El siglo de Raymond Carr
María Jesús González publica una rigurosa biografía del historiador británico, muy admirado en España en los 70 por aportar un aire liberal a nuestra opaca historiografía
Raymond Carr. La curiosidad del zorro. Una biografía. María Jesús González. Prólogo de Paul Preston. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2010. 679 páginas. 35 euros.
Lo primero que sorprenderá al lector de esta biografía del gran hispanista Raymond Carr es que de sus más de quinientas páginas, distribuidas en trece capítulos, tan sólo un par de ellos estén íntegramente dedicados a la vocación del historiador inglés por la historia contemporánea de España, faceta por la que llegó a ser muy admirado en nuestro país en los años 70, sobre todo a raíz de la publicación de su España. 1808-1939 (Ariel, 1970), síntesis que trajo un aire nuevo, liberal, a nuestra opaca historiografía. No es una opción caprichosa, sino el espacio justo dentro de una vida académica y personal rica e intensa que brilló en muchas facetas: la política, los viajes, la gestión académica, la crítica, con su tribuna habitual en The Spectator mantenida hasta nuestros días, y en fin, una infatigable actividad de compromiso intelectual con la realidad política y social del siglo XX.
No es poco haber para el hijo de un modesto maestro rural que siempre estudió con becas (en la escuela le llamaban the swat, el empollón), hasta ingresar en el Church College de Oxford, ¡nada menos que en 1938! En este Oxford que había trocado su tranquilidad campestre por un inusitado ambiente de ebullición prebélica el joven Carr recibió su bautismo político e intelectual, que afianzó, ya con fama de radical, en All Souls, cuna de políticos y filósofos de alto prestigio, donde conoció a Isaiah Berlin, o después de la guerra, al ingresar en el New College, otro centro de la célebre universidad en el que despuntaban los profesores de orientación marxista, entre otros, el gran historiador Christopher Hill, que junto al grupo de Cambridge (con figuras de la talla de Eric Hobsbawn, Maurice Dobb, George Rudé o Edward P. Thompson) pondrían las bases de la historia social en Gran Bretaña.
Carr mantuvo, sin embargo, cierta distancia intelectual con los presupuestos del marxismo, como también del estructuralismo, las dos corrientes más caudalosas de las ciencias sociales del momento. Una independencia de juicio que unida a la confesada reluctancia a cualquier tipo de corporativismo académico, puede explicar que su aportación a la ciencia histórica no haya contado en Gran Bretaña con el mismo reconocimiento que, sin duda, tuvo en la España de los años 80 como demuestra la anécdota, recordada en este libro, de que el rey Juan Carlos lo citó en un célebre discurso en el Parlamento británico en 1986 ante la extrañeza de los parlamentarios, que se preguntaban quién sería aquel Raymond Carr.
La vocación por el mundo hispánico nació en el historiador británico, principalmente, del descubrimiento de la América española, por mucho que Carr ya trabajase desde los años 50, siguiendo los consejos de Gerald Brenan en un libro sobre España y que sus reflexiones sobre la dimensión internacional de la Guerra Civil, impartida en los célebres seminarios del college (donde acudieron, entre otros invitados excepcionales, el general Martínez Campos, la anarquista Federica Montseny o el socialista Roberto Llopis) atrajese a jóvenes estudiantes, después reputados especialistas, como Hugh Thomas, Alistair Hennessy o Eric Christiansen. Desde su incorporación definitiva a St. Antony's (el más cosmopolita de los colegios de Oxford) la actividad investigadora centrada en estudios latinoamericanos se hizo febril, aguijoneada por la propia actualidad de la revolución cubana y los cambios que se avizoraban en toda Centroamérica. Los debates se prolongaban durante horas en las Chatham House Rules, patrocinadas por la Fundación Ford, vivamente interesada entonces en promover este tipo de estudios para contrarrestar la fuerza de la historiografía soviética.
No quisiera terminar estas líneas sin destacar el rigor intelectual y la valentía narrativa de la autora de esta biografía, la joven historiadora española María Jesús González, gran conocedora de la cultura política inglesa, a la que ha dedicado estudios centrados en el sufragismo y el liberalismo. Esta obra, construida después de muchas horas de grabación con el matrimonio Carr es, si me permiten el neologismo, la de una britanista que escribe sobre un gran historiador hispanista que desarrolló gran parte de su vida académica en el cerrado y masculino universo de Oxford. Cosas que están cambiando.
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