‘Pepito y Paquito’, el ‘Carbono 14’ del genio de Algeciras
Flamenco
Se recuperan unas grabaciones de Pepe y Paco de Lucía de 1959, un documento de incalculable valor que muestra “la transición del flamenco tradicional al moderno”
La historia de Pepito y Paquito, el álbum que rescata las primeras grabaciones de Paco de Lucía y su hermano Pepe, y que pasa a ocupar una página importante de la historia del Flamenco, podría haber sido el argumento perfecto de una novela sureña y flamenca de realismo mágico.
Las grabaciones, realizadas entre 1959 y 1960, en un magnetofón Grundig, por el padre de ambos, Antonio Sánchez Pecino, en colaboración con su amigo Reyes Benítez, por azares del destino o de las circunstancias desaparecen durante seis décadas, escondidas en el interior de una lata de carne de membrillo. Por una vez, no se utilizaron para guardar bobinas de hilo, agujas y dedales. En 2022, Quique Benítez, hijo de Reyes, descubre en su casa familiar, donde se realizaron parte de las sesiones, estas grabaciones que están consideradas como las primeras de Pepe y Paco de Lucía, antes de que se publicasen sus primera obras, como Los Chiquitos de Algeciras. Un documento de incalculable valor, que nos muestra la temprana genialidad y apabullante dominio de la técnica, a través de 21 temas, de muy diversos estilos y palos.
En cuanto a la anécdota de la caja de carne de membrillo, Casilda, la esposa de Paco de Lucía durante tantos años, recuerda que “eran muy bonitas, sobre todo las de esa marca de Puente Genil (Córdoba), que tanto nos gustaban”, mientras que Pepe de Lucía (Algeciras, 1945), el Pepito del disco, bromea diciendo “que también las podrían haber guardado en una caja de gambas, pero fue en una de latón, cerrada a cal y canto, que las ha conservado perfectamente”. Sobre su reacción a este descubrimiento, Pepe cuenta que “me pilló en el campo, donde he estado viviendo los últimos años, y allí me llegó la noticia de este trabajo, después se lo encargamos a Javier Doria de BMG (también presente en la entrevista) y empecé a trabajarlo con Jesús Bola, que es aquí de Sevilla, que tiene un estudio en Gines”.
Para Lucía, hija de Paco de Lucía, escuchar a su padre y tío, de niños, 11 y 13 años, “fue algo que no me esperaba, que tan pequeñitos tuviesen los dos esa capacidad de expresión; no hay que olvidar que la estrella era Pepe, y Paco lo acompañaba… me emocioné mucho cuando escuché el solo de mi padre”. Pepe se cuela en la respuesta de su sobrina, para afirmar, entre risas, “que yo cantaba muy bien, no desafinaba un pelo, pero Paco se equivocaba mucho”.
Recuerda Pepe de Lucía a su hermano como “más listo que un lince y no se movía de la silla, por nada, porque no lo necesitaba, yo le decía de ir a jugar, de ir a dar una vuelta, y nunca quería, era muy jartible, pura disciplina, porque sabía que iba a llegar a lo más alto”. Con respecto a Pepito y Paquito, “cuando escuché la cinta no me acordaba, y fue Quique Benítez (hijo de Reyes) el que me dijo dónde se grabó, en una finca en las afueras de Algeciras, en casa de Reyes y en varios sitios más, y eso que yo puedo contar desde el bautizo de Paco hasta ahora, tengo memoria de Carbono 14”. Sobre la intención de la grabación, el cantaor no puede ser más sincero al comentar que “mi padre hizo la grabación para que no nos faltara de comer”.
Algeciras, 1959, tiempo de penurias. El quiosco de Pepe El alemán, chicles y futbolines, “la tienda de Venancio, que iba todos los días a comprar azúcar, manteca y achicoria, y que siempre dejábamos a deber”, y el Flamenco recorriendo la casa “de muebles buenos” de los Sánchez Gómez. Para Pepe de Lucía “Pepito y Paquito recoge grabaciones de temas de los que fueron nuestros maestros, Tomás Pavón, que me gustaba mucho, o la guitarra de Niño Ricardo (muy vinculado a Juanito Valderrama) siempre ha estado muy presente en mi hermano Paco”.
Para Javier Doria, de la discográfica BMG, “lo bueno de que Pepe no se acordara fue que se emocionó como si lo escuchara por primera vez”. En cuanto al proceso de recuperación, Doria explica que “la parte más complicada ha sido encontrar un equilibrio entre la grabación original y lo que te permite hacer la tecnología, para ser muy respetuoso con el original, ya que no había pretensión de convertirlo en lo que no es”. En este sentido, para Doria se trataba de “restaurar y hacer accesible la grabación al oyente de 2024; no hemos querido ir más allá, ya que queríamos que permaneciera ese sonido analógico de 1959”.
“Paco”, recuerda su hermano, “era más listo que un lince y muy 'jartible', pura disciplina”
Sobre el contenido de Pepito y Paquito, Javier Doria comenta que “no todo se ha usado, por distintos motivos, y de los noventa minutos que nos encontramos, hemos logrado recuperar más de sesenta, donde se pueden escuchar más de quince palos diferentes, algunos de ellos inéditos en las carreras de Paco y Pepe, como un villancico por bulerías”. Considera Doria que este disco “también tiene intención de antología, del flamenco más popular de los 50, de lo que se escuchaba en casa de su padre en 1959, que es un año muy importante en la historia del Flamenco y que ahora lo es aún más con este disco, ya que es el primer testimonio de la genialidad de Paco, que tiene una intención de concertista tremenda, con una creatividad impropia para su edad”. No duda en afirmar Doria que “podemos hablar de la piedra de Rosetta del Flamenco, ya que nos muestra la transición del Flamenco tradicional al moderno”, además de reflejar “la velocidad de Paco, y la afinación de Pepe, y la capacidad de unos niños de 11 y 13 años para emocionar”. Tanto en medios internacionales (Billboard, Rolling Stone, etc.), como en nacionales, ha sido inmediata la repercusión que ha provocado la aparición de Pepito y Paquito, algo que no ha sorprendido a Javier Doria ya que, según su opinión, “estas grabaciones no solo forman parte de la historia del Flamenco, también de la cultura de este país”.
A la pregunta de si pueden existir más latas de carne de membrillo, Pepe de Lucía sonríe y señala: “Puede que haya más cajas de membrillos (risas)”. Y sobre lo que aún queda del Pepito (con cangrejeras, entre su hermano Paco y su madre) que aparece en la portada del disco, no duda en contestar con un “pues lo que aquí se ve, un vejestorio con muchas ganas de coger el Atlántico y tirar para abajo”.
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