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"Yo soy el que llega puntual". Así resume el tocaor neerlandés Tino Van Der Sman su rol en la comedia El payo, el guiri y el gitano, una producción de La Improbable Cía Flamenca que llega a Sevilla después de cosechar oles y carcajadas en Barcelona, Jerez o Archidona. "El humor está desterrado del flamenco, porque se considera algo sagrado, es como reírte de la religión", explica Sylvie Nys, la directora de este "ensayo abierto teatralizado". Por eso el reto es mayúsculo: hacer reír a compás con esta historia que trenza las experiencias de estos tres artistas de orígenes bien distintos, pero absolutamente representativos de la fauna flamenca, dispuestos a explorar a través de la ironía los tópicos que se generan en torno a cada uno de ellos: la informalidad y desconcertante talento del gitano, la excesiva frialdad del guiri y la insustancialidad del payo.
Para sus creadores, el espectáculo es sobre todo una celebración de la diversidad: "Si escuchas de qué manera tan diferente llegamos al flamenco El Oruco y yo, él en las juergas y yo en la academia, entiendes que es un milagro que hayamos acabado juntos sobre el escenario", continúa Van Der Sman, en una conversación durante el ensayo en Formarte, el estudio de El Oruco donde preparan su estreno en Sevilla este domingo 29 de septiembre en el Teatro Flamenco de Sevilla. Allí, en los Corralones de El Pelícano, se gesta buena parte de la vida flamenca de la ciudad, donde se imparten clases llenas de extranjeros y se ensayan obras alejadas del circuito comercial. "Aquí conoces a esa gente que viene de fuera pero dedican su vida al flamenco. Ellos son los que sostienen este arte", sentencia José El Oruco.
A Alejandro Villaescusa le ha "tocado en el sorteo" interpretar a un cantaor payo de Albacete, a ojos de los aritócratas de lo jondo tan foráneo para el flamenco como el propio Van Der Sman. El cantaor manchego es bien conocido entre los aficionados por sus mordaces vídeos en redes sociales, donde se autoparodia desgranando los esteriotipos asociados a los gachós en el flamenco: "ole los que cantan payo", se jalea. "Los flamencos tienden a rodearse en el esceario de artistas de su misma estética. Aquí jugamos a desconcertar, a acompañar el baile gitano de El Oruco con un cante muy melódico, asociado a lo payo". El cantaor es autor de una tesis sobre el humor en el flamenco, y reseña las diferencias culturales que operan entre ellos a la hora de consensuar qué es gracioso: "Yo soy muy de humor manchego, muy Hora Chanante, Tino más de humor inglés y El Oruco del áge de aquí".
Para José el Oruco esta obra representa la oportunidad de mostrar "el trabajo que hay detrás de cada espectáculo, cómo solucionamos los problemas y las diferencias entre nosotros, porque en el flamenco hay bromas que duelen, hay guasita". Para Nys el sentimiento que define la obra es "la ternura" por esas almas que gozan y sufren el flamenco, "cada una a su manera", vengamos de dónde vengamos.
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