Golpes de realidad y deseo

En su primer largo, la francesa Victoria Musiedlak pone un astuto cebo a su espectador para adentrarlo pronto en su retrato de una emancipación femenina no precisamente alentadora. Una joven abogada (la emergente Noée Abita, menos frágil de lo que aparenta) hasta ahora en labores menores en un bufete parisino, ha de hacerse cargo de urgencia de la custodia y defensa de un joven acusado de asesinato en una ciudad de provincias.

Lo que parece va a ser un thriller judicial vira pronto hacia otro terreno insospechado: nuestra inexperta letrada inicia una apasionada relación con un policía (el noruego Anders Danielsen Lie) implicado en la investigación del mismo caso, relación que Musiedlak filma en encuentros con una alta carga de intensidad erótica mientras se van revelando poco a poco algunos escabrosos detalles del caso criminal en cuestión.

La película se va abriendo así en dos direcciones y dos pérdidas de la inocencia paralelas como evidente metáfora de la salida del cascarón, añadan también la familiar, de una joven que empieza a descubrir el mundo profesional y romántico a golpe de realidad procesal y palpitaciones de deseo. Ese es sin duda el principal valor original de un filme que se sirve del pretexto genérico y de algunas trampas al solitario en la resolución de la trama como excusas para un retrato poco complaciente del oficio y sus peajes personales.