"No tenemos posibilidad de hacer cine y aun así hacemos lo que podemos"

Carmelo Gómez. Actor

El ganador de dos Goya repite bajo la dirección de Andrés Luque y Samuel Martín en 'Tiempo sin aire', un drama que protagoniza junto a Juana Acosta.

Carmelo Gómez regresa esta semana a la gran pantalla con 'Tiempo sin aire'.
Carmelo Gómez regresa esta semana a la gran pantalla con 'Tiempo sin aire'.
I. Montes / Málaga

01 de mayo 2015 - 05:00

Con las tablas que aportan cerca de 30 años de interpretación a sus espaldas y el reconocimiento de dos Goya, Carmelo Gómez vuelve con Tiempo sin aire, un drama que "posiblemente", dice el actor, será unos de sus "últimos trabajos" en la gran pantalla. Bajo las directrices de Andrés Luque Pérez y Samuel Martín Mateos, Gómez se mete en la piel de Gonzalo en este segundo largometraje de ambos directores que profundiza en las pulsiones humanas. La venganza, el odio, la violencia, la mentira... pero también el amor incondicional, la esperanza y la entrega absoluta.

-Repite bajo la misma dirección que Agallas, presentada también en el Festival de Málaga en 2009, pero con un personaje no tan marcado por la acción sino por los conflictos internos. Ha sido un cambio radical, ¿no?

-Me pilla en un momento de cambio, de reposo, de tener una mirada sobre la vida más serena. Antes eran los grandes gestos y ahora son las pequeñas cosas las que me hacen recapacitar. He cambiado mucho y en este sentido quería encarnar a un hombre frágil, observador, cuidador y conciliador. Me gustaba porque no era solamente el contrapeso de la bondad sino también una persona que sufre, que tiene un problema con su interior y con su soledad.

-¿Qué le atrajo de su personaje al margen de su psicología?

-Para mí lo más bonito de mi personaje y de la película es el momento en el que uno como un perro de presa no puede dejarla y el otro le dice "no te sigo, pero tampoco te dejo". Creo que ese es el momento culmen y más maravilloso de la película.

-Además del aspecto psicológico, físicamente se ha tenido que adaptar a Gonzalo adelgazando unos 15 kilos. ¿Se acostumbra uno a esos cambios?

-Sí, además, perder peso me divierte más que ganarlo. Lo propusieron los directores, me dijeron que querían cambiar mi imagen sobre todo. Y a mí me apetecía también porque ayuda mucho a entrar en el personaje. De repente te ves en el espejo y te preguntas quién eres.

-¿Qué otras cosas le ayudaron a meterse en el personaje?

-Muchas cosas. Pero especialmente hay un documental francés que se llama Ser y tener [de Nicolas Philibert, 2002] que va sobre la educación y donde hay un personaje dedicado exclusivamente a los chavales, a las otras personas más que a sí mismo.

-¿Como su personaje con María, interpretado por Juana Acosta?

-Sí, pero son personajes que, aunque relegados a los límites de la vida, son muy activos porque no es en la reflexión donde se construyen, sino en la acción diaria con los chavales: se construyen construyendo a los demás.

-Recientemente dijo que quería regresar al teatro. ¿Es Tiempo sin aire uno de sus últimos proyectos junto con los dos que le quedan por presentar?

-Probablemente sí, al menos eso es a lo que apunto cada día con más convicción. Tal y como está el tema quiero hasta irme del país; y como es una de las cosas que puedo hacer y que puedo elegir, si todo esto sigue así, me iré.

-Pero aquí en España siguen contando con usted. De hecho, Andrés Luque y Samuel Martín han dicho que tenían claro que iba a estar en este proyecto...

-Sí, pero no de una manera definitiva. También veo una cosa que me da espanto: no tenemos ninguna posibilidad de hacer cine y aun así hacemos lo que podemos. El cine se hace con dinero y nadie nos puede convencer de lo contrario. Me parece terriblemente injusto estar luchando con una cosa que se hunde; por eso desde mi punto de vista lo que haría es acabar ya, todos a la vez.

-En la película se hace referencia a esa falta de aire para poder respirar sin sed de venganza. ¿Qué le corta la respiración a Carmelo Gómez?

-Tengo unas vigas de madera en mi casa que tienen algo de carcoma y las estoy tratando con químicos. Esa sería la metáfora de mi vida en la que, en general, empieza a faltarme el aire. Cuando llegué a este oficio venía lleno de felicidad e ilusión y no entendía qué pasaba, ya que mis defectos eran mis virtudes. Y ahora lo que yo considero mis virtudes son defectos incuestionables e intratables. De repente estoy en otro punto y empiezo a no poder respirar porque me gustaría saber cómo resolver determinadas cosas, pero eso es la vida. Veremos a ver qué pasa con el teatro y a ver si tomo ahí respiración.

-¿Queda algo de ese actor de sus inicios o del ganador de dos Goyas en el intérprete de hoy?

-Todo. Tendrían que ver cómo son mis cuadernos de trabajo. Tengo una pasión absoluta, pero una pasión apasionable. El problema llega cuando le metes pasión a algo que no es apasionable. Ahí estás fingiendo, engañándote tú, vas a contrapié. Y a mí eso se me nota, a otros no, pero a mí se me nota.

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