Una puerta abierta al terror a través de la literatura fantástica

LIBROS

El editor sevillano Pedro Tabernero publica ocho obras de la colección 'Relatos del desertor del presidio' (Grupo Pandora)

Edición más allá de la edición

Sevilla o el hechizo de una ciudad que no precisa la palabra

Ilustración de Javier Hermida para la obra 'Un dios oscuro' de Amaya Zulueta. / M. G.

Dicen los expertos en la materia que los primeros ilustradores de la historia fueron los pintores rupestres. En las cavernas y alrededor del fuego narraban esas historias –que antes o después plasmaban en paredes– en las que el miedo a lo desconocido, a la oscuridad, a la noche, a la luna, a las estrellas, a la muerte, a los fallecidos y al más allá tomaban forma. La unión entre literatura fantástica e ilustraciones es una puerta abierta al diálogo entre dos mundos que se entrelazan y pergeñan un universo plagado de significados y simbolismos distintos pero complementarios.

El editor sevillano Pedro Tabernero vuelve a poner al servicio del que lee nuevos relatos que, acompañados de unas exquisitas ilustraciones, promete despertar "ecos dormidos en lo más profundo de su ser, allí donde habita lo misterioso, lo mágico, lo irracional, lo sobrenatural". Y lo hace a través de ocho títulos nuevos de la colección Relatos del desertor del presidio (Grupo Pandora), que alcanza ya los 19 números. No duda en invitar a disfrutar, como si de una buena película de terror se tratara, de "todo eso que nos inquieta y nos produce esa extraña sensación, adictiva como una droga, que llamamos miedo y pretende unir a los mejores ilustradores actuales con algunos de los mejores autores vivos".

'La mirada del espejo' de José-Reyes Fernández con imágenes de José Gómez Macías. / M. G.

Los cuentos que conforman esta nueva hornada son Ni un día más, con texto de Manuel Moya e imágenes de Jesús Alberto Pérez Castaño. El paraíso alicatado, de José Sierra Espada e imágenes de Juan Romero. El asesino del verduguillo, con texto de Rosalía Machado e ilustraciones de Enrique. J. Aznalfarachez. Un dios oscuro, de Amaya Zulueta con imágenes de Javier Hermida. La mirada del espejo, de José-Reyes Fernández con imágenes de José Gómez Macías. La obra El sexo del corazón de Francisco Gallardo e ilustraciones de Pepe Chazeta. El señor de Savarín, escrito por Ignacio Vázquez Moliní e imágenes de Pepa Gordillo. Y el número 19, El caballero de las tristes cenizas, lo firma Manuel Jurado López con imágenes de Francis Marchena.

Esta caterva de escritores y dibujantes consigue que dos mundos distintos –el de la palabra y el de la imagen– no sólo coexistan, sino que se enriquezcan.

Sobre Ni un día más, Carmen Camacho escribe en su prólogo que "esta fábula salvaje de Moya inaugura un neogótico de la Baja Andalucía que resulta (casi por definición) una mijita barroco". Y Jesús Alberto Pérez Castaño indica de su trabajo que "los dibujos inspirados en el cuento desarrollan un recorrido visual de libre imaginación".

"Este será, posiblemente, el libro más bonito e importante que José Sierra Espada logre publicar jamás, porque el establishment literario español odia la fantasía, lo mismo que el cura, el bachiller y el ama de llaves odiaban las novelas de caballerías de Don Quijote", expresa José Lanza Astillero antes de iniciar la lectura de El paraíso alicatado.

La ironía y el humor negro son los rasgos que Javier Salvago destaca de Rosalía Machado y su cuento El asesino del verduguillo. Una historia basada en hechos reales, sobre un crimen sin resolver, que la autora escuchó en su niñez en romances de ciego.

Para Manuel J. Ramos Ortega, Un dios oscuro le recuerda a la primera vez que vio Psicosis: "La belleza de este relato reside sobre todo en su magistral forma de narrar la vesania humana, fruto de una demencia heredada o de un mal trato recibido por padres desnaturalizados o educadores pervertido".

El lector tendrá que convertirse en un cazatesoros que desbroce La mirada del espejo hasta encontrar, según Juan José Téllez, "la pieza genuina que explica su rompecabezas: el sentido de la vida y de la muerte, el de la eterna juventud o el de su eterna búsqueda".

'El sexo del corazón' de Francisco Gallardo e ilustraciones de Pepe Chazeta. / M. G.

Para Juan Ignacio Guijarro González, en su prólogo de El sexo del corazón, "Francisco Gallardo es, sin duda alguna, una de las figuras más singulares e inclasificables de las letras sevillanas en tiempos recientes. Al igual que en el caso de precedentes ilustres como Anton Chejov, William Carlos Williams o Luis Martín Santos".

Luis Landero describe en la introducción de El señor de Savarín que Ignacio Vázquez Moliní "es una de las personas más divertidas que conozco. Yo me he reído mucho con él, y he disfrutado mucho leyéndolo. Su imaginación es loca y hechicera".

Y para el último libro, Francisco Gallardo comenta en su prólogo de El caballero de las tristes cenizas que la obra goza de "personajes muy bien perfilados, de pintorescos nombres, con un florido lenguaje de la época". Además, pone en valor que "el relato fluye, ágil, con eficacia. A veces con la perplejidad que desencadena una acción que transcurre en el límite de la realidad con la fantasía".

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