YUJA WANG & MAHLER CHAMBER ORCHESTRA | CRÍTICA
Profundidad y diversión de un piano
Exposición
Ahí está, nada más entrar, el flexo que tantas veces hemos visto saltando en el logotipo sobre una i en la pantalla hasta aplastarla. El flexo y también la pelota con la que jugaba en Luxo Jr., la primera pieza salida de los estudios Pixar, un corto de 1986 que recibe al visitante. La obra fue dirigida John Lasseter, el hombre que le cambió el paso a la industria de la animación cinematográfica, hasta el punto de dejar prácticamente en fuera de juego durante un largo tiempo a la todopoderosa compañía Disney, que en 2006, rendida a la evidencia, compró por 7.500 millones de dólares el trono perdido en las pantallas y en el encanto de las historias con la operación mediante la que ambas se fusionaron.
Con sus primeros aldabonazos en la cultura popular y el imaginario colectivo, llámense Toy Story (1995), Bichos (1997) o Monstruos, S.A. (2001), Pixar aportó nuevos aires, otra sensibilidad, un dominio formidable del lenguaje narrativo y los códigos de la animación, que conjugó con un tono más paródico, lúdico y autoconsciente y la potencia emotiva marca de la casa. Pero también exhibió un despliegue de innovación sin precedentes en ese filón codiciadísimo de la industria del cine, valiéndose por ejemplo de un algoritmo de autosombreado de las figuras que aportaba un mayor realismo a las imágenes o novísimas técnicas que a finales de los 80 y principios de los 90 se usaban para elaborar recreaciones virtuales en 3D de delicadas intervenciones quirúrgicas.
Y es frecuente, viendo el grado de perfección alcanzado por las imágenes digitales que acabamos todos viendo a veces en el cine y casi siempre en casa, que pasemos por alto cuán decisivos e insustituibles continúan siendo en todo ese proceso, pese a tanta modernidad apabullante, los viejos –o siempre jóvenes, según quiera mirarse– talentos puramente artesanales.
Esto es justamente lo que quiere resaltar y explicar Pixar. Construyendo personajes, la exposición que hasta el 21 de marzo del próximo año podrá verse en el Caixafórum de Sevilla. Es un estreno (que llegará posteriormente a los centros hermanos de Gerona, Palma, Tarragona y Lérida), aunque lógicamente tiene una estrecha relación con Pixar. 25 años de animación, la muestra celebrada hace un lustro en los Caixafórums existentes entonces y que es una de las más visitadas de la historia de la red de espacios culturales de la entidad catalana.
Pero si bien la de 2015 consistió en un recorrido cronológico por los hitos de Pixar, puntualiza Moisés Roiz, director del Caixafórum hispalense, la que ahora acoge la ciudad pone específicamente el acento en aspectos relacionados con el laborioso proceso creativo que hay detrás de películas como las antes citadas y muchas otras, de Buscando a Nemo a Coco, pasando por Los Increíbles, Brave, Up, WALL-E, Ratatouille o Cars. Todas ellas –así como la recentísima Soul, aún sin estrenar– están representadas en los 130 dibujos y 48 maquetas que componen la muestra, llamada a ser, por su evidente vocación familiar, uno de los hitos populares de la presente temporada del centro cultural de la isla de la Cartuja.
"Se trata de mostrar el ingente trabajo que hay detrás de las películas, la dimensión colectiva que tiene esta forma de creación artística. Porque cada rasgo de los personajes, cada elemento de las películas, desde los paisajes que se ven en ellas a la música, están orientados a despertar las emociones del espectador", explica desde la ciudad californiana de Emeryville, donde la factoría tiene su sede central, la comisaria asistente de la exposición, Brianne Moseley. Este proceso se ilustra en la muestra a través de los personajes –tantos, y tan icónicos– de los filmes de Pixar, en cuya creación, aunque la cantidad puede variar de un filme a otro, suelen participar en torno a 300 personas.
El proceso siempre empieza con la definición del personaje icónico, llamado a suscitar de manera inmediata la empatía para activar los mecanismos de identificación sin los cuales las películas, animadas o de las otras, lisa y llanamente nos darían igual. Ese trabajo se hace en papel, no sólo mediante programas informáticos sino también con materiales tradicionales (pastel, acrílico, lápiz, rotulador, gouache, acuarela), como puede comprobarse en los dibujos seleccionados. E inmediatamente después, cuando los artistas y diseñadores (rarísima vez se encarga de esto una sola persona) han propuesto sus bocetos del personaje en cuestión, se crea una maqueta de arcilla, que se recubre luego con una resina. La exposición recoge además fragmentos de storyboard, que demuestran cómo "cada paso en la evolución de un personaje responde a un guión literario pero también gráfico".
En ese "proceso de repetición y exploración", como lo llama Moseley, se dan cambios importantes. Boo, de Monstruos S.A., podría haber sido un niño. O un bebé. Pero acabó siendo una adorable niña. Woody, el sheriff de juguete de Toy Story, iba a ser un muñeco de ventrílocuo, pero durante el incesante tira y afloja del proceso de creación –que suele prolongarse durante no menos de cinco años– probablemente alguien reparó en que el objetivo de la película no era aterrorizar a los niños (y a los padres de los niños). O Buzz Lightyear, el arrojado astronauta socio de Woody: en los dibujos que recoge la exposición se aprecia hasta qué punto cambió respecto a los primeros bocetos; cambió todo en él, hasta el infinito y más allá... salvo los colores de su traje, blanco con remates en verde y violeta porque estos eran los colores predilectos de la mujer del diseñador que finalmente dio en el clavo y perfiló al muñeco flipado que todo el mundo identifica hoy.
También resultará curioso al visitante contemplar las nociones puramente abstractas a partir de las cuales brotaron los personajes de Del revés, una película para la que el equipo creativo contó con el asesoramiento de "expertos en psicología y neurocientíficos", cuenta Moseley. Fruto de estas consultas, los dibujantes llegaron a la conclusión de que, para lograr una comprensión universal, debían partir de formas básicas, y lo aplicaron radicalmente: de este modo, Alegría era, al principio, una estrella, dinámica y expansiva; Ira, un bloque rojo, compacto y plomizo; y Tristeza, una especie de lágrima, una forma azul que parece estar extendiéndose lentamente como una mancha de aceite...
La exposición también incluye diversos audiovisuales. Además de Luxo Jr., el corto fundacional de la compañía protagonizado por dos lámparas de escritorio antropomorfas que citamos al empezar este texto, hay distintas proyecciones que ofrecen entrevistas con los artistas así como una selección de momentos emblemáticos de la filmografía de Pixar. Respecto al diseño de la muestra, la exposición remarca la idea de trabajo cuidadoso y de análisis, con una estética minimalista, "casi de laboratorio, para facilitar que el visitante pueda centrar su atención en los dibujos y maquetas de los protagonistas de las películas".
Una completa tanda de actividades paralelas complementará, como es costumbre, la exposición. Entre las más destacadas están el habitual taller didáctico concebido para los más pequeños, que esta vez invitará a crear un personaje mediante un interactivo que, paso a paso, permitirá configurar su apariencia y su personalidad; una vez terminado, el personaje se proyectará en la pared y pasará a formar parte de la gran familia de criaturas que irá creciendo sobre la marcha. Además, un ciclo de películas y cortometrajes de la factoría Pixar permitirá ver (en versión original con subtítulos) o volver a ver algunos de los clásicos del estudio: Toy Story (19 de diciembre a las 16:30, como las demás sesiones), Los Increíbles (2 de enero), Up (9 de enero), Del revés (16 de enero) y Coco (30 de enero).
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