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Sergio de Lope I Músico
Sevilla/Durante la charla con este diario, días antes del estreno de Ser de luz este sábado el Teatro Lope de Vega (12 horas) con la bailaora Ana Morales como invitada, el flautista y saxofonista Sergio de Lope alude frecuentemente al público como elemento imprescindible en su proceso de creación artística y composición musical. Tanto que parece no encontrarle sentido a lo que hace sino “lo vivo, lo experimento, lo comparto y lo disfruto con los demás”.
Es decir, el artista prieguense, considerado uno de los más interesantes y originales de la escena flamenca actual, entiende la música como “algo colectivo, que nos conecta, nos cambia el ánimo y mueve las conciencias”. Por eso, con este disco decidió seguir el proceso inverso al habitual, rodándolo antes por los escenarios de los festivales flamencos más prestigiosos del mundo (Bienal de Holanda, Flamenco Festival de New York y Londres, Festival de Alburquerque (EEUU), Festival Ibérica Contemporánea de Querétaro (México) o el Flamenco On Fire de Pamplona, entre otros) hasta materializarlo físicamente en el álbum que saldrá a la venta en mayo. “Primero porque queríamos sentir la reacción de la gente e ir testando cada arreglo o modificación, y luego porque necesitábamos que fuera algo vivo”, reconoce.
Como adelanto de esta propuesta, se acaba de presentar De Chiquita, unas bulerías que aparecen como “una declaración de intenciones de lo que somos y que representa a la perfección nuestra evolución musical como banda porque es un tema que hemos ido desarrollando en todos los conciertos desde el primer trabajo”, explica.
En este tiempo, Sergio de Lope confiesa haber dejado atrás la concepción “más conservadora” de su primer trabajo A night in Utrera, “que me tomé como mi puesta de largo para mostrar y demostrar lo que hacía”, y explorar junto a su banda -formada por el cantaor Matías López, 'El Mati', ganador de la Lámpara Minera 2019; el guitarrista almeriense David Caro; el bajista y guitarrista eléctrico y productor artístico, Juanfe Pérez, y el percusionista cartagenero Javier Rabadán- un camino en el que conviven códigos, géneros e influencias diversas como el jazz, el rock progresivo, la música brasileña o el flamenco. “Estoy muy feliz porque juntos hemos ido construyendo un lenguaje en el que todos tenemos algo que decir y nos sentimos plenamente libres”, relata.
En concreto en este single, como en la memoria sentimental de todos ellos, ruge la voz de off de Enrique Morente en la conocida afirmación que pronuncia en una de sus últimas entrevistas donde declara aquello de me dedico a esto del cante, pero realmente soy roquero. “Lo que me parte de esa frase que es empieza diciendo soy yo, me llamo Enrique Morente... Ese soy yo me mata porque es categórico, de una total sabiduría y consciencia sobre uno mismo”, apunta el cordobés, quien sitúa al cantaor granadino y a Paco de Lucía como sus grandes referentes no sólo en lo musical sino también “en lo filosófico y en lo espiritual incluso”. Ser de luz, de hecho, tiene mucho que ver con ese proceso de madurez y de búsqueda artística y personal, hasta el punto de que asegura que es la primera vez que ha logrado crear con conciencia de lo que quiere proyectar.
De esta forma, propone composiciones como Madre tierra, “unas nanas cuyo compás lo marca el sonido del corazón de mi hijo que grabé en el momento del parto”; Alpha, una seguiriyas que se plantean como el inicio del Omega y que cantó Morente con la guitarra de Riqueni y letras de Isidro Muñoz en el Festival de Jazz de Vitoria; el Despertar, de influencias brasileñas; los Tangos del buenro, los fandangos Candela; Dieron que hablar, inspirados en los tanguillos de Cádiz, una reinterpretación del Canastera o Ser de luz, un garrotín y guajiras “que tocamos con otro compás”.
En definitiva, un recorrido personal donde estos músicos plasman sus diversas inquietudes musicales. Una tendencia, por cierto, cada vez más habitual en artistas de su generación “porque -reflexiona- Paco, Chano Domínguez, Jorge Pardo, Benavent, dieron un paso adelante y establecieron las bases del flamenco jazz”, “lo de Ketama, Pata Negra fue otra movida más pop” pero ahora “está pasando algo distinto, que parte de otro punto, no es fusión, es otra cosa”.
Esto, por ejemplo, se evidencia, en lo instrumental que, pese a seguir resultando algo ajeno para los más ortodoxos cada vez tiene más reconocimiento en festivales como el de La Unión, que incorporó el Filón Minero con el que se hizo el propio De Lope en 2017, o la Bienal de Sevilla, que en la pasada edición reconoció a Diego Villegas en esta categoría. Además, como apunta el artista, “ya no venimos de otras músicas y nos incorporamos al flamenco, sino que, como en mi caso, toco la flauta y el saxo para hacer flamenco”.
En cualquier caso, por encima de las etiquetas, Ser de luz llega como una propuesta abierta y luminosa que “busca el trance a través de la música, para que la gente se emocione y conecte con lo que le rodea, algo que desde luego no hemos podido vivir con los streaming porque falta lo más importante: lo humano”.
El concierto del Teatro Lope de Vega será, por tanto, “un encuentro mágico donde llenarnos de energía” y en el que habrá sorpresas como la pieza que ha preparado con Ana Morales “bailaora a la que admiro muchísimo y con la que tenía muchas ganas de trabajar”- y que, como ha adelantado a este diario, “tiene mucho que ver con el día en que pisamos las tablas, sábado de Pasión”.
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