Sevilla le abre la puerta grande a Niña Pastori
La cantante gaditana inauguró las Noches de la Maestranza con un concierto en el que repasó 30 años de éxitos
Un dúo junto a Estrella Morente fue una de las sorpresas de la noche
David Summers, cantante de Hombres G: “Hasta que no llevas 40 años en esto no te empiezan a respetar de verdad”
Tres décadas de carrera musical pueden albergar ascensos y caídas, pero existe una categoría de artistas superdotados que esquivan las jugarretas del tiempo y presentan una trayectoria de la que están excluidos los tropiezos. Es el caso de Niña Pastori. La artista cañailla tiene la capacidad de adaptarse a cada uno de los cambios que la industria musical ha experimentado en los últimos lustros manteniéndose fiel a sí misma, dueña de un estilo reconocible de pop con raíz flamenca al que ha ido injertando fórmulas de géneros colindantes como la rumba, la salsa, el rock o la balada, refrescando su sonido en cada producción sin entregarse a modas de último minuto. Si su popularidad comenzó a gestarse en cintas de cassette que pasaban de mano en mano, hoy puede presumir de que sus temas más recientes son omnipresentes en las stories en TikTok e Instagram.
Con ese bagaje, el de un éxito mantenido en el tiempo, vestida de un conveniente rosa capote, llegaba anoche a inaugurar las Noches en la Maestranza, el festival que en el crepúsculo veraniego trae a Sevilla nombres estelares de la música en español. Esta noche el directo de la mítica banda madrileña Hombres G ocupará el albero maestrante, en una oportunidad para disfrutar de la incombustible energía de la banda que lideró el pop en castellano durante los años 80.
Pero no adelantemos acontecimientos. Porque Niña Pastori llegó al coso taurino cargada con el petate repleto de canciones, principalmente las de su último trabajo discográfico, Camino. No obstante ni pudo ni quiso escamotear al público que llenó la Maestranza -la otra mitad del graderío ocupada por velas- los himnos procedentes de su obra anterior. Un directo convenientemente orquestado en torno a la voz de María, quien conserva esa frescura juvenil, ese arrojo tan flamenco, con el que se expone siempre al filo de la emoción.
Así, la artista gaditana supo dosificar las energías con una presencia escénica basada en la naturalidad y la absoluta comunión con el público, al que piropeó continuamente: “esta Sevilla mía que tanto paladar para el arte tiene”. Arrancó por alegrías, para pasar de inmediato a desgranar los temas más potentes de su último trabajo, en el que predominan los arreglos de acento afrocubano. Regoleta y Bon día fueron en esa dirección, exhibiendo músculo rítmico, con Chaboli empujando desde las tumbadoras, para recalar luego en la flamencura que define su primera etapa, de la que extrajo en un momento de especial belleza De boca en Boca y Luna de San Juan.
Hubo tiempo para el baile de El Polito, tras lo que Cuando te beso supuso una dosis cimera de energía. Y entonces, el sorpresón de la noche: la aparición sobre el escenario de Estrella Morente, con la que interpretó Quiero que me beses.
Sin embargo, fue Caí cantada a piano lo más emotivo de la velada, donde desplegó una calidad vocal que lo hacía parecer fácil. La enlazó con su versión de Cuando nadie me ve de Alejandro Sanz. Que no decaiga la cosa. Un precedente por esas bulerías en clave de canción con la pataíta de Claudia Cruz desembocó en la recta final. Aire de Molino se coreó con más fuerza que el resto y Quién te va querer puso a la gente en pie, y no se volvió a sentar: Enamorada y Para qué son ya incunables de la rumba gitana. Con todo ello Niña Pastori le abrió, una vez más, la puerta grande al corazón de Sevilla.
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