Visitantes en el Museo Carmen Thyssen Málaga.
Visitantes en el Museo Carmen Thyssen Málaga.

El cuadro de Los Girasoles de Van Gogh ha sido la primera víctima de una serie de ataques contra obras de arte en pinacotecas de Europa. El 14 de octubre, dos activistas ecologistas lanzaron sopa contra la obra del pintor neerlandés, que se exhibe en la National Gallery de Londres como parte de una acción de concienciación sobre el hambre en el mundo. Pocos días después, le tocó el turno a un cuadro de Monet en Alemania, al que lanzaron puré de patatas; y a la figura de cera del rey Caros III, que recibió dos tartazos en el rostro, también en Londres.

¿Estamos ante una posible oleada de ataques al patrimonio artístico? Desde los principales museos andaluces creen que se trata de un hecho aislado, pero la sombra de un posible efecto llamada les acecha y preocupa. La Consejería de Turismo, Cultura y Consumo ha dado instrucciones a los museos andaluces pertenecientes a la Junta de Andalucía para que sean más celosos en la vigilancia de las salas y los accesos al edificio e insistan a los visitantes a que usen las consignas. Pero, ¿están los museos andaluces preparados ante un ataque contra sus obras?

Cada museo de Andalucía cuenta con su propio protocolo de seguridad, según su tamaño, infraestructuras y el patrimonio artístico que alberga, según informan desde la Consejería de Cultura. No existe un documento que englobe a todos los museos de la Junta.

En el caso del Museo Carmen Thyssen de Málaga, su gerente, Javier Ferrer, explica que esta pinacoteca privada cuenta con un escáner en la entrada, donde se supervisan todos los bolsos y mochilas, independientemente de su tamaño. Además, "hay auxiliares en sala, vigilantes en los pasillos y un sistema de videovigilancia, donde una persona supervisa en un cuarto la rutina del museo". En cuanto a la protección individual del cuadro, Ferrer reconoce que no todas las obras cuentan con un cristal protector: "depende del formato y de la historia de la obra".

Desde la Consejería de Cultura, por su parte, señalan que la protección de los cuadros con una lámina de cristal o similar depende del formato de la obra: "A las obras de grandes dimensiones no se les puede colocar un cristal porque el peso del mismo dañaría el marco".

Desde el Museo Picasso Málaga indican que todas las obras expuestas "están adecuadamente protegidas y tuteladas por sus diversos departamentos". Por motivos de seguridad, se deben depositar en el guardarropa los paraguas y otros objetos potencialmente peligrosos, y solamente se admiten maletas y mochilas con un máximo 55 x 35 x 20 centímetros, que deben estar colgados en la parte delantera del cuerpo, según se puede leer en su web. Sin embargo, la información no es clara en lo que respecta a las bebidas y alimentos. Según su web, estos "deben permanecer en el interior del bolso o mochila durante la visita". Pero, en otro documento, se indica que "no se permite entrar con comida ni bebida".

Tampoco se puede acceder al edificio con patinetes, triciclos o bicicletas. Y, aunque no se puede acceder con animales, los perros guía sí son bienvenidos.

Desde la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros Equipamientos Museísticos y Culturales apuestan por "tomar medidas" para intentar evitar que ocurran ataques que afecten a las obras. Por ello, en el Centre Pompidou Málaga, en la Colección del Museo Ruso y el Museo Casa Natal Picasso, "se van a implantar más medidas de seguridad" y, además "se está dando formación a los equipos de los tres centros".

En el Museo de Bellas Artes de Sevilla, por otro lado, no está permitido el acceso con mochilas o equipaje. Los únicos objetos permitidos en sala no pueden sobrepasar las medidas de 20 x 30 x 10 centímetros. No está permitido tocar las obras ni acercarse a ellas demasiado, debiendo guardar una distancia de seguridad de, al menos, 50 centímetros. Tampoco está permitido comer, beber, correr o fumar en el edificio. Y los únicos materiales permitidos para escribir o pintar en las salas son los lápices de punta seca. La pinacoteca sevillana no especifica en sus normas, si, aunque no está permitido comer dentro, se puede introducir algún alimento en los bolsos de mano.

Las normas del Museo de la Alhambra de Granada tampoco difieren mucho del resto: no se podrá tocar los objetos artísticos ni dañarlos, hacer fotografía ni vídeos y comer ni beber dentro del museo, y tampoco se admiten animales a no ser perros guías.

Otras obras de arte famosas atacadas

El ataque a Los Girasoles corona una larga lista de obras vandalizadas. Sólo en este mes de octubre se han contabilizado cuatro incidentes de estas características en el mundo. A los cuadros de Van Gogh y Monet y la figura de cera del rey Carlos III, hay que suman el cuadro de Pablo Picasso Masacre en Corea, expuesto de forma temporal en una muestra sobre el pintor español en la Galería Nacional de Victoria, en Melbourne (Australia). Los hechos ocurrieron el 9 de octubre, cuando dos personas pegaron su mano al cuadro del malagueño para hacer una llamada de atención sobre la crisis climática. La Policía logró quitar el pegamento que unía las manos de los activistas a una cubierta que protegía el cuadro y los arrestó.

También este año, el 25 de mayo, fue atacado el cuadro La Gioconda, uno de los principales reclamos del museo del Louvre de París, al que un visitante lanzó una tarta. La obra no sufrió daños al chocar el pastel contra el cristal blindado que protege el óleo.

Son varias las obras de Picasso que han sufrido algún ataque en las últimas décadas. En junio de 2012, un hombre roció con spray dorado la obra Mujer en sofá rojo, expuesto en la colección Menil de Houston (EE. UU.). La pintura pudo ser completamente recuperada. El Guernica también fue atacado en 1974, cuando un hombre escribió con pintura roja sobre la obra, expuesta entonces en el MoMa de Nueva York, las palabras Kill Lies All. Se limpió la pintura y el cuadro no sufrió daño

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