"Habrá quinto festival porque pensé que el presupuesto estaba cubierto"

Benedicte Palko. Músico

Del 7 al 13 de septiembre se celebrará en Sevilla la V edición del Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina, que estuvo a punto de cancelarse en mayo pasado.

"Habrá quinto festival porque pensé que el presupuesto estaba cubierto"
"Habrá quinto festival porque pensé que el presupuesto estaba cubierto"
Pablo J. Vayón

02 de agosto 2015 - 05:00

Instalada en Sevilla desde el año 2002, la pianista noruega Benedicte Palko (Stavanger, 1972) da en estos días los últimos retoques a la V edición del festival bienal de música de cámara que creó en la ciudad en 2007. "Estamos todavía cerrando, buscando ajustar el presupuesto lo máximo, para que el déficit sea lo menor posible. De cualquier modo los cambios que pueda haber no van a afectar a la programación".

-¿La situación en mayo era tan angustiosa como se dijo?

-En mayo el déficit era de 9.000 euros y eso significaba la cancelación. Porque el déficit lo cubro yo, es mi dinero, no hay más. Desde entonces hemos conseguido una subvención del INAEM, que nos dará 5.000 euros. El 20 de julio el déficit estaba en 3.900 euros. Pensábamos que si lográbamos alguna nueva aportación y eliminando alguna cosa (no de programación, ya le digo) podíamos terminar salvando el presupuesto, aunque fuera con un déficit pequeño, pero asumible: ahora mismo está en 1.200 euros.

-Hace dos años me dijo que si la situación económica no cambiaba, si a seis meses del inicio del certamen no tenía el horizonte financiero despejado no habría festival. ¿Qué ha cambiado para haber resistido otra vez hasta última hora?

-Es algo que tiene que ver con mi compromiso personal, con mi responsabilidad. Habrá quinto festival porque pensé que el presupuesto estaba cubierto: arrancamos hace año y medio con una promesa de patrocinio que nos respaldaba. Pero llegado el momento clave, con todo ya en marcha, ese patrocinio se cayó. Demasiado tarde, no podía cancelar fechas a tantos músicos sin al menos hacer otra vez un esfuerzo por salvar el festival, pero el estrés es tremendo.

-Fue muy crítica con el anterior equipo municipal e incluso publicó en plena campaña electoral una carta abierta de extraordinaria dureza. ¿Ha cambiado algo con la nueva corporación?

-Sí, el aire ha cambiado radicalmente. Puedo decir que el nuevo Ayuntamiento nos ha recibido muy bien. Hemos cerrado con ellos sin problemas la cartelería, el libro del Festival, la cesión de la Sala Joaquín Turina. El alcalde nos ha dado su apoyo personal con su foto para el libro. Es un punto de apoyo importantísimo, pero llega en julio, muy tarde, y el desgaste personal es ya enorme. Necesitamos confirmar los apoyos con mucha más antelación para beneficio de todos.

-¿Cuál fue el problema principal con el equipo de Zoido?

-La falta de comunicación. El silencio. Meses de silencio. Pensabas que habías acordado algo y cuando llegaba el momento de ponerlo en práctica resultaba que no. El remate fue el anuncio de un festival de flamenco en las mismas fechas de nuestro festival, con lo fácil que habría sido retrasarlo una semana. Podríamos vivir perfectamente uno al lado del otro, pero no superpuestos. En una ciudad tan pequeña como Sevilla no es aconsejable doblar proyectos culturales de este estilo. Toda la publicidad de la ciudad está ya cerrada. No podemos competir con una muestra enteramente municipal. No podemos pelear contra eso. Eso fue la gota que colmó el vaso de mi paciencia. Por eso decidí escribir esa carta abierta. No me arrepiento.

-Ministerio, Ayuntamiento, ¿algún acuerdo con la Junta de Andalucía?

-Sí, después de más de un año de hablar, acabamos de firmar un convenio con la Junta. Nos da otros 5.000 euros, que yo había presupuestado ya, porque desde que empezamos a hablar parecía sólo cuestión de tiempo, pero además de dinero este convenio nos aporta otras cosas. El apoyo de la Junta ha sido fundamental para la subvención del Inaem, por ejemplo. Además, todos sus técnicos van a participar con la difusión del Festival desde las redes sociales y el área de prensa y hemos creado una colaboración especial con la Orquesta Joven de Andalucía: 20 músicos de la OJA participarán en la Orquesta de cámara y la Banda del Festival, y recibiremos ayuda logística de los técnicos, instrumentos de la OJA para la banda, sillas, etc.

-El patrocinio privado y los Amigos del Festival eran una base imprescindible del presupuesto. ¿No han crecido?

-No mucho. En dos años, la situación de las empresas cambia. Algunas se mantienen con las aportaciones de hace dos años, otras han subido un poco. Pero las empresas no tienen por qué dar su dinero. Si no hay una ley que las apoye, es un regalo y no tienen por qué hacerlo. Yo lo entiendo. Pero le aseguro que desgasta muchísimo llamar a mil puertas para que se te abran diez o doce. En cuanto a la red de amigos, tenemos 52, que aportan unos 3.000 euros, es decir, casi el 10% del presupuesto, lo cual es muy importante, porque son fieles que saben que están para ayudar. No tenemos recursos para ofrecer conciertos entre festivales u organizar actividades de otro tipo, lo que sería estupendo. No están ahí para recibir regalos sino para sostener el Festival. Mantenerlos es importantísimo.

-¿Sigue su ciudad natal, Stavanger, financiando las becas?

-Sí. Este año tenemos cuatro becarios de Sevilla y dos noruegos: son un cuarteto de cuerdas, un pianista y un clarinetista. Preparan entre ellos dos obras, reciben clases individuales y grupales de los artistas del Festival y participan en la orquesta y la banda.

-La creación de una banda sinfónica es la gran novedad de este año. ¿Cómo surge esa idea y en qué consiste exactamente?

-El núcleo básico del Festival lo forman instrumentistas de cuerda y pensé que si incorporábamos una banda podríamos ampliar a otro tipo de instrumentos. En lugar de elegir una banda para proponerle colaboración, decidimos crearla. Formar parte de ella es gratuito para jóvenes de Sevilla y provincia sin límite de edad y la convocatoria ha sido un éxito. 70 jóvenes se han apuntado con mucha ilusión. Contamos con Rafael Ruibérriz, solista de la OBS y director de la Banda del Sol, que está dedicando con absoluta generosidad su tiempo y su capacidad a desarrollar el proyecto: dirigirá además la mitad del programa de su concierto. A mí me hace una gran ilusión. Mi padre era percusionista y yo nací y crecí en un ambiente de banda. Cuando escucho una banda me emociono. Sería maravilloso poder mantenerla entre festivales, que se reuniera al menos una vez al año, por Navidad o cuando fuera. Cuando llevas un proyecto en la cabeza durante tiempo y ves que puede hacerse realidad gracias a la generosidad y el interés sincero de muchas personas es emocionante.

-¿Incorporan algún espacio nuevo al Festival de este año?

-Sí. Será la Casa de Pilatos, que acoge el lunes 7 un concierto que hemos llamado Todo Turina y en el que el guitarrista belga Jan Depreter ofrecerá toda la música para guitarra sola de Turina, que acaba de grabar para el sello Brilliant, y el Ateneo, donde se celebrará uno de los conciertos de jóvenes, en concreto el del martes, que reunirá a mediodía a los más jóvenes alumnos de las clases magistrales. La inauguración seguirá siendo el jueves en Casa Salinas, aunque como el año anterior tendremos un adelanto el miércoles: un programa especial del pianista Bengt Forsberg, que ha elegido por completo él, tanto las obras como sus colaboradores. Será en la Sala Joaquín Turina, como el resto de conciertos, incluidos los otros tres de jóvenes, y salvo la clausura, que como todos los años será en el Salón de actos de Capitanía. Tendremos también la sesión habitual del viernes por la noche en la Carbonería. Y algo fundamental: mantenemos nuestra sede en el Conservatorio Cristóbal de Morales, donde se celebran las clases y se hacen los ensayos. Agradecemos muchísimo a todas las instituciones y particulares la cesión de estos espacios: son nuestras casas.

-Entre los solistas este año tienen a un personaje ilustre, de extraordinaria fama, el violonchelista Gary Hoffman. ¿Cómo lo consiguió?

-No ha venido nunca a Sevilla, y está encantado. Viene exactamente en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros e incluso da algunas clases más que ellos.

-¿Puede completarme la lista?

-Tenemos como violinistas a Esther Hoppe, que ya estuvo en 2009, y me encantó su elegancia y la pureza de su sonido, Kristók Baráti y Nicolas Dautricourt, que ha sustituido a última hora a Philippe Graffin, que ha tenido una lesión. De viola estará Yura Lee y de cellista además de Hoffman, István Vardai. Tendremos también a una soprano noruega, Isa Gericke, a la que he seguido desde hace mucho y tiene la flexibilidad que necesitamos para un festival como el nuestro. La comunicación con el público es esencial y ella es maravillosa en escena. También repetirá el clarinetista José Luis Estellés, que ya estuvo en 2011, y que además de los conciertos y las clases dirigirá medio programa del concierto de la Banda. Y este año tenemos también a un contrabajista, el sueco Dan Styffe, que creo que es el contrabajista que más discos ha grabado como solista en el mundo, y a un pianista, Alexander Mazar, que tiene una importante carrera como solista, pero también ha trabajado mucho en música de cámara. No me vale cualquier músico, necesito que los que vengan al festival tengan un perfil concreto: deben ser cameristas reconocidos y profesores de nivel, y todos ellos cumplen con este requisito. Además este año tendremos a cuatro jóvenes que colaborarán con los artistas invitados en los conciertos.

-¿Puede comentarme las líneas de programación esenciales del Festival?

-Por supuesto, Turina. Todos los músicos tocan obras suyas, en este caso con alguna muy poco escuchada como Las musas de Andalucía. Schubert tiene además un protagonismo muy especial: se hace el Trío en si bemol, la Fantasía a cuatro manos, el Quinteto La Trucha o el liedEl pastor en la roca, que es tan difícil de oír en directo, ya que requiere en el acompañamiento un clarinete junto al piano. Hay grandes obras clásicas como el Trío para clarinete de Brahms o la Sonata para violín de Ravel y otras poco programadas como el Quinteto de Korngold, con Bengt Forsberg, que lo tiene grabado, o la Sonata para violonchelo de Frank Bridge. Para mí la obra más especial es en cualquier modo el Octeto de Enesco, que es muy difícil de programar, una obra muy complicada pero por completo emocionante. Es en definitiva una mezcla de obras populares con otras poco difundidas, algunas seguro que inéditas en Sevilla, y esa combinación es la que me interesa.

-¿Habrá una sexta edición del Festival en 2017?

-Ni lo pienso. Ya le he explicado por qué se celebrará la del próximo septiembre. Me alegro de que las relaciones con las instituciones fluyan ahora mejor y que hayamos encontrado una voluntad de continuidad en la colaboración. Pero de verdad que no me lo planteo. El Festival ha adquirido ya un tamaño tal que debería tener un equipo completo que trabajara todo el año. La colaboración permanente de Sofía Rosa para cualquier tema y la de Lourdes Rodríguez, que este año lleva la comunicación con la prensa, es fundamental. Sin ellas, el festival no sería posible. Jamás he vivido en una ciudad en la que haya tanto contraste entre la generosidad de algunas personas y el muro de silencio oficial. Pienso que el festival es una oportunidad para el público, para los jóvenes estudiantes de música, para la imagen de la ciudad: los beneficios tienen infinidad de matices, y es terrible que puedan quedar anulados por ese muro de silencio que tan a menudo nos encontramos, y también por algo que no termino de entender, la actitud de mucha gente en esta ciudad, que si no reciben, no dan nada. Enfrente, la generosidad y la entrega de los que participan es de verdad emocionante. Hay contrastes muy grandes en Sevilla, y cuanto más crece el Festival, más claramente aprecio esos contrastes.

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