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Stephen Frears: "Me he movido en el cine con la libertad de un niño"

Hay Fórum Sevilla

El británico comparte con los asistentes del Hay Fórum Sevilla las claves de su cine, una trayectoria en la que se ha apoyado, dice, en las buenas historias y en el talento de los actores

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El director de cine Stephen Frears, fotografiado ayer en Sevilla. / José Ángel García

El director Stephen Frears (Leicester, Reino Unido, 1941) es un maestro curtido en el arte de la reinvención, un cineasta que evita remarcar su autoría en cada trabajo, capaz de alternar las vibrantes calles de Londres en Mi hermosa lavandería y Ábrete de orejas con los jardines del castillo de Balmoral donde transcurría The Queen o el palacio en el que gobierna una tirana Kate Winslet en El Régimen, la sátira política que el británico ha estrenado ahora en HBO y la última prueba de un creador versátil que siempre reivindicó su condición de artesano.

"Es un poco como la libertad de un niño, ¿verdad?", pregunta Frears, cómplice, en un encuentro con la prensa en Sevilla, donde ha acudido como uno de los invitados del Hay Fórum. Una charla, anticipo de la conversación que mantendrá más tarde en la Fundación Cajasol con la crítica Marta Medina, en la que señaló los pilares en que ha apoyado su prolífica y reconocida trayectoria: las buenas historias y unos actores sólidos que defiendan los personajes y los diálogos.

"Puede parecer una locura hacer Las amistades peligrosas después de Mi hermosa lavandería o Ábrete de orejas", admite Frears, antes de matizar que estas películas, opuestas en apariencia, coinciden en dar una réplica al conservadurismo del Gobierno de Margaret Thatcher. "Yo siento Las amistades peligrosas como una continuación de las anteriores, porque frente a la señora Thatcher tanto las mujeres como los homosexuales se convirtieron en un símbolo de oposición, de inconformismo", sostiene.

"Las mujeres me parecen mucho más interesantes que los hombres, pero no sé la razón, sinceramente”

La carrera de Frears es ciertamente pródiga en retratos femeninos, una lista que cierra por el momento una entregada Kate Winslet en El Régimen. No es casual que siete actrices hayan logrado la nominación al Oscar a sus órdenes: Glenn Close y Michelle Pfeiffer, por Las amistades peligrosas; Anjelica Huston y Annette Bening, por Los timadores; Judi Dench, por Philomena, y Meryl Streep, por Florence Foster Jenkins aspiraron a una estatuilla que sí materializó Helen Mirren por su transformación de Isabel II en The Queen. "Siempre he estado rodeado de mujeres fuertes: mi madre, las mujeres con las que he vivido y me he casado, y ahora mi hija. Ellas me parecen más interesantes que los hombres, pero, honestamente, no sé por qué", declara.

Esa humildad con la que reconoce su ignorancia y evita pronunciarse sobre las cosas se repite a lo largo de la conversación. "No tengo ninguna opinión sobre Barbie, ni sobre los Oscar, ni sobre nada", afirma tajante y esbozando una sonrisa cuando le piden un análisis de la actualidad. Sus reflexiones están teñidas de nostalgia, como cuando argumenta que los modos de contar historias ya no son los mismos de sus comienzos, "en primer lugar porque la tecnología ha cambiado. El tipo de cine con el que yo crecí ha acabado: ahora tenemos las superproducciones de Marvel, que sinceramente no me interesan. Yo me crie con películas sobre la vida, ahí veías a protagonistas como Gary Cooper, gente que te interesaba, que te gustaba. Me parece que se cargaron el cine americano, que después quedaba el cine europeo y que igual se lo están cargando, pero qué puedo decir, esta es la opinión de un viejo", concluye entre la sorna y la amargura.

"El tipo de cine con el que yo crecí ya ha acabado, ya no interesa. Eran películas sobre la vida"

En su diálogo con los periodistas, Frears destacó la relevancia que han tenido los guionistas en su filmografía, algunos de ellos escritores del prestigio de Alan Bennett, Hanif Kureishi, Nick Hornby o Christopher Hampton. "Siempre me sorprendían porque eran capaces de escribir lo que yo tenía dentro de mi cabeza, sin que yo supiera exactamente lo que estaba dentro de mi cabeza. Entendía muchas cosas de mí mismo cuando leía los guiones que me pasaban", evoca sobre unas colaboraciones en las que "a veces hemos tenido éxito y a veces hemos fracasado, pero siempre han sido un placer".

Frears rememoró que hace cuatro décadas vino a Andalucía a rodar The Hit (La venganza), un thriller que tenía Córdoba como localización principal. "El otro día leí sobre un puente que había en la ciudad, y me dio rabia: si yo hubiese conocido ese puente habría grabado allí. Lo he descubierto cuarenta años tarde", lamenta el director, que tras ser preguntado por el personaje español que le inspiraría una película vuelve a esas sesiones de cine de la infancia. "El Cid siempre me ha fascinado. Supongo que por Charlton Heston...".

Un detalle que intriga a Frears es por qué el público español ha tenido verdaderos idilios con algunos de sus proyectos. "Recuerdo que Las amistades peligrosas fue un gran éxito aquí. Algunas de mis películas han funcionado muy bien, y eso me dejaba un tanto perplejo. Ocurrió, por ejemplo, con Café irlandés, que en España llevó a mucho público al cine. Quizás esa aceptación se deba al catolicismo de los personajes, yo no soy católico y no tengo mucha idea del asunto, pero lo cierto es que me sentía como un participante inocente en un fenómeno que no controlaba del todo".

"Algunas de mis películas funcionaron muy bien en España, algo que me dejaba un tanto perplejo”

Frears se resiste a ser considerado un autor: "Haga lo que haga Pedro Almodóvar, yo no puedo hacerlo, porque yo no escribo. Dependo de otras personas, supongo que eso me incapacita para que me cuelguen esa etiqueta", sostiene un cineasta que también habla sin ínfulas de dirigir a los actores. "Hacer cine consiste en tener conversaciones, y yo lo que hago es hablar con las actrices y dejarlas hacer. No hay más. Helen Mirren confesó en alguna ocasión que estaba aterrorizada con la idea de interpretar a la protagonista de The Queen, pero que sabía que yo la estaba dirigiendo y que eso la tranquilizaba", dice un republicano que ha plasmado varias veces la monarquía en su cine. "La Reina era una mujer extraordinaria, nos recordaba a nuestras madres, pero la institución es una gilipollez".

A pesar de ser ya octogenario, Frears no contempla la jubilación y llevará al cine junto al guionista Christopher Hampton la adaptación de la novela de Jonathan Coe El señor Wilder y yo,El señor Wilder y yo que recrea el rodaje de Fedora, con un Billy Wilder que se siente desplazado por una industria del cine que ya no lo quiere. "Fue la última película digna de la mente y el talento de Wilder. Verla es como escuchar la etapa tardía de Beethoven, está llena de los arrepentimientos de un viejo. Es una historia triste, fue un rodaje difícil el que tuvo Wilder entonces, pero a mí me inspira más el fracaso que el éxito".

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