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Lograr el amor es alcanzar a los muertos | Crítica
Lograr el amor es alcanzar a los muertos. Álvaro Petit Zarzalejos. Siltolá. Sevilla, 2023. 74 páginas. 14 euros
EL duelo. La pérdida. La muerte del ser querido. Es un tema recurrente en la literatura que hoy se publica en España. Lo que no es tan habitual es la manera en la que lo aborda el poeta Álvaro Petit Zarzalejos en el poemario Lograr el amor es alcanzar a los muertos, publicado por Siltolá. En los poemas del autor leemos el dolor de la pérdida, el vacío, la falta del padre, la resignación, las preguntas –y la frustración– ante la experiencia de la muerte. Pero no se incurre en el sentimentalismo, que sería lo previsible, ni en el desahogo emocional, que es casi lo inevitable. Digamos que la experiencia pertenece a la persona, pero en este libro prevalece el poeta.
Un poeta, Petit Zarzalejos, que nos recuerda a Martínez Mesanza, en los tonos, en los registros. En ese verso que contiene música y cadencia, solemne sin resultarnos pretencioso, y que nos invita a la lectura reposada, serena. Hay poemas estremecedores, que realmente conmueven. Así en el arranque de "Noches de insomnio": "Se me muere el alma entre las manos, / y temo morir con ella; el alma, padre, / mi alma océana y desértica, / y me muero, padre, me muero yo con ella. / ¡Es este mundo que me ha quedado, / este mundo que es sólo sangre en silencio!". Son imágenes muy notables, desde el alma llena y a su vez vacía hasta la descripción del mundo como "sangre en silencio". Es exactamente lo que queda tras la muerte de un progenitor. Queda extrañeza, horror y el desconcierto.
Álvaro Petit Zarzalejos es poeta y es periodista. Al igual que lo fue el escritor gaditano Félix Bayón, quien decía que la poesía y el periodismo coinciden siempre en la exactitud. Es otro mérito del libro, de Lograr el amor es alcanzar a los muertos. Los poemas que en él se incluyen están llenos de exactitud. Una precisión expresiva y una riqueza de imágenes. No debe ser fácil dominar el pulso del sentimentalismo, no debe ser fácil esquivar la tentación del testimonio personal o de la autocomplacencia, que en un libro de poemas es algo que no suele tener valor. Petit Zarzalejos equilibra la carga emocional, y es el poema el que dice. A veces tan sólo sugiriendo, dejando al lector las últimas palabras, el sentido de lo que se desea manifestar. Por ejemplo, en "Demasiado tarde" leemos este final: "Es tarde y se consumen las palabras. / Sin ídolos y sin idioma y es tarde / y el cielo tiene forma de arbotante".
Pero no hay un final para la vida en este poemario sobre la muerte del padre –muerte, ¿dónde está tu victoria?, nos preguntamos–. Porque a pesar del dolor, a pesar de la tragedia, se advierte, entre las rendijas, es decir, entre los versos, una esperanza. Suponemos que para el autor es la esperanza que emana de su fe católica. Para otros tantos será la esperanza de que en el poema sobrevive el recuerdo, o sea, con el poema siempre vence la vida. Son estas las últimas lecciones que se extraen de la lectura de Lograr el amor es alcanzar a los muertos. Lo escribe el poeta: "Eres tú el recuerdo y no me dañas, / el prodigio que eres templa mi duelo".
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