Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
cómics
'Las calles de arena'. Guion y dibujos: Paco Roca. Astiberri, 2009.
Cuando algún forastero nos pregunta por alguna dirección de nuestra localidad, las indicaciones que le damos suelen ser como si estuviésemos acompañándolo mentalmente, para que no se pierda. Es decir, en lugar de indicar: "coja usted por la tercera calle a la izquierda..."; solemos indicar: "la primera, no; la segunda, tampoco; la tercera calle, coja usted a la izquierda...".
El protagonista sin nombre del cómic Las calles de arena, de Paco Roca, no tiene tanta suerte. En sus páginas, se narra el extraño viaje de un joven a través de lugares habituales que, sin embargo, se hacen desconocidos. Son éstas unas calles que navegan en ese mundo donde lo imposible y lo absurdo se convierten en una experiencia opresiva. Dotada del punto onírico de los relatos de Kafka, Cortázar y Borges (El libro de arena da título a este cómic), esta obra de Paco Roca plantea si es posible cambiar el destino.
En Las calles de arena, el historietista valenciano se adentra en el realismo mágico para hablar sobre la inseguridad, la insatisfacción, la aceptación del destino, todo ello en la aventura de un hombre anónimo que debe llegar a una cita con su novia y con su hipoteca, y decide atajar por el Barrio Viejo, donde se pierde por el laberinto de calles, siendo incapaz de orientarse.
Tras dar vueltas y más vueltas entra en un hotel a preguntar cómo se puede salir del barrio, pero se ve obligado a pasar allí la noche. En el hotel, verá sus temores personificados en los inquilinos más variopintos: los amores imposibles de la señora Esther; la inseguridad del Coronel Francisco Piedra; la soledad de la cartera del barrio, Blanca, que sólo se comunica a través de cartas; el miedo a la muerte del señor Soto; miedo a la pérdida de memoria del Conde Diógenes; y la angustia que el protagonista siente por ser incapaz de salir de ahí y recuperar su vida, por haberse convertido en un hombre sin nombre. El personal también es de lo más peculiar: la recepcionista que no puede tomarse ni un ratito libre; el de mantenimiento, en lucha constante contra las calderas del edificio… Todo un abanico de personajes, cuya norma común es el ensimismamiento, y que confundirán a nuestro protagonista a la hora de escabullirse de esta pesadilla, pero posibilitarán que se amolde a una situación que ni en sus sueños más fantásticos hubiera imaginado. Pero el trato con estos personajes le cambia. Las calles de arena, opresoras en principio, se convierten en un hogar posible, la pesadilla evoluciona hasta convertirse en un sueño, a pesar de lo cual, nuestro joven protagonista trata de regresar a la realidad que conoce.
Paco Roca reúne préstamos, alusiones, calcos y guiños en un cómic para reflexionar, que sigue su propia lógica a través de la poesía expresada en forma de tebeo. Que un despistado como el anónimo protagonista se pierda en calles desconocidas es inevitable. De ahí a verse atrapado en un laberinto sin salida aparente, no hay más que un traspiés.
El humor atenúa la inquietud. Los toques cómicos no invitan a la risotada pero sí a sonreír, humanizando el absurdo.
Paco Roca sube un peldaño en su grafismo, simplificando la línea, pero enriquecido en detalles, siempre consiguiendo una ambientación que transmite perfectamente un contexto irreal aunque posiblemente lógico. Las expresiones de los personajes reflejan lo que sienten.
El color juega un papel muy importante en la narración. Por ejemplo, el hotel tiene colores rojos y verdes, que hacen sentir agobio. Cada personaje está caracterizado por un color diferente, que tiene un vínculo con su forma de ser, y se expresa por él. Por ejemplo, el color morado es para quien tiene inquietudes religiosas.
Las calles de arena vuelve a demostrar que Paco Roca es uno de los mejores historietistas que podemos encontrar en el panorama nacional español. Ganador del Premio Nacional de Cómic en 2008, por Arrugas, Roca es todo un referente de la historieta en España. Habitual de revistas como El Víbora, comenzó su andadura profesional junto al ilustrador y escritor Juan Miguel Aguilera. Actualmente, Roca trabaja directamente para el mercado francés a través de la editorial Delcourt, mientras en España es Astiberri quien publica su obra.
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