Paul Newman, cien años de una estrella muy humana
Cine
Este domingo se cumple un siglo del nacimiento del actor de ‘La leyenda del indomable’ y ‘El golpe’, también director y piloto de carreras, un intérprete amado por el público y un hombre insatisfecho y dolido.
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Detrás de los ojos azules que deslumbraron al mundo se escondía un gran talento pero también un hombre corriente, atormentado por la muerte de su hijo y por la relación con su madre, discreto y volcado en causas humanitarias casi tanto como en las carreras de coches. La leyenda de Paul Newman sigue viva en el centenario de su nacimiento.
En su larga filmografía hay un puñado de títulos esenciales de la historia del cine, como La gata sobre el tejado de zinc (1958), El buscavidas (1961), La leyenda del indomable (1967), Dos hombres y un destino (1969), El golpe (1973) o Veredicto final (1982).
Pero pese a su brillante carrera y tras ganar un Oscar honorífico, la única estatuilla a mejor actor la consiguió por un trabajo menos deslumbrante en El color del dinero (1986), en la que retomó el papel del jugador de billar de El buscavidas, acompañado por Tom Cruise y a las órdenes de Martin Scorsese.
“Es como perseguir a una mujer preciosa durante 80 años”, dijo el actor al recibir el Oscar, al que siguieron otras dos nominaciones, por Ni un pelo de tonto (1994) y Camino a la perdición (2002), su despedida del cine por la puerta grande, en un duelo interpretativo de altura junto a Tom Hanks y con Sam Mendes en la dirección.
Fue un cierre espectacular para la carrera de Newman, nacido el 26 de enero de 1925 en (Ohio, EE UU), de padre judío y madre eslovaca. Sirvió en la Marina durante la II Guerra Mundial como operador de radio y a la vuelta estudió interpretación en New Haven y Nueva York.
Debutó en Broadway y de ahí saltó al cine con El cáliz de plata (1954), una película tan mala que cuando se estrenó en televisión el propio Newman publicó un anuncio en la prensa pidiendo disculpas.
Fue el papel de boxeador Rocky Graziano –originalmente destinado a James Dean– en el filme Marcado por el odio (1956), dirigido por Robert Wise, el que llamó la atención de la crítica, que vio en él a la próxima gran estrella de Hollywood, al nivel de Marlon Brando.
Desde entonces su carrera despegó a gran velocidad. En su haber hay una larga lista de películas que marcaron una época, como Éxodo (1960), Dulce pájaro de juventud (1962), El premio (1963), Harper (1966), Cortina rasgada (1966), El coloso en llamas (1974), o Ausencia de malicia (1981).
Sin olvidar Al caer el sol (1998), una cinta que descubrió el mejor talante del actor, como recordaría su compañera de reparto, Susan Sarandon. “Newman dio un paso al frente y ofreció parte de su sueldo” para que ella cobrara lo mismo.
Como director dirigió Raquel, Raquel (1968), que logró candidaturas al Oscar a la mejor película y a la mejor actriz, o El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas (1972).
Aunque su último trabajo en el cine lo desarrolló en la película de animación de Pixar Cars (2006), en la que prestó su voz al personaje de Doc Hudson.
Siguió trabajando, en televisión, y en 2005 ganó un Emmy y un Globo de Oro por su papel en la miniserie Empire Falls. Poco después, en 2008, falleció a los 83 años y a causa de un cáncer.
La noticia de su fallecimiento la dio la Newman’s Own Foundation, la fundación que el actor destinaba a diversas obras de caridad. En los últimos años de su vida, Newman se volcó en su labor filantrópica y dedicó 250 millones de dólares a diversos proyectos en todo el mundo.
Además, el actor creó el Scott Newman Center, un centro para la prevención del uso de drogas, en memoria de su único hijo varón, Scott, que murió de una sobredosis de drogas en 1978, a los 28 años. Scott era su hijo mayor, nacido de su primer matrimonio con la actriz Jackie Witte, con la que también tuvo a Susan y Stephanie.
En 1958 se casó con Joanne Woodward con la que tuvo otras tres hijas –Nell, Melissa y Claire–, junto a la que permaneció hasta su fallecimiento. El Festival de Cannes rindió homenaje a la pareja en 2013 al escoger una preciosa imagen cenital de Newman y Woodward, dándose un beso durante el rodaje de Samantha (1963), como el cartel del certamen francés para su edición número 66.
Además de sus pasiones por la familia, el cine y la filantropía, el actor también mostró de forma recurrente su amor por los coches y las carreras. Una afición que inició tras actuar en la película Quinientas millas en 1969. Llegó a quedar segundo en las 24 horas de Le Mans en 1979 y acumuló una importante colección de coches de carreras.
Actor, director, productor, piloto, empresario... Paul Newman tuvo una “extraordinaria vida de un hombre corriente” como se tituló su única biografía autorizada. La serie documental Las últimas estrellas de Hollywood, que dirigió Ethan Hawke y que puede verse en Max y en Movistar+, muestra que tras la leyenda había un tipo dolorosamente humano, que arrastraba un problema con la bebida y que, pese a ser venerado por el mundo, a mendudo se sintió inseguro sobre sus habilidades como actor.
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