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Una revolución pendiente

Arte

'Liberté Raissoné', una reinterpretación del famoso lienzo de Delacroix.
Susana Serrano

29 de marzo 2010 - 05:00

Cristina Lucas. Espacio Iniciarte. Santa Lucía, 10. Desde el 9 de febrero hasta el 4 de abril.

Con motivo del premio otorgado por Iniciarte en el 2007 a la artista andaluza Cristina Lucas, la Iglesia de Santa Lucía acoge estos días Letargo Revolucionario, una exposición constituida por tres videoinstalaciones en las que la artista mira hacia la historia del arte para ofrecernos su visión renovadora de la mujer bajo nuevos modos de representación.

La obra de Cristina Lucas, desde sus comienzos, se ha caracterizado por su marcada actitud crítica y su posicionamiento feminista. Sin embargo, en estas relecturas nos encontramos con un trabajo quizá menos revolucionario que en otras ocasiones como podrían ser Tú también puedes caminar, Los cuervos y las zorras o Rousseau y Sophie.

Aun así, continúa con una práctica que cuestiona las imposiciones del patriarcado. Como resultado son interesantes sus deconstrucciones de los modelos de representación estratificados en nuestra cultura visual y que permanecen hoy a través de una idolatría del patrimonio con sus ecos y herencias. Su audacia está en atreverse a intervenir de manera directa, a su modo performático, en iconos de tanto peso y trascendencia cultural.

Pues no cabe duda que la destrucción del Moisés de Miguel Ángel, aunque sea un simulacro, no deja de ser un atentado contra los principios establecidos por la religión judeocristiana o incluso por la tradición laica que se siente identificada con los ideales del clasicismo renacentista. Es por tanto de gran valor el esfuerzo por conseguir llevar a cabo este tipo de proyectos que colaboran por la construcción de una sociedad en la que se pueden decir o representar este tipo de ideas controvertidas de una manera abierta a través de la fuerza de lo visual.

Los vídeos proyectados sobre grandes lienzos, en un espacio tan misterioso, acaparan inmediatamente nuestra atención. La puesta en escena es especialmente cuidada y conseguida, sobre todo en Liberté Raissoné; obra que da vida al famoso lienzo de Delacroix La libertad guiando al pueblo en el que se nos cuenta este momento crucial de los inicios de la historia contemporánea de un modo más humano, dilatando la épica congelada en el lienzo. Para ello, entra en juego el elemento de la ficción con el que se nos propone un desenlace quizá más comprometido con la realidad de entonces y de ahora con respecto al propio hecho revolucionario; el cual no sólo deja a un lado a la mujer una vez obtenida la victoria, si no que además no es capaz de respetar esa libertad que en un principio lo guía.

La referencia a las vagina painting de Shigeko Kubota de 1965 alude a un tercer momento histórico artístico, esta vez fusionado con una clara referencia a la obra El origen del mundo de Coubert. Mezcla un poco forzada pero que en definitiva completa y da unidad a la muestra. Big Bang tanto por la proximidad en el tiempo como por la manera en que se desarrolla el vídeo, deja abierta muchas vías para ser contemplada y asimilada. Ahí reside su poder evocativo, que a veces transmite la imagen de una diosa ancestral y creadora para otras presentarse casi como un ser monstruoso expuesto a la mirada morbosa del voyeur.

Las alegorías, los objetos representados, las artistas ocultadas a lo largo de la historia toman vida y despiertan de su letargo para habitar de manera activa en nuestro imaginario cultural. Tengamos en cuenta que para que se dé la comunicación debe haber más que una persona, que para que el encuentro artístico suceda debe estar presente el espectador que complete la obra. Así pues este puede ser uno de esos momentos en los que, entre todos, podemos reescribir la historia y reconfigurar sus imágenes.

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