Entre retórica, detalle y fantasía
Femás '15. Solistas: Rachel Elliott, soprano; Jesús M. García Aréjula, bajo. Hippocampus. Director: Alberto Martínez Molina. Programa: 'Entre Gigantes. Bach y Cabezón: arias y fugas, tientos y glosados' (obras de Johann Sebastian Bach y Antonio de Cabezón). Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: Domingo 15 de marzo. Aforo: Un tercio.
Gran idea la de asociar a dos de los grandes maestros del contrapunto, el burgalés Antonio de Cabezón, que vivió en el siglo XVI dedicado a servir a la corte de los Habsburgo españoles, y el alemán Johann Sebastian Bach, genio incontestable de la cultura occidental. Que de la tarea se encargara el estupendo conjunto madrileño Hippocampus, el grupo barroco español que más ha trabajado la música de Bach, era también garantía de excelencia, y aunque ni el horario (las 18:00) ni el clima (la tarde invitaba a la calle) ni la competencia (dos citas importantes más en la ciudad a las 20.30: OBS en la misma sala y Cedolins en el Maestranza) favorecieran, provocando una escasa asistencia de público, los resultados fueron muy estimables.
Al buen diseño del programa se unió la feliz idea de afrontarlo con dos conjuntos instrumentales diferentes, uno (viola da gamba, vihuela, arpa) para la música de Cabezón y otro (violines, viola, violonchelo, oboe) para la de Bach, con el órgano y el clave participando de ambos universos. También fue un acierto incluir las canciones usadas por Cabezón para sus glosados y diferencias (el Gay bergier de Crecquillon o el Ancor che col partire de De Rore), integrando en ocasiones los propios glosados dentro de la pieza original. Un punto de ardor y fantasía faltó acaso en los tientos, que sonaron demasiado académicos, pero en general hubo delicadeza y buen pulso en este lado del recital.
Al otro, se impuso la retórica bachiana. Desde el control del fraseo y la articulación, los acompañamientos abundaron en detalles (espléndida la voz media de la viola y variadísimo y profundo el bajo), permitiendo la natural expansión de los dos cantantes elegidos, una Rachel Elliott de voz dulce y más bien pequeña, acaso algo justa de fiato, pero con indudable conocimiento de los recursos ornamentales que requiere la música de Bach, y un Jesús García Aréjula que impuso sus impresionantes graves y su muy elegante fraseo para componer algunos de los momentos más conmovedores de lo que llevamos de Femás.
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