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Y es que para él, tener que regresar a casa de su madre y volver a padecer las constantes pullas de su progenitor se había convertido en una tortura que se repetía anualmente.
Tener a un padre policía de la vieja escuela, una especie de Harry El Sucio sexagenario, terriblemente homófobo (la de vueltas que da la vida, ya que su ex mujer, Rhonda, tenía como pareja a Phyllis) y bastante racista, era una invisible barrera que los había ido alejando más y más a lo largo del tiempo. Las constantes recriminaciones de James Sargent hacia la profesión de Michael, diseñador de videojuegos, su matrimonio con la resuelta abogada Valencia y la supuesta mala educación que él estaba dando a sus hijos solían convertir sus encuentros en una auténtica pesadilla.
Sargento Inmortal
Guion: Joe Kelly
Dibujo: Ken Niimura
Tapa blanda
Blanco y negro
416 págs.
28 euros
Astiberri
Y este año la cosa no iba a cambiar, o al menos eso es lo que el atribulado Michael pensaba. Pero su padre tiene un plan de jubilación, una cuenta que pagar, ese último caso sin resolver que pesaba como una piedra en la espalda del policía, que sin advertírselo va a iniciar junto a su hijo un viaje sin que éste, como copiloto, conozca su objetivo real.
Mientras todos esperan en la casa familiar para celebrar el cumpleaños, esta inusual pareja padre e hijo van a compartir algo más de kilómetros, ya que a lo largo de la historia, nosotros los lectores, y Michael, vamos a ir conociendo el por qué de muchas cosas: fragmentos del pasado que explican muchos comportamientos, una imagen recurrente y terrible…
Este cómic es muchas cosas. Imagino que conocéis el término road movie, ¿verdad? Pues podríamos aplicarlo al argumento, calificándolo como road comic, ya que gran parte de la acción se va a desarrollar dentro del poderoso y amenazador auto de este viejo poli malhablado, haciendo algunas importantes paradas, naciendo situaciones que nos van a sorprender por la sagacidad del agente, al que no se le escapa ninguna.
También se trata de una perfecta mezcla, donde la comedia, sobre todo por los irónicos diálogos, y el drama, asoman en varios momentos, donde se muestra la maestría de Joe Kelly, guionista norteamericano con una larguísima trayectoria en los universos superheroicos de las dos grandes, Marvel y DC, y que aquí ajusta cuentas con su propio pasado, como él mismo relata en el epílogo que firma, y que completa el círculo narrativo y sentimental de esta obra para él.
Y finalmente, y no menos importante, es la constatación que demuestra la magia que surge cuando Kelly y Ken Niimura, el dibujante del cómic, cruzan sus caminos de nuevo. Han pasado muchos años desde aquella genial obra, Soy una matagigantes, que tuvo un tremendo éxito, llegando a ser llevada incluso a la gran pantalla.
Pues bien, con una narrativa ágil, Niimura te agarra por los párpados y ya no te suelta, llevándote a lo largo y ancho de esta historia, donde se van a poner sobre la mesas los traumas, el dolor surgido de una relación imperfecta y, sobre todo, un terrible crimen que se cometió y que, sin que Michael lo sepa, marcará irremediablemente la relación afectiva entre él y su padre, el sargento James Sargent.
El grueso tomo, que se disfruta en un plis plas, contiene una extensa sección de extras donde recorreremos todo el camino creativo que llevó a la creación de este gran cómic.
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