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¿Qué similitudes existen entre la actualidad y 1933?

Síndrome 1933 | Crítica

El periodista Siegmund Ginzberg, en el ensayo Síndrome 1933, nos relata –con dato y contexto- el ascenso del nazismo, y establece analogías entre aquel episodio pasado y el tiempo presente

El periodista Siegmund Ginzberg / DS

La ficha

Síndrome 1933. Siegmund Ginzberg. Traducción de Bárbara Serrano Kieckebusch. Gatopardo Ediciones. 224 páginas. 19,95 euros

«Llegados a este punto le debo al lector una explicación del porqué de este libro. De un tiempo a esta parte casi no pasa un día sin que las noticias me produzcan una desagradable sensación de déjà vu. Leo la prensa, veo los telediarios, zapeo entre tertulias, escucho lo que dice la gente en los bares o en el autobús y me da la impresión de que todo esto ya lo he leído, ya lo he visto, ya lo he oído antes. Solo que en otro momento y en otro lugar». En este párrafo se resume la idea primordial del ensayo Síndrome 1933, editado y traducido –por Bárbara Serrano Kieckebusch-, en la editorial Gatopardo.

El volumen, a modo de crónica y de análisis, nos detalla los hechos que determinaron la llegada del nazismo al poder, y nos plantea una cuestión que otros ya plantearon, pero que es oportuna y no pierde relevancia. El periodista Siegmund Ginzberg se pregunta si las décadas de los años veinte y treinta del pasado siglo guardan semejanzas con nuestro presente. Si las causas de aquellos años de atrocidades, totalitarismos, violencias, pudiesen encontrar parentesco con las causas que hoy propician esta época convulsa de populismo, acompañado de unas dosis de antiliberalismo. Esta época de odio al diferente, de discursos irascibles, de zascas en redes, de tertulias broncas en la televisión.

El periodista italiano –nacido en Estambul- acierta al no ponerse categórico ni tremendista, en este tiempo de tonos sentenciosos y de alarmismos, pero tampoco evita la comparación. Los síntomas –el síndrome- de un tiempo y de otro puede responder a un factor común. Es decir: pueden darse coincidencias entre la erosión de las democracias liberales de los años treinta y la degradación de las instituciones democráticas –no tanto del concepto de democracia- en esta segunda década del siglo XXI.

El origen, desarrollo y triunfo del NSDAP es algo que se ha contado en reiteradísimas ocasiones. Aun así, es una historia en la que siempre descubrimos una novedad, un dato que pudo ser contado, pero que no sabíamos. Un nombre que hasta ahora desconocíamos. Una curiosidad que ignorábamos. Así, este ensayo quizá no nos desvele una sorpresa, pero sí nos atrae y nos convence. Es considerable la construcción histórica que Ginzberg logra en estas páginas. Cómo nos va desgranando esos años que oscilan entre 1923 y 1933, principalmente. El periodista publica tablas con los resultados de las elecciones –de las numerosas elecciones entre 1928 y 1932-, se encarga de mostrarnos cómo el nazismo ocupa cada vez más porcentaje en el electorado alemán, nos precisa los motivos de estos hechos, que hoy son historia. El autor no se limita a exponer el dato, también nos explica ese deterioro de la convivencia y del sistema en la desastrosa República de Weimar.

Quizá no coincidamos –los lectores no coincidan- con las hipótesis que el periodista Siegmund Ginzberg nos ofrece en Síndrome 1933. Pero todas nos llevan a la reflexión"

Nos estremece -¿es esta la palabra?- cuando Siegmund Ginzberg narra el decisivo mes de enero de 1933. Los intereses políticos –cada cual, socialistas, católicos, comunistas, con el suyo-, las miserias de la condición humana, la traición, la estrategia mezquina. En fin, el camino de una democracia que ya se asomaba al precipicio, y sobre la cual había, a esas alturas del ínfimo nivel ético, poca solución. La sociedad alemana vivía en la violencia –verbal y física- y la frustración de aquel ambiente insoportable derivaría en lo que todos conocemos.

El autor de Síndrome 1933 se detiene en la figura de Franz von Papen. Uno de esos hombres que no pasarán a la popularidad de la historia, pero que son fundamentales para que otros sí lleguen a ese lugar para escogidos. Es realmente interesante ver cómo este político, católico y conservador, maquina para darle a Hitler el poder. Y más interesante aún –porque nos define el panorama- cómo Hitler se deshace, o intenta deshacerse, de él. Al igual que hiciera con otros tantos una vez quedara instaurado el régimen de Tercer Reich.

¿Y qué relación podríamos plantear entre aquel episodio de nuestra historia y este presente –la última década- que nos ha tocado vivir? Aquí es donde Ginzberg hila fino y, mientras nos va contando la Alemania de Weimar y del Partido Nazi, se detiene en una serie de fenómenos, sociales y políticos, que podrían guardar concomitancia con el Estados Unidos de Trump, el Brasil de Bolsonaro o la Argentina de Milei. La primera coincidencia sería la del odio al diferente. La de señalar a un responsable -a un chivo expiatorio- de la situación de crisis de un país. Si para Hitler ese chivo expiatorio era el judío –el pueblo judío, sin más-, para los líderes de este populismo de nuevo cuño sería la inmigración, razón de todos los males de una sociedad. A propósito de esta analogía, Ginzberg nos cuenta las técnicas de manipulación de la prensa nacionalsocialista, en concreto de la publicación Der Stürmer, un semanario que se encargó de retratar al judío como un ser repulsivo, agresivo, depravado. Responsable de la decadencia de una civilización. Esa estigmatización; es decir, asociar la conducta a la etnia, sería una similitud de nuestra política y la política de 1933.

Hay más. Ginzberg también alude a la retórica en el discurso político. Una retórica en la que prevalece la descalificación, el histrionismo, lo visceral. En esta coyuntura, es evidente, se va quebrando la convivencia –eso en primer lugar-, y esa quiebra, a su vez, propicia la desafección política. Y de ahí llegamos a una posible conclusión: para qué la democracia. El tono en el que Trump se dirige a sus adversarios quizá no difiera del tono autoritario y soberbio de los políticos antiliberales del siglo XX.

Quizá no coincidamos –los lectores no coincidan- con las hipótesis que el periodista Siegmund Ginzberg nos ofrece en Síndrome 1933. Pero todas nos llevan a la reflexión. Y a no descartar la cercanía de dos tiempos ya lejanos. Además, en este ensayo nos deleitan –si se puede decir así- con esa crónica en torno al germen del Tercer Reich.

 

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