“Vivimos en un tiempo en el que es más necesario el pensamiento crítico”
Sheila Cremaschi. Directora del Hay Festival España
El Hay Fórum Sevilla celebra desde hoy su primera edición, en el Alcázar y el Consulado de Portugal, donde se hablará del impacto que tiene la cultura en el desarrollo de las ciudades
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Tal vez los poetas y los arquitectos se dediquen a lo mismo, a soñar ciudades y a cuestionarse sobre el futuro. El Hay Festival, una cita emblemática que en 2020 recibió el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, se traslada desde este jueves a Sevilla, donde celebra el Hay Fórum hasta el sábado, para dar voz a hombres y mujeres que siembran, que plantan en terrenos áridos o escriben libros sobre el consuelo. Dos coleccionistas de cítricos como Vicente Todolí y Lorenzo de’ Medici abren hoy en el Real Alcázar, a las 12, unas jornadas por las que pasarán, entre otros, por el Alcázar y el Consulado de Portugal, la urbanista Martha Thorne, el arquitecto Kunlé Adeyemi y el historiador Antony Beevor. Sheila Cremaschi, directora del Hay Festival España, cuenta en esta entrevista las claves de la primera edición del Hay Fórum Sevilla.
–Hace 37 años que se creó el Hay Festival, pero quizás ahora, con tanta sobreinformación y ruido, tenga más sentido apostar por la palabra y las ideas.
–Vivimos en un tiempo en el que cada vez es más necesario el pensamiento crítico, sí. Este fórum ha sido concebido para reflexionar sobre el rol de la cultura. Todos lo que nos dedicamos a esto nos preguntamos si vale la pena lo que hacemos [ríe]. Lo he dicho varias veces, porque es algo en lo que creo, pero el mayor ejemplo de cómo la cultura modifica una ciudad es la Exposición Iberoamericana de 1929, que transformó el plano de Sevilla y la percepción de sus habitantes. Inspirándonos en ella hemos hecho este encuentro.
–Vicente Todolí, uno de los comisarios artísticos más importantes del mundo, viene en su faceta de coleccionista de cítricos...
–Sevilla, a ustedes no les llama la atención pero a los que venimos de fuera sí, tiene perfumes, ruidos de agua y luz, una luz única. En los perfumes los cítricos juegan un papel fundamental, y para hablar de ellos la figura de Vicente Todolí es extraordinaria. Él estaba dirigiendo la Tate Modern, la joya de la corona de los británicos, y decide ir a otra etapa. Vuelve a sus raíces, a su tierra, Palmera, en Valencia, y monta un proyecto de conservación de cítricos importantísimo. Hace años contaba en una entrevista que se había inspirado en los Medici, porque ellos también coleccionaban cítricos, aunque en macetas porque el clima no es el de aquí y cuando hacía frío había que recoger las plantas, por eso hemos invitado al príncipe Lorenzo de’ Medici. Su presencia tiene una relevancia añadida, porque su familia, como mecenas, impulsó las obras de arte más notables del Renacimiento y cambió la percepción de Florencia en el mundo.
–Y el Hay Fórum quiere mostrar cómo esos soñadores que apuestan por levantar proyectos cambian la imagen que se tiene de un lugar.
–Ahora que se habla de la España vaciada, iniciativas como la de Todolí demuestran que se pueden hacer cosas en los territorios pequeños. Y el paisajista y periodista Umberto Pasti, que nos contará cómo ha convertido un páramo seco del Magreb en un vergel, ha hecho lo mismo. Yo creo que con lo que estamos viviendo, con el cambio climático y el deterioro del planeta, que personas con esas trayectorias dediquen sus esfuerzos a conservar especies es maravilloso. Dan mensajes importantes: que hay que volver a la naturaleza y, también, que hay que defender la belleza.
–El programa incluye una curiosa ceremonia en torno a la mermelada que elaboran en el Reino Unido con las naranjas del Alcázar.
–Esta historia me encanta contarla. En febrero de cada año el alcalde de la ciudad regala a la Casa Real británica esas naranjas. Viene el embajador, agarra la fruta y la manda a la Casa Real, donde se hace la mermelada, la que tomaba la reina Isabel II hasta que murió. Llamé al embajador del Reino Unido actual, Hugh Elliott, un hombre encantador, y le propuse que repitiéramos la entrega de las naranjas durante el Hay Fórum. Él me dijo que no era posible, que ya mandaron las naranjas en febrero. Yo, frustrada, renuncié al plan, pero a los días el embajador me llamó y me propuso: Voy a pedir a la Casa Real que me mande algunos botes y le entregamos al alcalde de Sevilla la mermelada que se hace en Inglaterra con las naranjas de la ciudad. Me pareció una idea preciosa, que cerraba un ciclo de una manera muy poética. Tenemos que apostar por la poesía en este mundo en que vivimos, ¿verdad?
–Y por la esperanza. Otra de las líneas que abordarán estos días es el papel de la arquitectura frente a un futuro sostenible.
–Eso está en varios debates. El tema se va a tratar con dos arquitectos, Antonio Ortiz y Kunlé Adeyemi, y aparece con un punto negativo en la conversación entre Antony Beevor y Miguel Poiares, que hablarán de cómo las guerras, las revoluciones, destrozan las ciudades y obligan a repensarlas, como ocurre ahora en Ucrania. Habrá un mensaje más esperanzador, porque siempre hay que acabar con un poco de esperanza, con Michael Ignatieff, otro de los invitados a este Hay Fórum.
–En homenaje a la Exposición del 29 han reunido a un plantel de autores entre Sevilla y América: Karina Sainz Borgo, Reiniel Pérez Ventura, Fernando Iwasaki y Victoria León.
–Como el tema central de este encuentro era la transformación que propicia la cultura, pusimos a poetas a leer. Nos apetecía unir la voz de poetas de distintos puntos de Iberoamérica, porque, ustedes no lo perciben, pero en Sevilla se respira el pasado que tuvo, sus lazos con América. La Historia deja su huella. Sucede lo mismo en Perú. Cuando tú vas allí, adviertes en la gente que aquello fue un virreinato, está la marca. Y Sevilla, aparte, tiene una relación única con la poesía, y con los pintores. Es el mejor lugar para debatir.
–En alguna entrevista ha asegurado que el Hay Festival de Segovia era “una fiesta” en la que no tenía cabida el tono “académico”. ¿Aquí será igual?
–Absolutamente. Es una fiesta, y además abierta al público. Y aquí nos hacemos preguntas, pero no se llega a ninguna conclusión. Simplemente se abre un debate. Hemos querido que los actos tengan entrada libre hasta completar el aforo para implicar a la ciudad. Eso ha sido posible por el patrocinio y apoyo del Ayuntamiento de Sevilla y la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte.
–Lleva 20 años implicada con el Hay Festival. ¿Qué ha aprendido en estas dos décadas?
–Lo primero, que la gestión cultural es una profesión de alto riesgo [ríe]. Tienes que imaginar un programa, y yo siempre digo que ahí trabajas con la materia de los sueños, como los poetas, pero después hay que conseguir el dinero para hacerlo, y eso es complicadísimo, eso sí que es alto riesgo, porque tienes que lidiar con políticos, con empresas... Tienes que saber tratar los diferentes egos, y más tarde te topas con una dificultad añadida: casi que tienes que ir predicando para que venga el público... Ya ve [dice riéndose de nuevo], es una tarea agotadora.
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