Deconstruyendo al psycho-killer

Strange darling | Crítica

Willa Fitzgerald y Kyle Gallner en una imagen del filme.
Willa Fitzgerald y Kyle Gallner en una imagen del filme.

La ficha

*** 'Strange darling'. Thriller, EEUU, 2023, 97 min. Dirección y guion: JT Mollner. Fotografía: Giovanni Ribisi. Música: Craig Deleon. Intérpretes: Willa Fitzgerald, Kyle Gallner, Madisen Beaty, Barbra Hershey, Ed Begley Jr.   

Ahora que la mayoría de las películas insisten en la denuncia de la masculinidad tóxica, violenta y patriarcal de una manera u otra, sorprende encontrar un thriller que, como Strange Darling, no sólo nada a contracorriente de tendencia (cansina), sino que le da un giro posmoderno, autoconsciente e irónico al asunto subvirtiendo roles y expectativas mediante un astuto mecanismo narrativo que desordena los capítulos de su historia (real) basada en uno de los recientes casos de asesinos en serie campando a sus anchas por las carreteras secundarias norteamericanas.

JT Mollner ensancha la pantalla y la llena de colores, ambientes y texturas analógicas (el filme se anuncia íntegramente rodado en 35mm) para desmontar una inicial secuencia de huida femenina en una juguetona estructura que resitúa una y otra vez todos esos tópicos tantas veces asociados al slasher criminal. A saber, a cada nuevo giro, nada termina siendo lo que parecía en un endiablado quiebro que convierte a las supuestas víctimas en verdugos y a estos en víctimas, y estamos hilando aquí todo lo fino que podemos para no destripar demasiado de un filme que, al menos hasta su último tercio, juega esa baza trilera con principal reclamo de atracciones.

En las antípodas de la sobrevalorada trilogía reciente de Ti West y no digamos ya de ese exhibicionismo excesivo y burdo de La sustancia, Strange Darling prefiere agitar y retorcer su laberinto, también su innegable orgullo gore, en aras de una interpretación de género de la violencia, que no de la violencia de género, capaz de desafiar el actual discurso feminista con tantas dosis de entretenimiento y buen hacer tras la cámara y el montaje, como fina sorna sobre las dinámicas industriales y las expectativas del espectador que paga hoy una entrada de cine sin demasiadas ganas de que lo sermoneen.  

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