lehár. Soprano: Leonor Bonilla. Directora: Irene Delgado Jiménez. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes, 3 de enero. Aforo: Lleno.

Inevitable y poco original, como todos los años, el concierto de Año Nuevo de la Sinfónica volvió a repetir de forma mimética el original vienés. Con la cantidad de alegres fragmentos que hay en nuestra zarzuela, incluidos estupendos valses, seguir por la senda de los Strauss y adláteres es tirar por la vía más sencilla. Pero si, además, no hay una batuta que sepa insuflarle vida a los valses, entonces es para echar una cabezada en la butaca del Maestranza y despertarse sólo con los Truenos y relámpagos de la famosa polca rápida (aquí no tanto). La algecireña Irene Delgado se dejó tras de sí toda la gracia y la elegancia que puede albergar un vals por culpa de una dirección que, o bien estiraba en exceso el rubato amanerando las frases, o bien caía en la languidez y lentitud, exasperante en la mayoría de las ocasiones y especialmente en Voces de primavera y en el Vals del Emperador. Sólo salía de su sopor en las polcas, pero no en todas, porque la de Amman-Weinlich fue insufrible. Lo mejor de la noche vino con el Champagner Galopp ágil y chispeante de Hans Christian Lumbye, conocido en su momento como "El Strauss del Norte".

Menos mal que Leonor Bonilla puso la chispa de sus coloraturas y sus agudos para salvar la velada. Fraseó con elegancia el aria "Mein Herr Marquis" y también con sensualidad en "Spiel ich die Unschuld", recreándose en los agudos atacados en pianissimo con firmeza y perfección tonal. Fue brillante su manera de enlazar notas picadas, trinos y gorjeos en Voces de primavera, rematando con un brillantísimo sobreagudo.

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