Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
INVESTIGAR EN MALAGA
Dejar de tener el control de cada músculo del cuerpo hasta quedar encerrado en el mismo sin posibilidad de acción o comunicación es, quizás, la consecuencia más cruel de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Para estos pacientes la tecnología puede ser un aliado clave, por lo que la investigación en este campo se presume fundamental. Desde hace ya 15 años un grupo de la Universidad de Málaga liderados por el ingeniero en telecomunicaciones Ricardo Ron trabaja en esta temática. El profesor, inmerso en el proyecto de ámbito nacional Licom 2016-2018 financiado con 102.000 euros, acaba de recibir un nuevo apoyo a su causa. La empresa Indra ha elegido su propuesta titulada SICSE y otras dos más entre las 70 presentadas a la convocatoria por parte de universidades públicas y privadas de todo el país. Durante un año intentarán avanzar en el desarrollo de un sistema de comunicación de bajo coste basado en interfaces cerebro computadora que facilite la integración tanto social como laboral de estos pacientes.
En palabras de los patrocinadores, “los proyectos han sido elegidos por la innovación y excelencia tecnológica de la solución planteada, su viabilidad para convertirse en un producto o servicio real que aún no exista en el mercado, su utilidad práctica en un entorno real de inclusión laboral y el alcance de su impacto”. Y lo que el equipo de Ricardo Ron pretende es proporcionar a pacientes un teclado capaz de ser controlado mediante la actividad cerebral y que sea una herramienta fácil de manejar, flexible y dinámica, con un software libre para que, como una APP, se pueda descargar en cualquier dispositivo. Gracias a un gorro con electrodos, el ordenador interpreta diferentes señales cerebrales de personas con importantes deficiencias motoras, pero con todas sus funciones cognitivas intactas, como es el caso de enfermos de ELA, distrofia muscular o lesiones agudas en la médula espinal. Y con estas señales el sistema toma una decisión.
“Tenemos un teclado virtual que se va iluminando por filas y columnas. El paciente tiene que estar atento a la letra que quiere que escribir durante unos segundos y contar las veces que se ilumina, esto produce un pequeño cambio en la actividad cerebral que el sistema detecta y, por tanto, el ordenador escribe dicha letra”, explica el ingeniero en telecomunicaciones y subraya que la tasa de acierto es del 95%. “Pero esto se trata de una investigación y es muy difícil de programar, no existe una herramienta fácil tanto para pacientes como para familiares”, asegura. Y en este desarrollo está inmerso su equipo investigador. “Tratamos de minimizar el tiempo requerido para seleccionar las letras por el usuario, se podría hacer un interfaz más reducido para acelerar la comunicación, también trabajamos en el uso de la realidad vitural, que es más inmersivo, y en la colocación de imágenes, buscamos estímulos para que sea mayor la respuesta cerebral y más ágil la escritura”, comenta.
Las primeras pruebas de este interfaz se hicieron con alumnos de la UMA para pasar posteriormente a pacientes. En el proyecto nacional de investigación Licom, que sirve de base para el sistema SICSE que ha ganado el concurso de Indra, ingenieros y psicólogos de la Universidad de Málaga trabajan en colaboración con expertos en técnicas de evaluación e interpretación de señales fisiológicas de la Universidad de Burdeos. “Medimos no sólo la actividad cerebral sino también la cardíaca y la sudoración de la piel”, apunta Ricardo Ron. Esto les aporta información sobre el estado de la persona, si está más cansado, si la utilización del sistema le produce fatiga o qué provoca en el cuerpo estos estímulos. “En el Hospital de la Universidad de Burdeos tienen un centro dedicado al ELA y podemos contar con pacientes reales”, señala el ingeniero malagueño.
Su proyecto anterior, Incadi, se basó en controlar una silla de ruedas a través de la actividad cerebral con cinco patrones distintos. “La idea es controlar la silla con la mente, poder ir hacia adelante, derecho, izquierda, marcha atrás y frenar”, dice Ricardo Ron. “Hay pensamientos que suelen estar relacionados con unas tareas muy concretas, como cuando imaginamos que movemos una parte de nuestro cuerpo, la mano derecha, la izquierda, los pies, eso produce un cambio en la actividad cerebral, igual que cuando pensamos en realizar una operación matemática o una pauta musical”, agrega el investigador. “Colocamos los electrodos en esas áreas del cerebro en las que sabemos que se producen esos cambios al realizar esas tareas mentales y se requiere entrenamiento del usuario para que funcione”, añade el profesor cuya faceta investigadora está centrada en aportar su grano de arena para poder facilitar la vida a los que la enfermedad se lo pone tremendamente difícil.
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