"En Sevilla tenemos oro y lo tratamos como calderilla"
Rami Alqhai y Javier Núñez | Músicos
Los dos intérpretes ofrecen mañana el recital ‘Pasticcio: Arias y sonatas célebres del Barroco - Italia, cuna del Barroco’ en el ciclo Noches en los Jardines del Real Alcázar
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El próximo jueves, días 5, será un día de gala en el ciclo Noches en los Jardines del Real Alcázar, porque está programado un estreno absoluto, el del nuevo programa barroco de Rami Alqhai y Javier Núñez que lleva por título Pasticcio: Arias y sonatas célebres del Barroco - Italia, cuna del Barroco. Grandes referentes de la viola da gamba y el clave respectivamente, los dos maestros sevillanos -Alqhai de ascendencia palestina y siria- adaptan famosas formas musicales de la Italia del siglo XVII y nos hablan sobre la obra y su contexto.
-Los autores de los pasticcios, además de composiciones originales, adaptaban de forma libre partes de la obra de otros maestros. ¿Lo que hacen aquí son transcripciones para clave y viola da gamba de los propios autores, de las que han hecho otros en algún momento de la historia, de alguno de ustedes o de los dos en conjunto?
-(Alqhai) Serán partes instrumentales elaboradas conjuntamente por nosotros, arreglando cada uno las que hace con su instrumento. Pero las hemos transcrito en papel y en la cabeza. No es tan interesante transcribir lo que ya existía de nuevo por escrito como liberarte de la escritura y coger la práctica para tener la traducción simultánea; aunque tiene mucho riesgo porque dependiendo de la concentración con que toques salen cosas distintas. Asimilas la canción, la traducción al instrumento y dependes un poco del momento.
-Esa forma de tocar es muy cercana al jazz y sus improvisaciones.
-(Alqhai) No sé hasta qué punto vamos a tener mucha improvisación, porque en estos últimos días estamos despegando todo lo que hemos trabajado con anterioridad. Y aunque va a haber partes de improvisación, pero estarán dentro de las normas y cánones del estilo y de las canciones que hemos elegido, que son estas arias famosas de óperas pasticcio que tenían su trama y su historia y nosotros hemos traído a nuestro discurso musical. (Núñez) Ya llevamos unos años con este tema y creo que ha quedado muy bien. Son tres piezas instrumentales de las que la primera es una sonata de cuando estas empezaron a nacer en el siglo XVII, para violín y bajo continuo, que Rami hace con la viola da gamba. Tenemos otra sonata de Corelli, el máximo exponente del género, del 1700, hecha para violín, pero guiándonos por un manuscrito en la que se adaptaba a viola da gamba. Y la última es de Vivaldi, posterior, para cello. Lo interesante no es buscar un repertorio solamente, sino la liberación en él de los instrumentos y la forma de tocarlos. Tenemos la partitura, pero le damos la vuelta y la adaptamos; si una nota aguda no le va bien a mi instrumento, la hago en el grave, o hago un arpegio, un acorde, porque mi instrumento puede hacer algo que quizás el otro no podía. Yo voy totalmente pegado con el clave a Rami en el acompañamiento y lo que hago depende de lo que haga él. (Alqhai) Puede que el término pasticcio suene peyorativo, pero es la manera de hacer las óperas que en aquel tiempo estaba de moda. Es como cualquier concierto de los que se hacen hoy en día, que no sean la presentación de un disco. Eligen versiones de los mejores momentos de sus discos anteriores y montan un proyecto; eso sería un pasticcio. También con canciones de otros autores, como Reincidentes interpretando a SFDK. (Nuñez) Siempre cambia algo; lo importante es adaptarlo con respecto a ti. Eso se hacía en el siglo XVI y era una forma de homenaje musical; los conceptos de copia, plagio, son más recientes; en aquellos tiempos era todo lo contrario; como había obras muy famosas, se hacían otras obras basadas en ellas, se hacían incluso misas basadas en ellas. La estructura de nuestro recital se basa en tres pilares de piezas instrumentales de sonata y en medio una pieza tan famosa de Haendel que tiene una versión para clave ornamentada a saco, que hizo un inglés en el siglo XVIII.
-¿Quiénes van a disfrutar más del concierto, los aficionados que conocen la música antigua, el barroco; o los que van a los conciertos de los Jardines porque se está fresquito y son agradables y baratitos?
-(Alqhai) El que más va a disfrutar es el que va sin ataduras ni prejuicios. Si quieres escuchar la versión de una pieza tal como la conoces de aquí o de allá, el programa te sacará de tu norma, porque los músicos estamos vivos en escena y un día tocamos más rápido que otro, ornamentamos más o menos, estamos más sensibles o más contenidos. Disfrutan más los que no esperan nada en particular, nada encorsetado.
-Vivaldi, Haendel, Corelli; es un programa atractivo. ¿Elegido porque son grandes clásicos populares o por gustos personales?
-(Nuñez) Sabemos que los instrumentales son muy difíciles en general, pero hemos escogido a propósito música agradable de escuchar. Son piezas súper virtuosas, de gran nivel, pero son bonitas.
-¿Por qué Sevilla es tan eminentemente barroca para todo menos para la música? Aquí hubo grandes compositores y no eran sevillanos siquiera: Rabassa, Arquimbau, Ripa.
-(Alqhai) Era muy normal que no fuesen sevillanos. Los que usted cita eran maestros de capilla de la catedral y pasaban oposiciones durísimas. Imagínese usted la Juilliard School de Nueva York; tienen unas pruebas tan duras que las plazas que salen no son para los neoyorkinos, allí están los mejores del mundo. (Nuñez) Para ser maestro de capilla u organista titular tenías que ser asombroso. Se presentaban muchos y tenían que hacer un motete, una misa, improvisar; existen documentos de las pruebas que se hacían, yo los he visto, y le digo que no paso ni la primera.
En el momento más glorioso musical de Sevilla exportábamos material de primerísima calidad”
-¿Que un festival de la importancia del de Utrecht haya tomado a Sevilla como tema de su edición de este año ayuda a que los propios sevillanos seamos más conscientes de la enorme importancia de nuestro patrimonio musical?
-(Nuñez) Es que aquí no se le da importancia a eso. Que el festival más importante del mundo lleve a Accademia del Piacere, un grupo sevillano, haciendo música sevillana, no es una noticia que interese. (Alqhai) Hay muy pocos recursos económicos para cualquier manifestación cultural. Es que incluso el flamenco, que es el tema principal al que van las inversiones en música del Ayuntamiento, la Junta y el Ministerio se queda por debajo de lo que en los demás países se invierte en cultura y música. Sorprende saber que en el momento más glorioso musical de Sevilla, que era el Renacimiento y la conversión al Barroco, éramos una metrópoli y exportábamos material de primerísima calidad. Y sorprende más que las administraciones no se lo hagan saber a la gente de alguna manera.
-¿Notan cambio en el tratamiento para la música barroca con el cambio de ediles?
-(Alqhai) Creo que da igual la estructura, lo importante es el interés y la inversión en lo que haya; da igual que esté la cultura junto a deporte, urbanismo o turismo. Esta ciudad llama a la gente con la cultura. Es verdad que llamamos mucho con el flamenco, pero hubo cientos de años en los que éramos potencia de todas las maneras, con las que también se puede traer a la gente. De hecho, que el festival más importante y antiguo del mundo de músicas históricas, no de flamenco, haya dedicado su edición a Sevilla, deja muy claro que tenemos oro y lo tratamos como calderilla; tenemos oro guardado en una bolsa de plástico en la puerta de casa. No es una queja, son dinámicas que creo que no dependen de un concejal o de otro; yo no soy capaz de discernir quién dedica más o menos recursos a algo; creo que todos tienen buena voluntad, pero no tiempo para entender cuánto de importante era la ciudad en aquel momento, en todas las artes. A nivel patrimonial, de pintura y arquitectura, hay unas dotaciones económicas brutales comparadas con la música. (Nuñez) La música de Correa de Araujo es tan monumental como la iglesia del Salvador, que es donde él trabajaba de organista.
En todos los ámbitos siempre hay que transgredir y exprimirse un poco más”
-Ustedes tocan por separado, juntos, en el seno de Accademia del Piacere y otras agrupaciones, siempre fuera de su zona de confort. ¿Qué barreras les quedan por romper?
- (Alqhai) Todas. En todos los ámbitos siempre hay que transgredir y exprimirse un poco más. Somos muy abiertos de mente, por eso al final terminamos haciendo muchas cosas distintas y poco ortodoxas. (Núñez) Es muy sencillo; nuestra edad y formación ya nos permiten saber si lo que estamos haciendo tiene calidad, y vamos puliendo el concepto. En Metamorfosis -espectáculo con Dani de Morón-, por ejemplo, de las primeras representaciones salíamos con síndrome del impostor porque todos estábamos fuera de esa zona de confort, los flamencos y los barrocos; pero es música, que eso es lo importante y de pronto conectamos todos y ganamos los retos personales y el reto colectivo.
-Usted, Núñez, tiene pinta de rockero. ¿Cómo es que le dio por el clave y no por el sintetizador?
-(Núñez) Pues Rami era bajista en un grupo de heavy, que lo sepa. (Alqhai) Desde Coma a 666 todos los grupos en que estuve eran heavies; mi hermano Fahmi punteando con la guitarra y yo al bajo. Di mi primer concierto con 11 años; mi hermano me dijo que se les había ido el bajista y me preguntó si yo lo podía tocar. Yo tocaba en casa con la guitarra y no tenía bajo siquiera, pero ellos sí, así que me metí y el primer concierto fue en unos encuentros alternativos en los Jardines del Valle y en una de las canciones tuve que estar con el volumen del bajo silenciado porque no me dio tiempo a aprendérmela. (Núñez) Cuando la gente me ve duda si soy flamenco o rockero, nadie se cree que hago música antigua. Pero mi formación es clásica y a eso me he dedicado desde que me metieron en el Conservatorio. Mi padre siempre fue un melómano de la música clásica, mi hermano mayor también, y le gustaba la música barroca, por lo que en mi casa siempre había discos de ella, entre ellos uno de clave, que fue con el que me entró la afición. Empecé a comprar más discos, hasta que me dije que ese era mi instrumento y me cambié del piano al clave. Y todavía me sigue flipando.
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