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Raphael en Sevilla: puente de todas las Españas

Conciertos

El artista entusiasmó a su público en el primer concierto de los cuatro que tiene programados en FIBES

El cantante Raphael durante su actuación en Fibes. / Juan Carlos Muñoz

Son las últimas horas del Día de la Constitución, ese texto que vino de los consensos, y en FIBESRaphael da el primero de los cuatro conciertos que tiene programados en Sevilla. En España hay debate acerca de cómo le ha sentado el paso del tiempo a nuestra Carta Magna -que es una palabra cursi, no importa, en estos días se lleva lo magno-, pero ninguna duda sobre cómo le ha sentado a Raphael tantos años de vida de artista. Raphael -nuestro Raphael- es un mito, por lo que no envejece; el tiempo no pasa por él, es más bien al revés, él pasa por el tiempo. Por todos los tiempos. Atemporal y quizá eterno.

En lo que sí coincide nuestro cantante y nuestra Constitución -celebrada el 6 de diciembre, ignorada otros días- es en la matiz del acuerdo. De ponernos a todos de acuerdo. Raphael es puente de todas las Españas. Puente en el puente de la Inmaculada. Puente en este río de runrún revuelto de la actualidad. ¿A quién no le gusta Raphael? ¿A quién no le convence Raphael? Qué sabe nadie dirá el artista. Pero aquí es imposible no saberlo. Es imposible no concluir al observar este auditorio de FIBES, este fervoroso público de Sevilla. Un público heterogéneo, de madre e hijo, nuera y suegra, marido y cuñado. Un público de todas las edades, de toda tipología. Sin ápice de polarización en el ambiente frío de una Navidad cada vez más temprana y más hortera.

El artista desplegó un repertorio de sus grandes clásicos. / Juan Carlos Muñoz

Lo hortera ya veremos, pero el frío duró poco: a los cinco minutos de dar las nueve sonó un estruendo. Un respingo en la butaca de aquí y de allá. Y el público en pie. Apareció Raphael, chaqueta de brillibrilli navideño, a la derecha del escenario. Ovación de un par de minutos en la sala. “La noche calma mi ansiedad. / Porque te espero y creo en ti, / que me atormenta sin piedad, /que lo eres todo para mí”, interpretó el cantante en el primer tema de este encuentro con Sevilla. Gesticula el artista con esa personalidad tan suya, como quien se está metiendo en una bañera de agua helada. Esas manos, esa vibración en la garganta. Más aplausos al terminar el tema. A nuestro lado una señora aplaude y luego graba, y cuando no graba, vuelve a aplaudir. Entusiasmada. Es una mujer de pelo cano y corto, que se puede llamar Socorro o Angustias. Qué bien conservar ese entusiasmo. Qué bien que nos sigan emocionando las cosas. Lo que sea. Quisimos ser esa mujer durante el tiempo que duró este concierto.

Es otra de esas cosas que hace Raphael -que hace la gente grande-: nos pone fácil la vida. Nos la pone más agradable"

“Más dicha que dolor hay en el mundo. / Más flores en la tierra que hojas en el mar. / Hay mucho más azul que nubes negras. / Y es mucha más la luz que la oscuridad”. Suena la memorable canción. El esperanzador discurso -bien traído- de esta letra que levantó al personal. Y sin detener este derroche de optimismo, de aliviarnos los titulares de la actualidad y de sus corrupciones, es el momento de Mi gran noche. “Hoy, para mí, es un día especial. / Hoy saldré por la noche. / Podré vivir lo que el mundo nos da / cuando el sol ya se esconde”. Socorro o Angustias movía los brazos, sus puños cerrados, similares a unas maracas. En el siguiente tema -no tan popular- nuestra protagonista siguió con su grabación.

El artista ofrecerá cuatro conciertos en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

A nuestra derecha una mujer, en la treintena, acompaña a su madre, en silla de ruedas; dos asientos más allá, un hombre, en otra treintena, también acompaña a su madre en silla de ruedas. Comparten fotos, comparten confidencias. Bailan en sus butacas. Es otra de esas cosas que hace Raphael -que hace la gente grande-: nos pone fácil la vida. Nos la pone más agradable. Y así se junta a una hija y a una madre impedida para echar un buen rato. Quizá para olvidar -durante unos 120 minutos- lo que a veces nos cuesta olvidar -que cada uno aquí ponga lo que quiera-.

La noche en Sevilla continuó con Victoria -así se llama esta gira de Raphael-. Un título oportuno: fue una noche en la que prevaleció esa sensación de triunfo, esa convicción de victoria que nos traen las cosas felices -impresionante la actuación en A que no te vas, conmovedoras las interpretaciones de La vida en rosa o de El tamborilero-.

En el Día de la Constitución, Raphael nos dio el consenso y la alegría. Y nos demostró qué es ser un artista: alguien que pasa por el tiempo sin que el tiempo pasé por él. Alguien que nos hace la vida más fácil. A los hijos, a las madres, a los padres, a las hijas. Y por supuesto a Socorro o a Angustias, que ahora estará enseñando a sus amigas lo guapo que es Raphael, ese puente de todas las Españas.

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