Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
XI Noches en los Jardines del Real Alcázar. Componentes: Vicente Parrilla, flautas dulces; Miguel Rincón, laúd renacentista; Álvaro Garrido, percusión. Programa: 'The new hunt is upp' (improvisaciones sobre grounds ingleses). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Viernes 6 de agosto. Aforo: Lleno.
En la música inglesa, el ground es el equivalente al basso ostinato, esto es un esquema armónico o rítmico que se mantiene en la línea del bajo mientras que por encima se desarrollan melodías. El ground era utilizado básicamente como punto de partida para las improvisaciones que, no se olvide, fue la práctica esencial de los instrumentistas europeos durante varios siglos.
Era por tanto cuestión de tiempo que un conjunto como More Hispano, que fundamenta su existencia en la recuperación de las prácticas improvisatorias antiguas, dedicara un trabajo a la música inglesa del período isabelino, en el que los grounds, y con ellos las improvisaciones, florecieron por doquier. Tras sus exitosos trabajos en torno a los modelos armónicos más conocidos de la música española e italiana del XVI, el salto a las islas se presentaba para el grupo liderado por Vicente Parrilla como absolutamente lógico y natural.
La presentación pública de este nuevo desafío se hizo el viernes en el Alcázar y en formación de trío, por lo que lo escuchado puede considerarse sólo el punto de partida de un trabajo que, como en otros repertorios, empeñará a Parrilla y sus compañeros seguramente durante años.
El germen lo constituyeron esta vez piezas de John Johnson, William Byrd y anónimas pensadas originalmente para el laúd, el virginal o el clave, instrumentos polifónicos en todo caso, que permiten juegos tímbricos y de imbricación de voces que es parte consustancial del trabajo del grupo. Ofreciendo en primer lugar la pieza en su estado más o menos original, el trío se lanza luego a una exhibición de original virtuosismo, en el que a las disminuciones inverosímiles de las flautas se suma la refinada exquisitez del laúd y la pujanza rítmica de las percusiones, hasta alcanzar momentos de eléctrico vigor, de incandescente pasión. Lo mejor es que esto, que es ya muy bueno, es sólo el principio de algo imprevisible.
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