Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Cómics
Cada vez que en una misma frase coinciden las palabras 'cómic' y 'censura', a la mayoría de los lectores de este medio (sobre todo los más talluditos) nos viene a la memoria la terrible, y temible, campaña que los desacreditó en los Estados Unidos en la década de los cuarenta, alentados por las mentes bien pensantes de los periodistas, escritores, médicos… Entre todos ellos sobresalió el nombre del doctor Fredric Wertham y su polémico libro La seducción del inocente, en el que se dedicaba a menoscabar las virtudes de la lectura de tebeos en pos de una serie de acusaciones que la relacionaban la criminalidad juvenil.
El pueblo contra los cómics. Historia de las campañas anticómic (De Norteamérica a Europa)
Ignacio Fernández Sarasola
Rústica
520 págs
B/N
39.95 euros
Aquellas viñetas eran pozos en los que las frágiles mentes de los niños y jóvenes se deformaban, introduciéndose en ellas, como si de un virus se tratase, comportamientos muy reprobables.
Y es que claro, aquellos comic-books eran un oscuro escaparate que solo ofrecía sexo, violencia, terror…
¿Pero sabíais que esta campaña no fue, ni por asomo, la primera?
El pueblo contra los cómics, estudio escrito por el abogado Ignacio Fernández Sarasola, es un extenso texto en el que el autor nos va a llevar de la mano a lo largo de la historia, en este primer caso de los Estados Unidos, en el que la desconfianza hacia el medio impreso comenzó con las dime novels, posteriormente las strips, siguieron las publicaciones pulp y culminaron en los comics books. Todo un camino en el que se utilizó a los niños como excusa para ejercer la censura, extrema en algunos casos, que haría palidecer al protagonista de la inmortal novela de Ray Bradbury y que, años después, desembocaría en aquel sello que marcó una época, el Comic Code, que garantizaba la “limpieza” del contenido de las páginas de los vilipendiados comic-books.
Pero, por desgracia, este fenómeno no fue únicamente norteamericano, y como bien nos aclara este volumen a lo largo de sus más de quinientas páginas, los niños franceses también fueron peones, a través de publicaciones autóctonas de derecha o izquierda, así como el odio que se generó hacia todo el material que provenía de los Estados Unidos y pretendía “corromperlos”…
Obviamente, ciertos pensamientos políticos, como el fascismo, utilizaron las publicaciones para mostrar la heroicidad y patriotismo de sus protagonistas, aunque hubiera que cambiarles el nombre, y el color de la camisa, como ocurrió en la Italia de Mussolini.
Curiosamente, una nación con una larga y fructífera tradición en las viñetas como es el Reino Unido también tuvo su página negra, ya que llegó un momento en el que se pensó que aquellas viñetas multicolores podían llegar a afectar gravemente a los jóvenes lectores.
Y, finalmente, nuestro país, España. En que la feroz censura de la dictadura aleccionó a las generaciones más jóvenes, dejando una herida que ha tardó mucho en sanar.
De todos estos hechos se habla con rigor en este libro que, como todos los publicados por la Asociación Tebeosfera, es una herramienta imprescindible para los estudiosos del Noveno Arte, así como una lectura amena, super documentada y con muchos ejemplos gráficos.
Tras su lectura, hay una frase que no por muchas veces repetida se hace menos actual, y es aquellas que nos alerta de que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo. Y es que en estos tiempos de corrección política, la tijera censora aguarda, lista para surgir en cualquier momento…
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