El asombro ante un mundo desconocido

Libros

Álex Prada publica ‘La parte blanda de la montaña’ (Seix Barral), una novela sobre el comercio con los colmillos de mamuts que alterna la Prehistoria y el presente en su narración.

El autor presenta el libro este sábado en la Feria del Libro de Dos Hermanas

El escritor Álex Prada.
El escritor Álex Prada. / Inés García Del Castillo

El poeta Álex Prada asombró en 2020 con su inesperado debut en la novela, Comida y basura, donde recorría, de la mano de dos desdichados que instalaban cada día un tenderete con cachivaches, René y Rosarito, la España interior, ese imaginario de la venta ambulante, la caza de pajaritos, los torreznos y las peleas de gallos, que el autor retrataba entre el esperpento, la ternura y el rotundo lirismo de cineastas como Paul Thomas Anderson o Terrence Malick. Alberto Olmos celebró de aquel libro que quedara lejos de esa "pasteurización literaria" que provocaba que todo supiera igual: aquella narración proponía un gusto nuevo, entre la tradición y la audacia, a ratos amargo y a ratos dulzón, siempre intenso.

Prada (Sevilla, 1981) podía haber repetido la fórmula que le había funcionado, pero se ha permitido un nuevo (y feliz) salto al vacío: La parte blanda de la montaña (Seix Barral) vuelve a centrarse en dos personajes que buscan fortuna en un mundo difícil, pero ahí concluyen los paralelismos. El narrador se sirve esta vez de dos tiempos que se van entrecruzando: el año 6.000 a.C., cuando la curiosidad empuja a Dira, una mujer cazadora, a ir más allá de su poblado y buscar esas criaturas de las que le han hablado, "enormes moles peludas con grandes colmillos sobresaliendo de sus rostros": y el año 2002, en Mongolia, cuando Khünbish, un hombre cansado de su infortunio, emprende un viaje con esos colmillos de mamut, ahora enterrados en el permafrost siberiano, como objetivo.

"Cuando terminé la novela anterior, mi editor me decía: Ni se te ocurra hacer un Comida y basura 2. Teníamos en mente que había estado muy bien esa experiencia, pero había que andar en otra dirección", cuenta Prada sobre su nueva propuesta, que presenta este sábado a las 11:00 en la Feria del Libro de Dos Hermanas. El novelista supo del comercio con los colmillos de mamut "por una National Geographic antigua que me encontré viajando por Nueva Zelanda. Era un material irresistible, me puse hasta nervioso pensando que tenía que estar contada ya, una historia tan potente", recuerda el creador, al que aquella premisa le posibilitaba abordar cuestiones "que me interesaban, como la Prehistoria, la ecología, lo furtivo, describir esos rostros tan impactantes que había visto en el artículo... Y al día siguiente me encontré en otro pueblo con un ejemplar de Los cazadores de mamuts, de Jean Marie Auel, que hablaba de lo mismo, y lo viví como un presagio".

"Por inercia, estuve a punto de hacer que la protagonista fuese un hombre. Son ellos los que viajan en los libros”

Cuando empezaba a dar forma a aquel relato, Prada proyectó "casi por inercia que fueran dos hombres los protagonistas, porque siempre hemos visto las grandes aventuras y los grandes viajes con personajes masculinos". Pero en un momento dado albergó otra intuición: quien se aventuraba a lo desconocido en la noche de la Prehistoria sería una mujer. "El canon ya no es el mismo, hoy Orson Welles no es el que manda en la lista de las mejores películas, y empieza a haber otras miradas, lo que considero una suerte. Me di cuenta de que si daba un giro hacia ese lugar la narración se enriquecía", dice el autor. Los hallazgos arqueológicos le dieron la razón: noticias recientes desbaratan esa creencia generalizada de que eran los hombres los únicos que cazaban.

Portada del libro.
Portada del libro. / D. S.

A través de Dira, esa mujer que se interroga por la luz, los pájaros, los ojos o la lluvia y descubre el mundo a medida que lo recorre, La parte blanda de la montaña se convierte en una experiencia sensorial para los lectores. "Con Dira he explorado algo muy personal, mi propio asombro ante la ciencia", expone este escritor que también es médico y ejerce como reumatólogo en Madrid. "Cuando estaba en Fisiología I, y me daba cuenta de cómo funcionaba el músculo del corazón, alucinaba con el descubrimiento. Hay algo de eso en ella".

El nombre de Khünbish se traduce por aquel que no es humano, pero el periplo de ese mercenario va suavizando a ese tipo rudo que sueña con la palabra futuro. "El otro día un amigo, buen lector, me decía que no le cuadraba que a Khünbish le fuera de repente todo tan bien en la travesía que hace. Viene de una vida muy jodida, hablando mal y pronto, y se encuentra con un montón de gente que le ayuda. Pero eso es premeditado, quería que la suerte le sonriera al fin a ese personaje", apunta sobre un individuo que recuerda a esos desgraciados que buscaban el oro o el petróleo en la tierra prometida. "Esa estética del western está muy presente, pero me han inspirado acercamientos atípicos al género: un novelón como A lo lejos, de Hernán Díaz, la historia de un hombre que precisamente viaja a Nueva York y se va alejando del Oeste, o lo que está escribiendo últimamente Jon Bilbao". Jon Bilbao

Prada terminó La parte blanda de la montaña sin pisar Mongolia ni ninguno de los escenarios que aparecen en esta ficción. "Escribir fue una forma muy sana de escapar del confinamiento al que nos obligó la pandemia", reconoce el autor, que gracias a una escritora que conocía accedió a vídeos de viajeros "que habían hecho muchas incursiones por el país. Todo lo que salía en ellos me sirvió: los tapices, las mantas, cómo hacían la fermentación del yogur o los tés... No sé qué pensaré cuando vaya finalmente a esos paisajes, si tendré que reescribir todo el libro o me felicitaré por lo bien que ha salido", bromea.

"Hay novelas con tramas interesantes que se pierden por un estilo muy plano. Yo busco que la palabra emocione”

El narrador juzgó una "oportunidad" ambientar parte de su proyecto en una Prehistoria "en la que no sabemos cómo se comunicaban, qué códigos ni qué símbolos usaban, cómo se representaban las relaciones entre personas... Así que me lancé a inventarlo". Tras el festín de Comida y basura, Prada se confirma como un prosista portentoso, que sigue defendiendo "esta voluntad de Umbral de hacer poesía en cada frase". El estilo de La parte blanda de la montaña es uno de los pilares en los que se apoya el sevillano. "Cuando leo un libro", señala, "me dan rabia esas tramas interesantes que se pierden por un lenguaje muy enunciativo. No soy capaz de deshacerme de esa forma de leer ni de esa forma de escribir. Yo busco que cada palabra emocione".

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