Renny Jackson: "Las artes ocupan hoy el sitio que antes tenía la religión"

Renny Jackson | Músico

El británico afincado en Sevilla sacará en febrero su próximo disco, pero antes viajará a la India para representar a la música española en el multitudinario festival de Saarang

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El músico Renny Jackson
El músico Renny Jackson / Manuel Rodríguez

Nació en Birmingham en 1986, pero Renny Jackson lleva muchos años viviendo en Sevilla y prácticamente ha desarrollado aquí toda su carrera musical, que comenzó en 2013 con el disco Talking Songs, tras el cual llegaron otros tres: Yerbazú en 2014, Move On, este en formato de EP, en 2016, y Seasons Of My Hand, una vez superada la pandemia, en 2021. En febrero se espera la salida del quinto disco, una vez que haya vuelto de la India, donde este sábado 11 estará representando a la música contemporánea española en Saarang, el festival de música y cultura que organiza todos los años el Instituto Indio de Tecnología de Madrás.

-¿Cómo ha surgido esta interesante propuesta?

-Me encontraron por Internet. Surgió de la nada, en agosto me llegó un correo en un momento muy oportuno, porque me sirvió como algo en lo que enfocarme, en invertir mi tiempo cuando mi mente estaba muy distraída por diferentes cosas. Voy con Manuel Ballena Jiménez, que unirá la percusión a mi voz, guitarra y piano, y vamos a compartir todas las experiencias, las emociones, que podamos. Nuestro objetivo es además hacer talleres, en las tres semanas que pasemos allí, buscarnos más conciertos, compartir también su música, ya que él es un experto en música afro-andaluza. Tenemos el apoyo de Acción Cultural Española (AC/E), que nos permite cubrir los gastos del viaje.

-Cuéntenos algo del festival.

-No conozco mucho, pero sé que es el mayor festival de Asia. Está organizado por estudiantes, porque el festival es de una universidad, y pasan por él 80.000 espectadores durante los cinco días que dura, que acuden de todas partes del mundo. Ahí han tocado artistas que luego han podido desarrollar sus carreras; espero que sea un salto importante para mí.

Siento orgullo cuando leo a los poetas ingleses, ellos forman parte de quien soy y de cómo veo el mundo"

-A usted le he visto tocar a veces con un acompañamiento de hasta nueve músicos, algo que también se refleja en sus discos, pero en las dos canciones que ya han aparecido como adelanto de este nuevo, Come into the garden Maud y She walks in beauty, para acompañar su voz solo usa el piano en la primera y la guitarra acústica en la segunda. ¿Está huyendo de la electricidad?

-Creo que con este disco quería reconectar conmigo mismo. Quería reducirlo a lo más esencial, en un sentido tanto práctico como psicológico. Práctico, porque hacer una grabación con un grupo es difícil por todo lo que implica y de esta forma era más fácil y rápido hacerlo. Y psicológico porque estaba pasando por un momento de muchos cambios y necesitaba pararme a pensar, a intentar expresar lo que me estaba pasando, a volver a conectar conmigo mismo, como le digo. He grabado el disco así sobre todo por eso, por volver a mi esencia.

-Esta última canción que ha lanzado, Come into the garden Maud, tiene una atmósfera muy a lo Golden Slumbers de los Beatles. ¿Significa esto que también se aleja de los aires de reggae que fueron su raíz allá en Birmingham?

-En este disco sí. Me encanta que reconozca esa conexión con los Beatles, porque a mí me ocurrió lo mismo, de hecho. Cuando la estaba cantando por primera vez al piano pensé que me sonaba a John Lennon. Claro, es que los Beatles son mi folclore, como de cualquier persona de Inglaterra. En mi casa había muy pocos discos, pero había discos de ellos y los poníamos mucho. Este disco mío es más folk que los anteriores, más acústico, pero sigo cantando reggae, rock, funk, todos esos géneros que me flipan también.

-Por lo que he podido escuchar de su nuevo disco, que se va a llamar Low on the Sand and Loud on the Stone y saldrá en febrero, en todas las canciones está usted solo, ¿eso ha sido por principios o por economía?

-La parte económica también influye, por supuesto. Para esta grabación entré en el estudio e hice una sesión de ocho horas del tirón y grabé veintidós canciones; a este disco han ido doce de ellas y las otras diez ya las tengo para el siguiente, que tengo pensado que de nuevo sea un disco acústico. Otras veces he grabado tantas canciones con una banda y me ha costado un dineral, pero esta vez necesitaba economizar todo el proceso. El resultado final es producto de varias personas apoyando altruistamente mi proyecto. He tenido la suerte de que han puesto mucho amor en el disco los fotógrafos de la Asociación Fotográfica 2.0, que me regalaron la sesión de fotos promocionales que hice en la Cartuja, y Raúl Arteaga, que me ha regalado mis videos en directo.

-El título del disco se puede traducir como Bajo en la arena y ruidoso en la piedra, pero ¿qué significa?

-Esa frase es un verso del poema de Tennyson que he musicado, Come into the garden Maud. Me encanta la sonoridad que tiene, el ritmo; también el contraste. Es sobre el sonido de una rueda cuando la gente volvía a su casa en carro en el siglo XIX, y el verso habla del sonido que se va, diciendo que suena suave en la arena y fuerte en las piedras. Esa suavidad en la arena, esa sutilidad, es la que yo quería capturar en este disco acústico; pero también intentaba buscar la resonancia en la piedra, la fuerza emocional, la que viene del corazón. Ese contraste es una metáfora de la vida misma, en la que tenemos momentos fuertes y momentos suaves.

-No sabía que esta canción era de Tennyson, pero sí he visto que en este nuevo disco está The Lake Isle of Innisfree, en el que adapta al poeta William Yates, algo que ya había hecho anteriormente con Those Dancing Days Are Gone. También en Where Should This Music Be?, adaptaba a Shakespeare. Ha influido mucho en usted la poesía clásica inglesa.

-Muchísimo. Hace poco estuve hablando con una amiga sobre cómo parece que las artes, en general, están ocupando el sitio que antes tenía la religión, ya que vivimos en una sociedad más atea. Para mí, estos poemas tienen esa misma función religiosa, porque me dan conexión conmigo mismo, con algo más trascendental. Y siento orgullo también de los poetas ingleses, porque yo he vivido ahí, y ellos forman parte de quien soy y de cómo veo el mundo. Yo no puedo vivir sin la música ni la poesía, sinceramente. Siempre puedes agarrarte a ella. En ese proceso me he dado cuenta de que la poesía no es solo un entretenimiento, es un salvavidas.

Renny Jackson
Renny Jackson / Álvaro Cruz

-¿Cómo recaló en Sevilla desde Inglaterra, por cierto, y se quedó a vivir aquí?

-Vine por amor a una mujer. Y me quedé por amor a la cultura de aquí, a la gente que he conocido aquí. Y me ayudó mucho a quedarme el sentirme bien aceptado. Y que aquí conseguí un equilibrio que me costaba mucho mantener en Inglaterra, sobre tener dinero, tener tiempo, sentirme creativo. Cuando vivía en Londres todo era muy, muy caro, y el estilo de vida bohemio era más difícil. Vivir como me gusta me viene mejor aquí.

-Me llama la atención que diga usted que aquí no se siente juzgado cuando precisamente una de las cosas de las que más se acusa a la escena musical sevillana es de ser muy cainita.

-Al final todo depende de con quién te relacionas. Yo no siento para nada ese cainismo con compañeros como Daniel Mata, Miguel Bueno, Graci Rodríguez; intento rodearme de gente en la que confío y casi nunca he tenido problemas por la competencia, por los conciertos. Y cuando he sentido eso, muy pocas veces, pues me he alejado y ya está.

-Cuénteme también cómo empezó su trayectoria musical.

-Creo que la culpa fue de mi mejor amigo en la adolescencia. Y también para poder conectar con mi padre. Con él era muy difícil hablar, y sigue siéndolo; sin embargo, a través de la música hallamos una forma de comunicarnos, de pasar juntos un rato. Me enganché a la música en primer lugar porque vi que era una manera posible de, por fin, tener una conexión con él. Y seguí porque mi mejor amigo comenzó a tocar la guitarra. Yo había estudiado piano de pequeño y él venía a casa y tocaba cosas de Oasis, empezó a vestirse de forma diferente, vi que podía expresarme de otra manera y empezamos a tocar juntos. También lo hacíamos para ligar, que hay que tener en cuenta además el componente lúdico: tocar en fiestas, pasarlo bien, hacer locuras, divertirnos. Y ahora siempre intento mantener ese vínculo con la diversión. Hay que pasarlo bien, disfrutar; hay que sentirse como un chavalito de 14 años cuando tocas en un escenario.

-Y después llegó el momento de grabar.

-Lo que grabé con mi primera banda fue una cassette en mi cuarto, que es donde tocábamos. Luego mi padre compró una mesa de mezclas pequeña y grabé en su ático la que sería mi primera maqueta, con 17 años. Y tras ella muchas grabaciones caseras. El primer disco que grabé fue en un estudio que ya no existe, en Castaño del Robledo, en la sierra de Huelva. Era de un productor inglés que vivía ahí; un tipo muy interesante llamado Pablo Cook, un percusionista que había tocado con Joe Strummer and The Mescaleros. Después se volvió a Inglaterra.

Londres es muy, muy caro, y el estilo de vida bohemio era difícil. Es más fácil vivir como me gusta en Sevilla"

-¿Todos sus discos los ha grabado, entonces, estando ya en Sevilla?

-Estuve un año viviendo en Santander antes de venirme aquí. Y los discos los he grabado aquí todos menos el EP Move On, que lo grabé en Londres.

-La tendencia al intimismo y la sobrecarga emocional de sus canciones basadas en el folk rock inglés… estoy pensando en The longest summer y Man of the World, por ejemplo, contrastan mucho con las que se basan en el folclore sevillano, como Soul of Spain, que es reggae convertido en bulerías de la Alameda o Bric-a-Brac, que es el mercadillo del Jueves convertido en canción. ¿Sufre usted un trastorno de identidad disociativo musical?

-Sí, totalmente (entre risas). Al final vamos a encontrar una conexión entre la música y la identidad. Creo que somos más capaces de lo que creemos de cambiar nuestra identidad, de buscar maneras de sentir quiénes somos realmente. Y la música ayuda mucho en esa búsqueda porque te abre la mente. Yo he descubierto cosas que me han enseñado el flamenco, las rumbas. Cuando escuchas música no solo estás escuchando un conjunto de técnicas y armonías, también hay un sentimiento detrás de ella, una manera de ver el mundo. Yo, por ejemplo, siempre pienso en El aire de la calle -una canción de Los Delinqüentes-, que fue una de las primeras canciones que aprendí por rumbas. Me la enseñó un hombre al que le tengo mucho cariño que se llama Fausto, que es de Cádiz, pero vivía en Santander. Tenía entonces 67 años y había llevado una vida muy interesante: había sido un hombre de negocios en Argentina y se quedó en bancarrota cuando el corralito. En ese momento dijo: a tomar viento todo lo que sea negocio, voy a volver a tocar la guitarra, que había dejado de hacerlo hace mucho. ¿Por qué le cuento esto? Porque cuando él tocaba El aire de la calle algo se encendió en mí; no era solo la música, era también su experiencia; obviamente, también la poesía de esa tremenda canción. Todo ese estilo de música te aporta muchísimo a nivel incluso espiritual, porque cambia tu manera de ver la vida, de utilizar tu tiempo, de relacionarte. Cada estilo de música tiene algo.

-Todas las canciones de su nuevo disco van más en consonancia con ese intimismo al que me refería antes, ¿no vamos a encontrar en él ningún guiño sevillano, flamenco?

-A nivel de composición creo que no. Pero sí en la técnica. Utilizo una guitarra flamenca para las canciones. No una guitarra española, ni acústica, sino realmente flamenca, con ese timbre concreto que me ayuda con sus punteos a expresar lo que quiero, también gracias a esos estudios que he hecho. Está grabado en Mairena del Aljarafe, en los estudios Tempo con José Gómez como ingeniero de sonido y Jaime Cuadrado, que lo ha grabado y masterizado. El disco es sencillo, pero ellos ayudaron a crear el ambiente, a charlar un poco; entonces, claro, de una manera sutil hay una huella aquí de la gente, del entorno. Al menos yo lo percibo y lo siento así.

Renny Jackson
Renny Jackson / Manuel Rodríguez

-Una vez me dijo usted que lo que más le gustaba era componer canciones basadas en nuestra capacidad humana de empatizar con los demás. En vista de que esta capacidad cada vez está más agotada, se va usted a quedar sin inspiración para seguir escribiendo. ¿Con qué la va a sustituir?

-Me encanta que haga esa mención porque creo que me sigue inspirando esa empatía, pero esta vez he tenido que sentir y prestar esa empatía hacia mí mismo. Porque hay veces que nos equivocamos mucho; somos humanos, muy imperfectos. Creo que a veces es más fácil ser empático con los demás, pero contigo mismo puedes ser muy duro, porque nos criticamos mucho; quizás por nuestro egocentrismo somos demasiado exigentes con nosotros mismos. En este disco he buscado la forma de ser empático conmigo mismo, de buscar un poco de paz, de reconocer errores.

-Hablemos del futuro, de las esperanzas con el nuevo disco, de los conciertos.

-Pues una vez que vuelva de la India mi objetivo es centrarme en el lanzamiento del disco, que lo presentaré el 13 de febrero en Lady Drama. A finales de ese mes tengo una semana libre en el trabajo -ejerce de profesor de música- y, aunque no tengo nada cerrado, voy a intentar aprovechar ese tiempo para hacer una mini gira y tocar en Madrid, en Barcelona; hacer algo en Londres también. Y si puedo hacer algo más en Inglaterra, pues genial. Por supuesto, tengo mis sueños y mis objetivos y voy a luchar por ellos, pero siento que con este disco, como ha sido algo tan personal, he conseguido lo que necesitaba, que era soltarlo. Un acto catártico.

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