"El purismo conduce a la frustración"
antigua
A los 25 años de la fundación del conjunto Musica Ficta, Raúl Mallavibarrena presenta con el grupo su segundo registro del 'Oficio de Difuntos' de Tomás Luis de Victoria
La ficha
'Victoria: Requiem' Musica Ficta. Raúl Mallavibarrena. Enchiriadis.
En 1992, con sólo 22 años, Raúl Mallavibarrena (Oviedo, 1970) se lanzó a la aventura de fundar un grupo de música antigua en Madrid. Pasado un cuarto de siglo, aquel conjunto, Musica Ficta, sigue siendo un nombre de referencia en el panorama español. "Cuando empecé me planteé escenarios diversos, desde que aquello no fuera a ninguna parte a estar ahora dando cien conciertos al años por los cinco continentes. Visto desde hoy, con todas las dificultades del arranque, me doy por satisfecho. Pero espero que el proyecto se siga desarrollando y pueda seguir trabajando con tantos buenos músicos. He visitado 22 países y llevo casi 20 discos con el grupo, que, dentro de cierta moderación, tiene un reconocimiento creciente. ¿Ambiciones? Uno sigue teniendo. Hay muchas cosas por hacer."
-Funda el grupo en un momento de ebullición y crecimiento de la música española. ¿Cómo ha vivido eso desde el ámbito de un grupo de polifonía?
-Hay un hecho muy significativo. Cuando fundé Musica Ficta, los cantantes estaban agrupados sobre todo en Madrid y Barcelona. Había algún grupo que estaba empezando a salir en Valencia y el País Vasco, y alguna otra excepción. Hoy puedes poner una chincheta en cualquier lugar de España y encuentras cantantes buenísimos. Cuando yo empecé, en Andalucía no había prácticamente nada, en estos años de allí han salido primeras figuras. Es evidente que los cantantes de música antigua han crecido a la par que el resto de instituciones musicales del país, incluidos los grupos barrocos. La polifonía sigue siendo un terreno difícil.
-En el último cuarto de siglo, el repertorio renacentista ha pasado por momentos álgidos y grandes bajones, que provocaron la desaparición incluso de conjuntos históricos. Musica Ficta ha resistido. ¿Cuál es el secreto?
-La clave es el modelo del grupo como marca. Tiene la ventaja de adaptarse a los repertorios y a las necesidades del mercado. Ha habido épocas en las que yo prácticamente no he hecho polifonía. Ha habido años en que el 50% de los conciertos era el programa de Músicas viajeras [música sefardí] y el otro 50%, barroco. He llegado a dar conciertos como Musica Ficta con tres personas: yo al clave, un violín y un cantante. Y así me he podido adaptar a las necesidades presupuestarias. Otros grupos optaron por un modelo puramente polifónico, y algunos no aguantaron la crisis. Cuando creé el grupo, ya lo tuve en cuenta: no podía fundar algo que fuera víctima de su propia estructura. La música antigua es muy amplia. De la Edad Media a 1750 se pueden hacer muchas cosas. La clave es tener capacidad para adaptarse a cualquier situación económica. Lo podemos ver hoy, cuando estamos rodeados de propuestas con música de Monteverdi, Bach, Haendel… Eso siempre va a funcionar.
-Para su 25 aniversario ha decidido volver a grabar una obra que ya tenía registrada, el Officium Defunctorum de Tomás Luis de Victoria, ¿por qué?
-La idea era buscar una obra que fuera emblemática del grupo, y el Renacimiento español y Victoria lo han sido más que nada. Las dos grandes cimas de Victoria son los Responsorios y el Réquiem. Los Responsorios los grabé hace poco, pero el Réquiem lo registramos en 2002. Además es una obra que se presta a verse de muchas maneras. Lo he hecho a cappella, a una voz por parte, a tres voces por parte, con órgano, con sacabuches, con violas, lo he hecho de mil formas y pensé que era interesante grabarlo desde una perspectiva distinta. He querido ofrecer un nuevo enfoque, tratando de demostrar que una obra maestra, cuando lo es, admite miradas diversas. Hace 15 años utilizamos dos voces por parte, con un órgano y un bajón, y lo hicimos en el tono original de la partitura; resulta pues de sonoridad más grave. Cuando se hace con este tono, algunos grupos, como el Gabrieli Consort, lo hacen solo con hombres, se puede hacer. Yo sin embargo aquí lo hago a cappella, a voz por parte, salvo altos y bajos doblados, y un tono alto, como lo han podido hacer The Sixteen o los Tallis Scholars, lo que le da a la obra una luminosidad mayor. El antiguo es más duro, más tosco, más violento. Aquí he buscado un toque dramático, pero más poético. Los tempi son más lentos y he tratado de buscar más la cercanía.
-Recientemente se ha movido por las redes sociales una dura invectiva del violagambista Roberto Gini contra quien fuera su maestro, Jordi Savall, acusándolo de ser uno de los responsables de una supuesta decadencia de la música clásica. De fondo, el eterno tema de la autenticidad. ¿Dónde se sitúa al respecto?
-Vistas las posturas, estoy mucho más del lado de Savall. Si quieres que la música antigua siga oyéndose hoy, hay que emocionar al público de hoy, aunque eso suponga hacer alguna concesión. El purismo interpretativo lleva a la frustración, porque nunca se sabe en realidad cómo sonó esa música, y aparte de para un museo, tampoco tiene mayor interés. Obsesionarse por cómo debió de sonar determinada música deriva en una fórmula de hacer las cosas que se agota. En ese sentido, Savall ha sido un pionero: cogió la música antigua y la adaptó en la interpretación usando determinados tipos de fusión. Hasta ahí, respeto máximo a lo que ha hecho Savall. El problema, y en eso sí estoy con Gini, es que, haciendo eso, Savall ha sabido vender muy hábilmente cuando le ha interesado que él es un purista. Yo le diría a Savall que tiene razón, que no pasa nada por bordear los límites de la heterodoxia, pero que lo diga claramente. Si no eres purista en la práctica, no lo defiendas en la teoría para ganarte el aplauso de los medios generalistas. Dicho esto, creo que el debate se ha desmadrado y hay gente que ha entrado a saco.
-Musica Ficta será grupo residente de la programación del CNDM del próximo curso. ¿Es un espaldarazo?
-Nos sentimos muy orgullosos y felices. Nos ha venido muy bien y vamos a tratar que nos sirva de impulso. Creo que les ha interesado mucho nuestro programa El camino de Flandes, que es un proyecto que me hace feliz, porque unifica mis dos grandes pasiones: la música y la historia. Cuando fundé el grupo estaba terminando justo la carrera de Historia y hubo un libro que me marcó, El ejército de Flandes y el Camino Español de Geoffrey Parker. Se me ocurrió la idea de montar un programa musical vinculando esos caminos que pasaban por ciudades con un patrimonio artístico y musical importantísimo (Milán, Lyon, Metz, Estrasburgo…). Lo hemos hecho en Granada y lo vamos a hacer en una gira muy ambiciosa por Europa. Las perspectivas para 2018 son buenas. Tenemos idea de volver a Estados Unidos y otras cosas muy atractivas que están por confirmar.
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