Blondi | Estreno en Movistar+
El encanto de la intrascendencia
La de ayer, mañana de Domingo de Resurección y preámbulo de una intensa temporada taurina, fue también la jornada de las despedidas, al menos, las de Alfredo Sánchez Monteseirín y Rosamar Prieto como miembros de la Corporación municipal en el acto del pregón maestrante. Quiso hacer mención a este hecho la delegada de Fiestas Mayores pero no con el pretexto de discurrir por los logros de su etapa sino con la intención "de reflexionar en voz alta sobre el papel que la Real Maestranza de Caballería tiene en el peso cultural de la ciudad", y, en especial, en el "legado del teniente de hermano mayor, Alfonso Guajardo-Fajardo", con quien en tantas ocasiones ha colaborado. Gracias a su labor, dijo Prieto, se han promovido premios literarios de "alto nivel", la apuesta por autores de carteles de "enorme proyección y prestigio" y se ha invitado a pronunciar el pregón taurino a pensadores y artistas que han contribuido a explicar que "el toro y la cultura son una misma cosa".
No en vano, en este acto organizado por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla se dieron cita personalidades de todos los ámbitos, además de las autoridades correspondientes: el pintor José María Sicilia, autor del cartel taurino de este año, Manuel Salinas, que pintó el de 2009; el doctor Ramón Vila, histórico médico de la plaza de la Maestranza, José Luis García Palacios, presidente de la Caja Rural del Sur; el pensador francés Francis Wolff, pregonero del año pasado; y el cineasta Agustín Díaz-Yanes, quien en su intervención bromeó sobre la antipatía que en los últimos tiempos despiertan "los directores de cine españoles". Aunque, dijo, "no estaba en calidad de director sino como admirador" de la figura de Rafael Moneo, un hombre sencillo y genial, capaz de abrumarse por las cálidas palabras que precedieron un pregón taurino de perfecta armonía arquitectónica.
También te puede interesar
Blondi | Estreno en Movistar+
El encanto de la intrascendencia
Luis Orden & María Esther Guzmán | Crítica
Un dúo en óptima madurez
Lo último