Las palabras tienen su historia

'Andalucía en la Historia' celebra sus 50 números con un especial dedicado a otros tantos conceptos esenciales para entender esta tierra.

'Niños comiendo melón y uvas' de Murillo ilustra la entrada dedicada a 'Mendigos y pícaros'.
'Niños comiendo melón y uvas' de Murillo ilustra la entrada dedicada a 'Mendigos y pícaros'.
Jaime García Bernal

08 de noviembre 2015 - 05:00

ANDALUCÍA EN LA HISTORIA. LA HISTORIA DE ANDALUCÍA EN 50 PALABRAS. Varios autores. Centro de Estudios Andaluces. Sevilla, 2015. 3,50 euros.

La revista de alta divulgación Andalucía en la Historia cumple sus primeros 50 números de existencia. Nació con el siglo que vivimos. La he leído con interés desde sus inicios, a solas o en buena compañía, aprovechando ideas para las tareas docentes, compartiendo con ustedes en estas páginas las novedades de sus últimos números, descubriendo lecturas que nos proponían sus generosos artículos. Qué tendrá esta revista que sus ejemplares aparecen en cualquier lugar de la casa.

No tiene mayor misterio. Lo que ha conseguido Andalucía en la Historia se resume en esfuerzo y continuidad, dos extraños valores en nuestro suelo patrio; primero bajo la dirección de Carlos Martínez Shaw y en su etapa actual impulsada por la infatigable dedicación de Manuel Peña Díaz al frente de un competente consejo editorial y la coordinación en las tareas de redacción de Alicia Almárcegui. Parece imposible resumir la variedad de temas y la pluralidad de enfoques que han desfilado por las páginas de la revista en estos años, al tiempo que la investigación histórica florecía y sus paradigmas se modulaban. Pero en lo pequeño está lo grande y medio centenar de palabras bien escogidas cifran, aunque no agoten, los ejes de sentido y las preguntas abiertas sobre Historia de Andalucía.

Sefarad es una palabra con larga historia. Abravanel la llamó en sus textos la patria llorada y el humanismo cristiano del sabio Montano fijó en la memoria de la posteridad esta definición. Mudéjar es otra palabra con pasado. Erudita su historia, tejida en debates historiográficos sobre un estilo tan inaprensible donde fecunda la relación entre la cultura islámica y la cristiana. Ambas se inscriben, a su vez, en la cultura de Frontera de la Andalucía medieval que puede representar Granada, otra voz propia, capital que fue de tres reinos, no menos que Reconquista, concepto controvertido, ideal forjado por los cronistas leoneses en el anhelo de recuperar el señorío cristiano sobre España, pero que sirvió para justificar intereses privados marcados por la necesidad de la supervivencia. Repoblaciones y Señoríos se explican en este mismo horizonte de guerra donde surgen oportunidades de libertad y promoción, y en el que los Concejos jugaron asimismo un papel de puente con las directrices que emanaban de la Corona.

Sin enunciar las palabras anteriores del medievo andaluz, no comprenderíamos la configuración territorial, ni la articulación política de la Andalucía moderna y contemporánea. Sin embargo, los valores sociales y la sensibilidad religiosa que aún son visibles en nuestra cultura maduran, no sin violencia, en la Modernidad. Limpieza de Sangre, Inquisición o expulsión de los Moriscos, configuran los contornos de la mentalidad cristiana vieja. Y el Siglo de Oro de las letras fue siglo de hierro para la vida ordinaria de muchos andaluces pobres, indigentes o esclavos. Quisiera subrayar esta última palabra: Esclavitud. Realidad que generalmente asociamos a un imaginario caribeño o norteamericano pero que tuvo en el mundo andaluz de los siglos XV al XVIII activa presencia.

La época contemporánea está cifrada en 17 palabras clave de nuestra historia común. Aún parece que resuenan en las calles los ecos de las últimas: libertad, amnistía, estatuto de autonomía... y nunca se olvidó en la memoria liberal la huella de Cádiz y la Constitución de 1812. Entre ambos umbrales de la contemporaneidad hay un término que he echado de menos. Abundaba en las publicaciones de los primeros años de la democracia: subdesarrollo. Subyace, sin embargo, a muchas otras que sí están presentes: Bandolerismo, Caciquismo, Emigración, Represión franquista, Hambrey estraperlo. Viejos conceptos que han experimentado un desplazamiento de acento. El caciquismo en dialéctica con el clientelismo. La represión de la Guerra y la Posguerra gracias a conspicuas investigaciones que han aclarado cifras y lógicas coercitivas. Junto a estos antiguos compañeros de viaje, sobresalen dos enfoques que están en la frontera de la reciente investigación. De un lado, el estudio de las culturas políticas, esenciales para comprender el largo eco de algunas tradiciones de pensamiento aún vivas: el Republicanismo, el Anarquismo o el Ideal Andaluz que encarnó Blas Infante. De otro, la recuperación de los andaluces como sujetos hacedores de su historia, particularmente en la literatura testimonial del Exilio.

He dejado para el final el principio de nuestra historia con la intención de invitarles a profundizar en palabras que sintetizan, con acierto, los grandes avances de la Prehistoria, la Arqueología y la Historia Antigua. El segmento de la investigación que más ha transformado el paradigma histórico en las últimas dos décadas. Las excavaciones del Barranco León de Orce, en la cuenca de Guadix-Baza, adelantan la presencia de los Primeros Pobladores en Europa a 1,4 millones de años. El paisaje Megalítico andaluz es el mejor exponente de la densidad y estructuración de las sociedades del Bronce Antiguo en España y la cultura del Argar del sureste peninsular, que rompió con las tradiciones de enterramiento colectivo anteriores, evidencia la consolidación de la familia nuclear y del liderazgo social. El fenómeno urbano, que venía siendo asociado a la Romanización, se anticipa a las ciudades-estado independientes del primer milenio, Gadir, Malaca, Sixo, Abdera, Baria o Carteia, que irisan de plata refulgente la costa andaluza entre Cádiz y la desembocadura del río Almanzora, ligadas a las colonizaciones de los Fenicios. En paralelo, los poblados fortificados del interior, nos han desvelado las claves interpretativas de una cultura de caballeros y campesinos, los Íberos, cuyo Guerrero de doble armadura procedente de Cerrillo Blanco (Porcuna) fue impactante portada de esta publicación.

Nuestra revista (permítanme hacerla santuario propio y de todos), ha estado siempre atenta a los avances de la investigación más reciente, difundiendo sus resultados, con rigor y amenidad, a la sociedad andaluza y española. Prendemos desde estas páginas un exvoto a la diosa Astarté para que siga siendo así los próximos 50 números.

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