Ricas perlas para un hermoso collar

Deep river | Crítica de danza

Los solos y los dúos jalonan la pieza de Alonzo King.
Los solos y los dúos jalonan la pieza de Alonzo King. / JRJ Muna

La ficha

**** ‘Deep river’. Alonzo King Lines Ballet. Dirección artística y coreografía: Alonzo King. Música: Jason Moran, Lisa Fischer, Pharoah Sanders, Maurice Ravel, James Weldon Johnson y la voz de Lisa Fischer. Bailarines y bailarinas: Adji Cissoko, Maël Amatoul, Mikal Gilbert, Theo Duff-Grant, Shuaib Elhassan, Joshua Francique, Ilaria Guerra, Amanda Smith, Babatunje Johnson, Marusya Madubuko, Tatum Quiñónez. Iluminación: Jim French. Director adjunto y vestuario: Robert Rosenwasser. Vídeo: RJ Muna. Director de escena: Byron Roman. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Domingo, 23 de enero. Aforo: Casi lleno.

Es la primera vez que vemos por estas tierras una obra de Alonzo King (Georgia, 1952) y del Lines, el Ballet que él mismo fundó en San Francisco en 1982 “para llegar al corazón del público a través de la danza”.

Deep River, el espectáculo que se ha presentado, en una única función, en el Teatro de la Maestranza, es un denso tejido hecho de células de danza -solos y dúos en su mayor parte- compuestas por los bailarines en diferentes lugares de Estados Unidos durante la pandemia. Esto hace que sea una pieza muy fragmentada, con numerosas cápsulas de danza que, a modo de perlas, contribuyen a crear un hermoso collar.

A su unidad, junto a la iluminación y a un vestuario unitario y esencial que deja los cuerpos al descubierto, contribuye un trabajo común y un virtuosismo extraordinario por parte de los bailarines, que aúnan en sus cuerpos las danzas clásica (con un fantástico uso de las puntas), neoclásica, moderna, e incluso algunos guiños al folklore y a las danzas urbanas.

Cada célula tiene su propia temperatura. Es dulce, o fluida, o dinámica... Algunos bailarines poseen una fuerza casi animal. Entre una y otra, el grupo, una comunidad de once bailarines (seis hombres y cinco mujeres) realmente extraordinarios que, con la inagotable inventiva de King, une, compone figuras, entra y sale con mensajes llenos de humanidad.

Once bailarines de extraordinario virtuosismo conforman el Lines Ballet.
Once bailarines de extraordinario virtuosismo conforman el Lines Ballet. / Jamie Lyons

La temperatura de cada pieza, sin embargo, está dictada por la música: fragmentos, entre otros, de Jason Moran, de Pharoah Sanders (uno de los inventores del etno-jazz), cantos procedentes de las tradiciones africanas y judías, un kaddish escrito por Ravel y, como hilo conductor, si lo hay, los góspeles de la icónica Lisa Fisher cuyo disco Deep River da nombre al espectáculo.

La temperatura de cada pieza, sin embargo, está dictada por la música: fragmentos, entre otros, de Jason Moran, de Pharoah Sanders (uno de los inventores del etno-jazz), cantos procedentes de las tradiciones africanas y judías, un kaddish escrito por Ravel y, como hilo conductor, si lo hay, los góspeles de la icónica Lisa Fisher cuyo disco Deep River da nombre al espectáculo.

Un dúo extraordinario, tierno y sensual como la voz de Fisher, cierra la pieza dejando para el recuerdo una jubilosa velada de danza.  

 

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