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Los regresos | Crítica
Los regresos. Juan Vico. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2024, 152 páginas. 18,00 euros
Dino Campana, poeta del novecento, suele ir acompañado de la etiqueta de Rimbaud italiano, una definición útil para hacernos una idea superficial de este autor –no muy conocido en España-, pero que quizá lo empobrece. Porque Campana fue más que un alguien de otro sitio. Autor del extraordinario Cantos órficos, libro de poemas que necesita una nueva traducción al español, Dino Campana fue un nombre cuya vida despierta la atención de cualquiera. Por varios motivos. Sus fracasos de estudiante universitario, su personalidad ingenua y romántica –si no es lo mismo-, sus desconcertantes viajes por Europa y América, lo heterogéneo de su vida laboral –también fracasada-, su mala suerte –en general-, la historia editorial de su canónico poemario. En fin, todo un carrusel de estimulantes episodios.
El escritor y poeta Juan Vico acaba de publicar Los regresos, novela que nos aproxima a los perfiles del excéntrico Dino Campana. La narración, torrencial y de un ritmo incesante, nos imbuye en esta vida, también torrencial y de un ritmo incesante, y nos recuerda al proyecto narrativo de Juan Bonilla, con sus novelas sobre Vladímir Mayakovski y Nahui Olin. Vico toma una fórmula cercana a la de Bonilla, esa síntesis de lírica y de narrativa, aunque con sus dosis a veces no del todo equilibrada entre la conmoción de lo poético y la precisión descriptiva de lo narrativo. Un ejemplo podría ser este fragmento: “Soplan, fraternales, la sopa que humea y que sorbe ruidosamente. Corrigen, solícitos, la puntuación de la postal que ahora escribe junto a la ventana como en una pintura holandesa. Alborotan, incitantes, sus cabellos sucios (…)”. Ese tono poético cuya carga quizá sea algo excesiva.
Pero no vamos a detenernos –no lo merece- en estas disquisiciones –en estas pamplinas- cuando tenemos que hablar de la historia de Dino Campana, ese poeta cuya biografía tiene que ser contada en la novela. No puede ser de otra forma. Juan Vico nos retrata al padre desesperado por su indómito hijo y a la madre, religiosa y ausente en la vida familiar; nos descubre también a Mario, tío del poeta, ingresado en el inquietante manicomio de Ímola –donde también será ingresado Dino Campana-, y nos detalla la primera juventud de un chaval que da los primeros avisos respecto de desequilibrios mentales, inestabilidad emocional, desórdenes personales.
En Los regresos son memorables las páginas en las que Campana hace vida literaria, y se desencanta del futurismo, en concreto cuando conoce a Marinetti, y entrega el manuscrito del futuro Cantos órficos a Giovanni Papini y a Ardengo Soffici. Un manuscrito que tuvo otro título y que Soffici pierde entre los papeles de su oficina, en una sucesión de infortunios sólo posibles en la malograda vida de Dino Campana. También hay que destacar el relato que Juan Vico construye en torno a Sibilla Aleramo, escritora y amante de Campana. Una relación sentimental accidentada y a ratos enferma. Similar a sus protagonistas.
Los regresos, de Juan Vico, se podría resumir con los siguientes parámetros: una escritura atípica y atractiva, y un interesante protagonista aún por descubrir entre los lectores españoles.
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