Contra los sectarismos

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'Las serpientes ciegas'.
'Las serpientes ciegas'.
Javier Fernández

13 de febrero 2019 - 06:00

La ficha

'Las serpientes ciegas'. Felipe Hernández Cava, Bartolomé Seguí. Norma Editorial. 80 páginas. 19,50 euros.

Felipe Hernández Cava lleva cinco décadas escribiendo algunos de los mejores tebeos de la historia de este país, comenzando con las virguerías que firmó con el seudónimo colectivo El Cubri (El que parte y reparte se queda con la mejor parte, Sombras o Luis Candelas son tres buenos ejemplos), siguiendo con la hermosa trilogía de Lope de Aguirre, la tetralogía Las memorias de Amorós, a la que cabe sumar esa especie de epílogo que es El artefacto perverso, con un gran Federico del Barrio, y un sinfín de obras con algunos de los mejores dibujantes nacionales, de las que destaca especialmente las dos que dibujó Raúl: Berlín 1931 y Ventanas a Occidente.

En los últimos años, Cava ha encontrado en Bartolomé Seguí el dibujante ideal para sus narraciones, y el dúo ha encadenado cuatro álbumes exquisitos: Las serpientes ciegas, el díptico Hágase el caos y Las oscuras manos del olvido, todos ellas publicados en España por Norma Editorial. Con su mezcla de historia, política y thriller, los cuatro tebeos citados muestran todas las fortalezas del estilo de Cava, reforzado aún más por la narrativa firme y ordenada de Seguí. El dibujante de Luigi es Luis o Lola y Ernesto siempre ha sido un historietista de primera, pero ha refinado su estilo, madurando como los buenos vinos, hasta topar con una línea más gruesa y un coloreado que embellece de lo lindo sus páginas.

De los títulos del tándem creativo, Las serpientes ciegas tiene en su haber el haberse alzado con todo merecimiento con el Premio Nacional de Cómic en 2009, y cuando se cumplen los diez años del galardón, Norma lo devuelve a librerías en una edición ligeramente más pequeña que la de BD Banda (que traducía el original de Dargaud), pero aún de gran formato, con una nueva portada, nueva rotulación, los colores mejorados y un estupendo epílogo de Pepo Pérez. Ambientada en Nueva York, y con visitas recurrentes a la Guerra Civil española, este alegato contra los sectarismos, en clave de género negro, es un cómic portentoso de dos autores en estado de gracia. Imprescindible.

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