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A veces, la pintora Remedios Varo buscaba algún nombre al azar en la guía telefónica y le escribía a ese extraño una carta. Le interesaban particularmente los psicólogos, porque, decía, entre ellos "hay mayores probabilidades de encontrar a alguien con espíritu amplio y sentido del humor". Con la esperanza de que esos tipos estuvieran "aburridos" y desearan "lanzarse intrépidamente en medio de un grupo de personas desconocidas", y con esa imaginación desbordada que caracterizaba sus cuadros, los invitaba a una fiesta en la que ni siquiera ejercía de anfitriona: "Pensándolo bien, creo que estoy más loca que una cabra. No se haga la ilusión de que la sala será atravesada por una aurora boreal ni por el ectoplasma de su abuela, tampoco caerá una lluvia de jamones ni sucederá nada de particular y, así como le doy esas seguridades, espero que no sea usted ni un gángster ni un borracho. Nosotros somos casi abstemios y medio vegetarianos".
Varo (Anglés, Gerona, 1908 – Ciudad de México, 1963) derrochaba también la personalidad atípica y fascinante de sus pinturas en los textos que escribía, recogidos por el sello Renacimiento en el volumen El tejido de los sueños. La especialista Isabel Castells, encargada de la edición, se resiste a llamar corpus literario al conjunto, por "su naturaleza privada y el escaso o nulo interés" de la autora en darlo a conocer, pero la recuperación de este material supone un verdadero festín en el que "el espíritu libre y lúdico" de Varo exhibe su creatividad sin límites. Recetas para "ahuyentar los sueños inoportunos, el insomnio y los desiertos de arenas movedizas bajo la cama" o "para soñar que eres Rey de Inglaterra", escritos automáticos, cartas a allegados y a desconocidos y descripciones pormenorizadas y fantasiosas de sus cuadros se suceden en estas páginas.
Aliada siempre con lo mágico, hasta el único relato que publicó en vida, De Homo Rodans, acabó en la imprenta tras una encantadora peripecia. "Resulta que hice con huesos de pescuezos de pollo y de pavo, después de limpiarlos muy bien, una figura, y escribí un pequeño tratado de antropología (imitando un viejo manuscrito) para demostrar que el antecesor del homo sapiens fue esa figurita que hice, a la que llamo Homo Rodans (porque termina en rueda)", explica la artista, que llevó aquella narración y la estatuilla a la librería de un amigo, y un señor las compró "nada menos que para ofrecérselos como regalo de Navidad al presidente de la República".
El tejido de los sueños incluye algunas pistas de Remedios Varo sobre sus cuadros, notas en las que asoma ese pálpito misterioso que atraviesa su pintura, esos mundos desconocidos donde habitan la alquimia y lo esotérico. En sus precisiones sobre Visita inesperada, un óleo de 1958, relata el peculiar encuentro entre los protagonistas de este modo: "Esta mujer esperaba a un invitado, pero no ese, y está asustadísima, al echar la mano atrás como pidiendo auxilio, su deseo se materializa y sale una mano de la pared que ella estrecha. Debajo de la mesa hay un pozo disimulado donde acostumbra precipitar a las víctimas, pero a este que llega no lo podrá precipitar, pues ni siquiera cabe. El animal a la derecha, abajo, se formó de un conglomerado de hojas secas".
"A veces escribo como si trazase un boceto", declara Varo en una entrevista inédita hasta ahora y que sale a la luz con este libro. Tanto la palabra como el pincel derivan en un intenso lirismo, y suscriben así una idea que recuerda Isabel Castells en su prólogo: "Para el surrealismo, movimiento determinante en su trayectoria, cualquier obra, independientemente de su formato, es considerada como poesía". Castells reivindica la importancia de las mujeres en el surrealismo, y destaca a Varo, que formó parte del grupo catalán Logicofobista y en 1937 viajó a París junto al poeta Benjamin Péret, como una de las artistas destacadas. Enumera las muchas afinidades que su obra tiene con esta corriente, temas como "el sentido del humor, la importancia concedida a los fenómenos oníricos, el libérrimo tratamiento del espacio y el tiempo", el "interés por la alquimia o la exaltación del amor".
Antes de instalarse en México, Varo tuvo una agitada biografía, en la que entre otros episodios fue encarcelada por esconder a un desertor del ejército francés, pero la artista nunca perdió la jovialidad, por lo que se revela en estas cartas. En una misiva que dirige a unas amigas de la infancia, las hermanas Martín-Retortillo, califica como "descacharrante" la "convivencia forzosa con 35 personas" en "un vagón de tren de esos para transportar caballos" que la devuelve al París ocupado por los nazis; narra, sobre el viaje que la llevará a América, "lo que es estar en una bodega de un barco con otras cien personas y con unas temperaturas tropicales, sin contar el mareo". Recuerda sus penurias sin compadecerse de sí misma y con la voluntad de buscar el anverso cómico de lo vivido.
Ese humor predomina en su producción pictórica y también en sus textos, pero, advierte Castells, "la mueca burlona o sutil sonrisa que preside muchos de sus cuadros no excluye un intenso sentimiento de desasosiego y angustia, rasgos todos que ya vimos en sus cartas".
La editora Christina Linares celebra que, con la aparición de El tejido de los sueños, se refuerce la atención a Remedios Varo, "una mujer con un mundo tan complejo, tan rico, y con tanto talento. Es un personaje que sólo puede aparecer cada cierto tiempo, porque es única. Puedes tener un mundo onírico muy poderoso, pero necesitas también la habilidad para trasladar esa imaginación, las ideas que te vienen, a los cuadros, y en ella se dan ambas circunstancias. Para mí su calidad pictórica es espectacular, y cada obra te cuenta una historia, pero sorprende también con sus textos, que son divertidísimos, imprevisibles", analiza una de las responsables del sello Renacimiento. "Nos parecía interesante recuperar sus escritos, porque siempre será más valiosa una voz propia antes que encargarle a alguien una biografía para que nos contara la historia de Remedios Varo".
Con El tejido de los sueños, Renacimiento continúa con su labor de recuperación de testimonios del exilio. "Yo no me canso de leerlos", afirma Linares en declaraciones a este periódico. "Ahora estamos preparando las memorias de Conchita Balcells de los Reyes (Barcelona, 1921 - California, 1991), que se escondía bajo el nombre artístico de Isa Reyes. Le pilla la Guerra Civil en la sierra madrileña, se traslada a París, se pone a bailar flamenco con una prima suya, trabaja como modelo para carteles y pintores famosos de la época y es elegida Miss España en el exilio. Ella nos acerca a escenarios más frívolos como los certámenes de belleza, y su viaje, que pasó por un montón de países y acabó en California, fue asombroso", analiza la editora. "La ficción es maravillosa, pero cuando lees las vidas que tuvieron algunos en la realidad a mí se me encoge un poco más el corazón. Libros como el de Remedios Varo o el que sacaremos de Isa Reyes aportan otra mirada al tema del exilio, no son las obras de escritoras consagradas, de intelectuales como María Teresa León o Concha Méndez".
Linares se confiesa deslumbrada por el ingenio que muestra Varo en sus escritos. "Es tan surrealista... Los detalles que da de sus cuadros son una gozada: en Tailleur pour dames, una obra de 1957, dice, por ejemplo, de un traje que termina en una cola de reptil muy favorecedora. ¿No es estupendo? Y finaliza, por ejemplo, una de sus cartas diciendo: Recuerdo las antiguas paellas, la libre circulación y beso vuestras falanges. Te dan ganas de copiarla y de despedirte así", dice entre risas. "Y era una mujer muy culta. Los textos que escribe en francés sin prácticamente ningún fallo, el profundo conocimiento que demuestra de la psicología, del psicoanálisis, de la alquimia... Alguien podría pensar erróneamente que los cuadros de Remedios Varo responden al delirio de alguien que se ha drogado y vuelca en el lienzo un sinsentido, pero no es así en absoluto, detrás de sus propuestas hay un estudio concienzudo de la ciencia, de las matemáticas. Nada es baladí en sus composiciones, y hay imágenes que se repiten, como la rueda o la máquina para tejer, que están llenas de sentido y de significado. Todo tiene un porqué y una explicación".
Pese al rigor con el que afronta sus cuadros, Varo nunca percibe con solemnidad su oficio. En una carta a un compañero no identificado expone: "En cuanto a la actividad maniática llamada Pintura..., ¿qué puedo deciros? Ambos fuimos atacados de este mal, si queréis recordarlo. No sé si habréis persistido en esta rara forma de perversión, yo sí, ¡hélas!, y cada vez me siento más avergonzada de tamaña frivolidad".
A la española –Varo nunca pidió la nacionalidad mexicana, esperando un regreso a su país natal que no se produjo– no le interesaba la fama. A su primer esposo, Gerardo Lizarraga, le recrimina: "Me cuesta mucho comprender la importancia que parece tener para ti el reconocimiento de tu talento. Yo pensaba que para un creador lo importante es el crear y que el devenir de su obra era cuestión secundaria y que fama, admiración, curiosidad de la gente, etcétera, eran más bien consecuencias inevitables que cosas deseadas".
"No le preocupaba lo que pasara con su obra. Era muy generosa y regalaba muchos de sus cuadros", observa Linares, que aprecia que "lo mismo le ocurre a otras mujeres de la época, que se infravaloran. María Teresa León dice sobre su relación con Rafael Alberti que ella es la cola del cometa, como si no tuviera entidad propia. En general los hombres tienen más necesidad de ganarse la admiración de los demás, da la impresión de que a las mujeres no les quita el sueño eso".
Quizás por su libertad y por no haber estado sometido a ninguna moda, el universo de Varo, a la que este verano el Instituto de Arte de Chicago le dedica la exposición Science Fictions, mantiene una enorme vigencia seis décadas después de la muerte. Christina Linares ha comprobado que esa imaginación generosa de la pintora casa muy bien con las nuevas tecnologías. "Al final del libro aparecen ideas de cuadros que Remedios Varo dejó planteadas y he hecho el experimento de proponorle esas descripciones a la inteligencia artificial. Es imposible saber si la artista los habría hecho así, pero el resultado ha sido muy estimulante".
La editora destaca también la inspiración que Varo ha brindado a creadores tan distintos como Madonna, coleccionista de su obra que le dedicó un homenaje en el vídeo de Bedtime Story, y Tim Burton. "Miras el Retrato del Barón Angelo Milfastos de niño y el dibujo, pero también la historia de un niño que inventa un aparato para afilar cuchillos y los prueba con sus tías, tiene la oscuridad y la ternura del cine de Tim Burton", concluye Linares. El tejido de los sueños lo confirma: los prodigios que esconde Remedios Varo no se agotan nunca.
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