Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
En 1975, Manolo Cuervo (Isla Cristina, Huelva, 1955) recibió el encargo de diseñar el cartel del ciclo La percepción visual en el arte organizado por José Luis Pajuelo, en el que participó Fernando Zóbel, uno de los más importantes pilares del arte abstracto español del siglo XX. Desde entonces, el onubense ha desarrollado una carrera creativa donde ha plasmado esa percepción de la vida, tan identificable en su obra, que tiene mucho de sus propias obsesiones y pasiones. Si como diseñador, a su mirada se debe buena parte de la difusión cultural de Andalucía y España de las últimas décadas, como pintor Cuervo ha trasladado al lienzo -y al cartón, y al papel, y a cuantos soportes ha tenido a mano- ese mundo, a mitad de camino entre el adolescente irredento y un crooner de la pintura. En la mirada de este sevillano de adopción late la admiración por los grandes pintores contemporáneos, sí, pero también la publicidad y el cómic, el cine, la noche y el jazz sobre todas las músicas.
Con la serenidad de quien ya dejó atrás el medio siglo y "en plena madurez creativa", defiende, Cuervo muestra, hasta el próximo 10 de marzo en el monasterio de San Clemente, sede del Centro de las Artes de Sevilla, una serie de "26 piezas más una" realizadas en acrílico sobre papel y sobre lienzo a partir de la técnica del dripping, aquella que popularizó Pollock, y que aquí conforma el fondo de los cuadros. En La mirada indiscreta, Cuervo reflexiona sobre la visión subjetiva del arte a partir de varios conceptos, por un lado, "la complejidad de mirar arte contemporáneo" -"hay que educar mucho la mirada para saber diferenciar arte contemporáneo de lo que no lo es, y sobre todo, hay que verlo al natural; por ejemplo, ver un Bacon o un Freud en la pantallita del ordenador no tiene nada que ver respecto a cuando lo ves al natural" -,por otro, el tributo a los fotógrafos, "capaces de captar en un instante lo que para otros pasaría inadvertido" y, por último, la atención a las ilusiones ópticas, "esas imágenes imposibles", que popularizaron artistas como Dalí, Arcimboldo o Duchamp, y que en su caso se plasman en caballetes que parecen ventanas o triángulos irrealizables.
Y como hilo conductor de todas las obras, la mirada sugerente e hipnótica de Amy Winehouse a través de ese ojo perfilado de negro, con ese rabillo altivo e infinito con el que la desaparecida cantante de soul se presentaba ante el mundo. Sobre esta idea, Cuervo empezó a trabajar el pasado abril, "mucho antes de su muerte", el pasado 23 de julio. "Me encantaba todo lo que hacía y habría sido una cantante de jazz extraordinaria. Siempre me ha interesado esa estética, un poco punky... Creo que sufrió más de lo que pensamos, por eso que digo de la percepción subjetiva", explica el artista que considera La mirada indiscreta "la más pop" de sus exposiciones.
Aunque Amy no es un personaje nuevo en el universo de este creador incansable. Ya en marzo de 2009, en la exposición El recogecartones y su perro Sultán, Cuervo trasladó a la cantante junto a un puñado de iconos artísticos, como Jane Birkin,Tom Waits, Bob Dylan, Jean Seberg o Joseph Beuys, hasta las paredes de la Taberna Ánima, el bar de su amigo, el austríaco Peter Mair, en lo que fue también una llamada de atención al negocio de las galerías. "Si tuviera que volver a exponer en un bar lo haría, no es nada deshonroso", asegura, quien lamenta, pese a todo, que su obra, a diferencia de algunos de sus contemporáneos, no cuelgue de las paredes del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
Donde sí ha estado colgada, y a la vista de millones de espectadores de todo elmundo, es en las paredes del escenario de un crimen. Explicamos. A través del contacto con una marchante de Los Angeles, seis cuadros de dos metros de altura firmados por Cuervo decoraban el loft de una de las víctimas protagonistas de uno de los últimos capítulos emitidos en España de la serie CSI Nueva York. "Mucha gente me llamó porque reconoció mis cuadros en la serie", celebra este creador de mirada cosmopolita, nocturna y nostálgica. Como Amy Winehouse.
También te puede interesar
Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
Orquesta Bética de Cámara. Concierto 1 | Crítica
El regreso de Turina a Sevilla
Lo último