Sevilla o el hechizo de una ciudad que no precisa la palabra
Libros
Pintores e ilustradores como Cristina Lama, David López Panea y Alfredo González plasman el alma de la urbe en una colección de libros de artista
El artista argentino Pablo Racioppi viajó en el AVE hasta Sevilla con la esperanza de que la mujer que tenía dormida frente a él se despertara y le ofreciera algo de conversación durante el trayecto. No pudo ser: aquella desconocida se perdió en la multitud una vez que el tren llegó, y Racioppi, con su soledad a cuestas, se encontró con "una ciudad como nunca había visto", en la que el amarillo del atardecer se le antojó una consecuencia de todo el oro que había venido de América durante siglos y monumentos como el Alcázar desplegaban ante él una geometría imposible cercana al infinito.
El trazo elegante que ofrece el ilustrador es una de las siete miradas con que arranca una colección de libros de artistas que el Grupo Pandora y el editor Pedro Tabernero dedican a Sevilla, una serie en la que no faltan dibujantes habituales del sello –Jacobo Pérez-Enciso, Roberto Sánchez Terreros o Alfredo González– y que recluta también a pintores destacados de la ciudad como David López Panea o Cristina Lama, autores que sin renunciar a la poderosa personalidad de sus obras celebran una ciudad luminosa y esquiva que alterna entre la leyenda y el misterio. "Si algo tiene de sobra Sevilla", apunta el editor Pedro Tabernero, "son requiebros, cantares, versos, prosas poéticas, hermosas palabras que les han dedicado a lo largo de su historia viajeros románticos y poetas. Por contra, en estos libros sin palabras, pretendemos que sean las imágenes las que hablen de esta milenaria ciudad a la que Cervantes llamó Roma triunfante en ánimo y nobleza".
López Panea ejerce en su propio libro de cicerone, y como Wally asoma por las páginas con una camiseta de rayas rojas para plasmar lugares emblemáticos y escenas cotidianas, y entonar también un tímido réquiem por una Sevilla que ha desaparecido, la Alameda de Hércules del bar La Tortilla y del establecimiento Chispitas. El trabajo de Cristina Lama destila también una emoción genuina: la pintora reproduce estampas típicas –el romero de la suerte, el serranito, el coche de caballos– pero las sublima con su talento y sensibilidad.
El asturiano Alfredo González, merecedor del Premio Nacional de Ilustración en 2017, arranca también su homenaje a Sevilla con otro viaje en AVE: sus lápices y su característica tendencia al color revisitan una urbe que va de la Real Maestranza al Palacio de Congresos, de la Semana Santa al recuerdo de la Expo 92. "Y cómo terminamos esto, querida Sevilla?", se pregunta el dibujante, consciente de estar ante un escenario inabarcable ante el que "no hay fin", concluye.
De José Antonio Loriga, otro de los autores seleccionados, se dice que guarda los dibujos sin fecha. "Para él todo arte es actual, presente y contemporáneo", y en consecuencia su Sevilla es atemporal y eterna. La expresiva tendencia a desfigurar las formas de Sánchez Terreros o la sobriedad no exenta de colorido de Pérez-Enciso son otras Sevillas que esperan a quien se adentre en este mosaico de una ciudad múltiple que, esta vez, no necesita palabras para su hechizo.
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