Una sencillez llena de intención
Artistas ingenuos y artistas sentimentales: ésta fue la distinción que trazó en un célebre ensayo el poeta y filósofo alemán, romántico, Friedrich Schiller. Hay artistas, decía, que parecen unidos directamente a las cosas y así las llevan al lienzo o al papel. A este artista ingenuo (naïf) se opone el sentimental que, descontento de la época en que vive, construye obras apasionadas que apuntan a otro mundo, aquél que debería ser y no es. Si Rafael es un artista naïf, Caravaggio sería sentimental. La diferencia puede llevarse hasta el arte moderno y oponer la directa sencillez de Picasso (por dramático que sea a veces) al patetismo de Mark Rothko.
Pero en la época moderna todo se complica porque hay artistas cuya aparente sencillez está cruzada por un fuerte sentido de añoranza: son naïves pero su sencillez es un alegato contra una modernidad que peca de artificiosa y aun de pedante. Así ocurre con Utrillo o el aduanero Rousseau.
Algo parecido ocurre con Cristina Lama (Sevilla, 1977): recurre a la sencillez e incluso la simplicidad de formas, llevándolas al extremo, para plantear, mediante un cierto arcaísmo, cercano al art brut, una pintura densa, donde la materia da especial prestancia al color y el gesto posee indudable fuerza expresiva.
Entre las obras colgadas hay una singularmente atractiva, cuyo título, Leonera, es también el de la muestra. No hace falta recurrir a los objetos (bolsa de basura, desvencijado soporte de una cama) para captar (o sentir) el desorden: lo sugieren los mismos campos de color que parecen sedimentos de tintas imprecisas. Esta calidad de la pintura enriquece el alcance metafórico del título del cuadro: ¿es una habitación en desorden, una suerte de trastero, o más bien un panorama de la memoria, de esa memoria que nos hace sentir fragmentados porque ciertos recuerdos nunca desaparecen?
Ésta es la calidad poética de Cristina Lama, aliada a veces con esa suave ironía que aspira a ser sentida antes que verbalizada: así se advierte en Trofeos (guardados celosamente en el dormitorio) o en Firmamento, imagen sublime degradada a atracción turística. A veces el humor se subraya con la misma materia pictórica: el pigmento aplicado con generosidad y vigor presta especial solidez a gestos tan triviales como el del ganador (Triunfo) de una de las incontables competiciones deportivas. La muestra pide mirada reposada y sensibilidad ante eso que llaman pintura, cuya fuerza radica en el gesto y el color, las texturas y el ritmo.
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