Revistas históricas sevillanas recuperadas

La profesora Marta Palenque acaba de publicar su investigación sobre la colección hemerográfica del Duque de T’Serclaes, un auténtico tesoro de la prensa local del siglo XVIII al XX conservada en la Universidad de Connecticut

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El Duque de T'Serclaes.

En contra de lo que pudiera parecer o de lo que ha trascendido a la historia oficial, la Sevilla del periodo del último cuarto del siglo XIX hasta la Guerra Civil fue un intenso y brillante centro de inquietud cultural sólo comparable a aquella “gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y riqueza” que Cervantes alabó a finales del siglo XVI. Aunque apenas existieran bibliotecas públicas, sí que existían numerosas bibliotecas privadas abiertas a los inquietos investigadores, centros de tertulias de elevado nivel cultural y científico e iniciativas divulgadoras como las de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces o la revista Archivo Hispalense. Es la Sevilla de los Guichot, Rodríguez Marín, Hazañas, Gestoso, Montoto y Rautenstrauch, Chaves Rey, Gómez Imaz, los Machado (Núñez y Álvarez), etc.

Muestra de aquel renacer cultural hispalense son las figuras de los hermanos gemelos Juan y Manuel Pérez de Guzmán y Boza. El primero, Duque de T’Serclaes. El segundo, Marqués de Jerez de los Caballeros. Uno con casa palacio en la Plaza del Museo, el otro en la Plaza del Duque. Ambos compartieron la pasión por la bibliofilia, el incontrolable afán por adquirir y ordenar libros, revistas, periódicos y manuscritos, así como por las tertulias literarias en sus respectivas mansiones. El marqués se especializó en la poesía española, con una colección inigualable de primeras ediciones y manuscritos del Siglo de Oro alabada por eruditos de la talla de Menéndez Pelayo o de Rodríguez Marín. A la altura de 1901 reconocía en una carta a Archer M. Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, que ninguno de sus hijos mostraba afición alguna por los libros antiguos, por lo que aceptaba la oferta recibida para venderle a la institución neoyorquina toda su colección. Si la venta fue lamentada por los investigadores españoles (“Mayor desastre y más irremediable sería éste que los de Cavite y Santiago de Cuba”, advertía Menéndez Pelayo), al menos la colección se mantuvo en su integridad en un centro de libre acceso para futuros investigadores.

No fue el caso de la colección de su gemelo Juan, el duque. Apasionado por la prensa, desde los pliegos de cordel del XVII con relaciones de sucesos y casos de extraña variedad hasta los diarios, pasando por las revistas de todo tipo, a su muerte en Madrid (a donde le había llevado su carrera política) en 1934 su impresionante biblioteca fue troceada en lotes entre sus herederos, con destinos inciertos en muchas ocasiones. Pasto del desinterés de los descendientes, salvo por el valor monetario de los volúmenes, y del agio de anticuarios y libreros, el conjunto fue siendo vendido en múltiples almonedas, fragmentado, disperso, cuando no destruido o pasto de las llamas.

Un ejemplar de 'La Platea'.

Marta Palenque, Catedrática de Literatura Española de la Universidad de Sevilla, lleva décadas investigando sobre las revistas sevillanas del siglo XIX como foco de creación y transmisión literaria. Entre sus muchas publicaciones en este terreno cabe resaltar su reciente recuperación de una serie de crónicas musicales atribuidas con un alto grado de certeza (avalado posteriormente por los especialistas) a un joven Gustavo Adolfo Bécquer en sus meses inmediatamente anteriores a su marcha hacia Madrid. Dichas crónicas becquerianas fueron localizadas en La Aurora, una revista sevillana de los años 1853-1854 que se daba por desaparecida (apenas se conocían un par de números) pero que Palenque localizó en un inesperado fondo hemerográfico en Estados Unidos, en la Universidad de Connecticut. No está aún claro, porque ha desaparecido para siempre la documentación, cuándo y cómo acabó allí la colección de revistas del Duque de T’Serclaes, aunque sí es seguro que fue objeto de compra a un anticuario allá por los años setenta del siglo XX. Pasados los años, la universidad americana catalogó y dio a conocer on line dicha colección (junto con todo su fondo de prensa hispanoamericana) y allí que acudió la profesora Palenque en busca de ejemplares y cabeceras sevillanas desaparecidas o truncadas en colecciones españolas, fruto de lo cual es su reciente libro, publicado por la Universidad de Sevilla, La hemeroteca de Juan Pérez de Guzmán y Boza, Duque de T’Serclaes. Catálogo y noticias de cabeceras inéditas sevillanas (1753-1932).

El duque manifestó en varias ocasiones el valor que prestaba a la prensa, hasta entonces minusvalorada por los coleccionistas, como indicadora de la historia cotidiana de una ciudad, como testigo del pulso cotidiano que luego desaparece en los documentos que manejan los historiadores. Y así lo reconocemos cuantos nos hemos adentrado alguna vez en la investigación sobre la Sevilla de los últimos dos siglos y que tenemos en la prensa a nuestro más fiel aliado. Palenque, además de un amplio y minucioso estudio inicial sobre la colección T’Serclaes y sobre la prensa sevillana del XIX, cataloga todas las cabeceras sevillanas de la colección de Connecticut, en algunos casos ejemplares únicos que van desde el Diario de los Sabios de París de 1753 hasta publicaciones de principios de los años treinta del siglo XX. Hay sorpresas como las cabeceras hasta ahora inéditas de El Faro del Betis, La Cartera, El Farol o La Violeta, además de números hasta ahora dados por perdidos de diversas revistas literarias que recogen en sus cuadernillos la vida artística de una ciudad más viva de lo que se creía.

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