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'Retroalimentación', la historia del niño que recortaba fotografías y que acabó siendo Luis Gordillo

Comisariada nuevamente por el crítico Sema D'Acosta, Luis Gordillo (1934) regresa a Sevilla con una inmersión retrospectiva de la relación que ha mantenido con la fotografía a lo largo de su vida

La exposición 'Retroalimentación', en imágenes

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Inauguración de la exposición 'Retroalimentación', que retrata la relación entre Luis Gordillo y la fotografía / José Luis Montero
Salvador Gutiérrez Solís

16 de diciembre 2024 - 06:00

Siempre inquieto y curioso, explorador de todas las posibilidades que le ha brindado el Arte, en todas sus dimensiones, en los 70 Luis Gordillo incorporó la fotografía a su proceso creativo, y mostró públicamente sus creaciones en este medio. Tal vez para rellenar un espacio sombrío de su definición creativa, tal vez para recorrer un nuevo territorio. Una atracción, la de Gordillo por la fotografía, que recorre toda su vida. Desde niño recorta fotografías (aún lo sigue haciendo, a sus 90 años) que encuentra en periódicos o revistas, y que le llaman la atención por los más diversos motivos. La imagen concentrada en una fotografía ha sido, para el genial pintor sevillano, un importante canal de riego a su corazón artístico, que le he servido, además, como elemento de investigación, y también, no puede ser más preciso el título de la exposición en el Espacio Santa Clara, como Retroalimentación

No duda en señalar Luis Gordillo que llegó a la fotografía por influencia del Arte Pop y la obra de Andy Warhol

Reclaman con insistencia la presencia del autor, el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, ha llegado para realizar la inauguración protocolaria de Retroalimentación, la nueva exposición que desde el pasado viernes, 13 de diciembre, se puede disfrutar en el Espacio Santa Clara (Calle Becas), pero Luis Gordillo necesita explicar cómo llegó a la fotografía y cómo ha influido en su obra. “Llegué por influencia del Arte Pop, por Andy Warhol y toda esta gente, pero no es la única razón; siempre he querido encontrar cosas concretas y por el aquel momento yo había pasado por una época muy abstracta de mi pintura, influenciado por el Informalismo francés, que era algo muy abierto y quizás me atraía llegar a lo concreto, y eso me lo proporcionaba una foto”. Un nuevo aviso, requieren su presencia, y un nuevo trago a un café en un vaso de cartón. “Empecé por fotografías en blanco y negro, que me provocaban un gran placer, me cogió muy fuerte, y después me pasé al color… (Gordillo hace una pausa, se levanta de su asiento, y se dirige hacia una de las piezas de su exposición -ST-, a la que señala), este cuadro, por ejemplo, yo en esa época hacía dibujitos de este tipo, muy pequeños, como aparece en esta foto, la cabeza es la misma… se convirtió en un cuadro enorme, que a mí me gusta mucho, y pueden parecer variaciones de la misma cabeza…”. Gordillo se refiere a la serie Cabezas (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo), uno de sus proyectos referenciales, que sirve para definir y explicar la portentosa trayectoria de este autor genial e inclasificable, no adscrito a ningún movimiento o grupo, que ha tenido la capacidad de reinventarse y mantenerse en la primera línea del arte contemporáneo nacional e internacional durante seis décadas de oficio. Un Gordillo que sigue tomando “muchísimas fotos, me encanta, veo un objeto que me llama la atención y me pongo a funcionar, le doy la vuelta, me gusta jugar con una imagen, y producir un lenguaje”, explica el pintor sevillano. 

Sema D'Costa, que ya ha podido contemplar el cartel que Luis Gordillo ha realizado para la Hermandad de la Macarena, adelanta que es una obra "muy macarena y muy Gordillo, y nada abstracta"

El comisario de la exposición, el sevillano Sema D’Acosta, define Retroalimentación como “una retrospectiva antológica, ya que va de 1963 a 2024, una expo de tesis. De hecho, el argumento es mi tesis doctoral: la relación entre la pintura y la fotografía de Luis Gordillo. He rescatado una serie de imágenes que intenta recuperar el cigoto original que da pie a la fotografía”. D’Acosta señala a los 70, “que es una época muy importante de Luis, donde experimenta con la fotografía para intentar de algún modo anular el color y simplificar el cuadro, y hasta los 70 nos muestra públicamente su obra fotográfica, que desde el principio utiliza como una especie de energía en constante retroalimentación con sus dibujos y pinturas”. Sema D’Acosta explica que Retroalimentación también supone un recorrido humano del autor, especialmente a través de sus autorretratos: “como se puede ver, en los 70 es un tío seguro y guasón, y los retratos del final tienen otro tono, más introspectivo, que nos trasladan a los autorretratos finales de Rembrandt”. Señala el crítico sevillano que “Retroalimentación tiene mucho de investigación, ya que nos ayuda a comprender de dónde vienen las cosas en el mundo de Gordillo”, y que muestra a ese autor que “es como muy alemán, muy ordenado, pero a la vez es muy intuitivo y descontrolado”. Califica D’Acosta a Gordillo como “un pura sangre analógico, todo lo hace con sus manos y sus ojos, jamás ha realizado una búsqueda en Google ni tiene idea de redes sociales, como tampoco tiene un teléfono móvil y, sin embargo, ha sido un precursor o un visionario de la relación con la imagen que mantenemos hoy, que es muy promiscua. Una imagen que está en todos sitios, que se contamina continuamente, que pasa de un sitio a otro, que salta de la pantalla a la mesa al estudio. Eso Luis lo ha hecho por libre, dejándose llevar, de forma cotidiana, construyendo un relato y un estilo que es muy personal, a través de una obra híbrida”, detalla Sema D’Acosta. 

Varios visitantes contemplan las obras expuestas. / José Luis Montero Ramos

En relación a proyectos futuros, D’Acosta señala el documental que ha realizado, Luis Gordillo, Manual de instrucciones, “y cuyo título hace referencia a lo que me suele repetir Luis, que lo explico todo muy clarito, que soy como un manual de instrucciones”, así como al encargo de la Hermandad de la Macarena para su cartel del próximo año y que el crítico sevillano, que ya ha tenido la oportunidad de contemplar, define como “muy macareno muy Gordillo al mismo tiempo, nada abstracto, una obra con la que ha tenido un reencuentro con Sevilla, con su ciudad”.  

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