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Pilar Távora prepara 'La Gran Redada o Prisión general de gitanos', una película que recreará, entre la ficción y el documental, el flamenco y el arte, "un episodio olvidado por la Historia"
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"Puestos en presidio se les enseñará y se acabará con tan malvada raza". Han transcurrido casi tres siglos desde aquella sentencia del marqués de la Ensenada, pero la lejanía del tiempo no atenúa el escalofrío que provoca la infamia. La Gran Redada, el plan minuciosamente urdido por el ministro de Fernando VI a final de julio de 1749 y concebido para terminar con la presencia de los gitanos en España, cambió trágicamente el destino de hombres a los que se envió a trabajos forzados, la suerte de mujeres y niños que sufrieron la reclusión en cárceles o fábricas. Una geografía del oprobio que se propagó por el país: Cartagena, Cádiz, Ferrol, Almadén, Málaga, Valencia, Zaragoza. Personas capturadas en el sigilo de la noche como criminales a los que nadie podía atribuir ningún delito. Una comunidad que cargaría desde entonces, en el imaginario colectivo, con los lastres del estigma y la sospecha.
A la cineasta Pilar Távora le sorprendía la capa de olvido bajo la que estaba sepultado este "episodio absolutamente oculto de la Historia. Yo le preguntaba a gente culta, a escritores y periodistas, y lo común es que se extrañaran. ¿La Gran Redada? ¿Eso qué es?", recuerda esta creadora distinguida con la Medalla de Andalucía el pasado año. Asombrada por esta situación, Távora planeaba como una suerte de desagravio dar forma a un proyecto que reconstruyera estos hechos, "una película que se viera por televisión, que fuera a festivales internacionales, que se proyectara en cines... Que generara opinión, porque todo lo que se ha dicho y hecho hasta ahora sobre La Gran Redada no ha surtido mucho efecto: sigue siendo una historia muy ignorada".
Ahora, cinco años después de su documental Helios Gómez: Tinta y Munición, un homenaje a un pintor y dibujante que fue también una figura destacada de la cultura gitana, y finalizada su etapa en el Consejo Audiovisual de Andalucía, la directora prepara La Gran Redada o Prisión general de gitanos, un filme que prevé empezar a rodar en mayo y que enfrenta en estas semanas su preproducción, "ese vértigo de preparar contratos, cerrar localizaciones y pedir permisos, una cantidad de sinsabores que vienen acompañados de la ilusión, que hace que todo esto compense", cuenta la directora de Yerma y Madre amadísima. El nuevo proyecto ya cuenta con el apoyo de Canal Sur, "algo muy importante en una productora para atraer otros respaldos. El acuerdo con tu propia televisión genera confianza cuando llamas a otras puertas".
Távora plantea La Gran Redada o Prisión general de gitanos como una "denuncia por la ocultación histórica. Muchos consideran hoy al marqués de la Ensenada un héroe, y Fernando VI ha pasado a la posteridad como el prudente. Pero ambos llegaron a tramar algo tan horrible como separar a mujeres y hombres gitanos para que no se reprodujeran". La realizadora expresa su dolor ante una operación que se orquestó "con nocturnidad y alevosía, sin ningún aviso previo... Con sobres lacrados a los poderes para que el ejército interviniese por sorpresa en todas las casas", explica la sevillana. "Y ahí no se hace distinción entre los gitanos buenos, entre comillas, y los malos. Los primeros eran los que estaban asentados, los que tenían sus oficios y sus casas. Y los malos, los nómadas. Con La Gran Redada se quiebra esa distinción entre ellos", prosigue Távora, antes de señalar la implicación de la Iglesia. "Existía la posibilidad de que los perseguidos se refugiaran en los templos, pero recurren a Benedicto XIV para que emita una orden por la que a los gitanos no se les permitirá hacerlo. De modo que el Papa deja a estos hombres y mujeres sin ningún amparo. Y la ironía es que los bienes que les confiscaban a los propios gitanos fueron los que ayudaron a pagar esta campaña terrible".
Una de las tesis que defiende la cineasta es que "de ahí, de lo ocurrido en La Gran Redada, parte toda la pobreza, la marginación y la imagen del pueblo gitano que llega hasta la actualidad. Después de una amnistía del rey que les coge casi de refilón, la mayoría quedó en la más absoluta pobreza y con unas secuelas psicológicas tremendas tras sufrir esa persecución. Un señalamiento que no se acabó ahí: después se hicieron leyes y articulaciones en la Guardia Civil para la vigilancia y el control específico de los gitanos. En la memoria colectiva se instalará una imagen distorsionada de este pueblo... Por eso creo que esta historia hay que contarla", apunta la productora y guionista, que cree que la representación de esta etnia en las ficciones actuales "no se da mucho, y si ocurre es para vincularla a la droga. Es muy triste".
Távora ha meditado largamente la factura que tendrá su película, cómo deben plasmarse los sucesos de La Gran Redada para impactar a la audiencia de hoy. "Nos movemos en el contexto audiovisual del siglo XXI, y eso no podemos olvidarlo", opina. "Hay que atrapar a públicos acostumbrados a plataformas, a series, a internet... Cuando piensas una película de hora y media tienes que preguntarte cómo puedes atraer a estos espectadores", dice sobre un proyecto complejo en el que Távora mezclará "cuatro géneros: el documental, la ficción, la música y las artes plásticas". Uno de los detalles más singulares de esta propuesta es que durante el rodaje se pintará un cuadro, y el seguimiento de ese proceso artístico se intercalará con "las entrevistas, las voces en off y los pasajes de ficción. Y cuando esté terminada la obra, en ese lienzo se generarán los títulos de crédito finales", explica la directora, que quiere cerrar su filme con un mensaje de esperanza: "Quiero que esa imagen del cuadro sea en positivo".
En La Gran Redada, anticipa su creadora, se divulgará el flamenco "en los escenarios donde transcurrieron los hechos"; habrá mucha "intervención gitana en las entrevistas, porque tenemos abogados e historiadores", y "aportaciones valiosísimas" de investigadores como Manuel Martínez Martínez, especialista en este episodio histórico. La película recordará también a Félix Grande, que repasó los padecimientos de los gitanos en los textos de Persecución, la semilla de un disco mítico. "Creo que Félix no ha tenido el reconocimiento que merece. Quiero rescatar su voz para la película", afirma Távora. Junto a las instituciones que se quieren sumar a un proyecto que creen necesario, la cineasta desea "que una parte del pueblo gitano se involucre, incluso colaborando económicamente. Sería un gesto bonito con sus antepasados y con su historia".
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