Vivir y grabar en Granada
Paco Moya. Productor discográfico
En apenas siete años de existencia, el profesor y productor granadino Paco Moya ha convertido IBS Classical en uno de los sellos discográficos más importantes de España
Obviamente en su DNI figura el nombre de Francisco, pero para todo el mundo de la música es Paco, Paco Moya, un granadino que ha revolucionado el sector del disco clásico, y lo ha hecho manteniendo de forma paralela su puesto de profesor en el Conservatorio Superior Victoria Eugenia de Granada hasta este mismo mes de septiembre en que ha pedido la excedencia.
-33 años de profesor de música en conservatorio le dan una posición estupenda para decirme qué falla en el sistema educativo musical español.
-Desde la perspectiva del alumno, la formación es demasiado teórica. En el momento en que salen de España todos se dan cuenta. Sobre el profesorado, el sistema está mal planteado. Hay grandes figuras que no pueden acceder a los Conservatorios Superiores porque no tienen un doctorado o un máster; a algunos te los encuentras incluso dando piano complementario en un Conservatorio Profesional. Es un desperdicio. ¿Qué necesidad hay de que en un Superior todos los profesores sean catedráticos? ¿Por qué no se han desarrollado esos puntos de la ley que permitían el acceso a la docencia a los grandes intérpretes? Le pongo un ejemplo: el guitarrista Ricardo Gallén, uno de los mejores del mundo, puede dar clases en conservatorios superiores de Noruega o de Suiza, pero no de España. Es absurdo. Y luego alguien, sin necesidad de tener experiencia, por el hecho de tener un máster en cualquier tema de musicología y de pasar una prueba, se pone a dar clases en un Superior. Los profesores no tienen la culpa, por supuesto, pero el sistema no es el mejor, y yo decidí no entrar en este juego y dedicarme en exclusiva al sello.
-¿Cómo se hizo productor discográfico en una época en la que no se venden discos?
-Siempre tuve mucha preocupación por la tecnología, por lo que la tecnología podía aportar a la música. Empecé con los primeros editores informáticos de partituras y luego salté al sonido. Compré mis primeros equipos básicos en 2005, aconsejado por lo que me decían en España. Hice mis primeras pruebas y llegué a la conclusión de que era todo un desastre, en España no existía especialización ninguna en registro de música clásica. En la Orquesta Ciudad de Granada me dijeron que a ellos venían a grabarlos de Berlín. Pedí estar en algunas sesiones para aprender y luego me fui directamente a Berlín. Entre lo que vi aquí y lo que allí me enseñaron, empecé a hacerme poco a poco de un equipo profesional dedicado a la música clásica de verdad. Y con mi mujer [Gloria Medina] decidimos montar un estudio de grabación, Iberia.
-¿Por qué decide dar el salto a la producción y crear IBS Classical, su propio sello?
-Después de seis años trabajando para muchos intérpretes nos dimos cuenta de que nuestro trabajo no tenía trascendencia pública ni difusión. Le dábamos un máster impecable a un músico, sí, pero, ¿qué podían hacer con eso? En 2011 decidimos lanzarnos a por el sello, que empieza a funcionar al año siguiente.
-Los problemas se multiplicarían, claro.
-Totalmente. El más importante de todos, el de la distribución. Sin catálogo los distribuidores no te atienden. Contactamos con Klaus Heymann, de Naxos, que nos dijo que le gustaba nuestro trabajo, que cuando tuviéramos un catálogo volviéramos a llamar. Si no tienes distribución no aumentas el catálogo, y sin el catálogo no entras en las redes de distribución. Fueron 3 o 4 años duros, de una auténtica travesía del desierto, de hacer discos a pulmón, sin esperar que hubiera el mínimo retorno económico, reduciéndonos a una distribución nacional. Todo cambió cuando en 2016 nos nominan a los Grammy un disco de la pianista Edith Peña, Danzas en todos los tiempos. Naxos nos llamó entonces y gracias a ellos tenemos hoy distribución física en todos los grandes países de Europa y América. La clave es que el producto (en formato físico o digital) llegue a todo el mundo.
-Pero el formato físico se extingue.
-Sony ha cerrado ya su fábrica de cedés vírgenes. Acabo de volver de Estados Unidos, donde nos llevan la distribución digital, y me dicen que el soporte físico tiene los días contados.
-¿Y por qué cree que está resistiendo tanto?
-Hay un sector aferrado al disco físico: el crítico, el locutor de radio, el distribuidor que necesita enseñarlo. Y hay todavía aficionados enamorados del objeto, como en el caso de los libros.
-¿Se puede vivir de los stores digitales, de las plataformas?
-Son fundamentales. Spotify te paga 0,004 euros por escucha. Pero yo tengo discos que han tenido medio millón de escuchas, y eso son 2 mil euros. Qué disco físico me da eso. Mandar un cedé en España me cuesta 5 euros, el coste de fabricación del objeto físico otros 4 o 5 euros, y si se agota hay que reeditar. En cambio, el producto digital llega instantáneamente a Nueva Zelanda, a Asia, a Groenlandia... No se acaba nunca y no necesita ni mantenimiento ni transporte. Además, nosotros grabamos ya en sistema DXD (Digital eXtreme Definition), que da una resolución de 352,8 KHz. Un CD te da 44 KHz. Spotify no puede absorber aún esa resolución, pero están surgiendo portales que sí. Así que un melómano exigente con un portátil y un conversor de 700-800 euros está escuchando a la misma resolución que yo en mi estudio. No hay color.
-¿Cuenta cuesta hacer un disco, y quién lo paga, el sello o el intérprete?
-Incluido todo, la comunicación y la distribución también, un CD puede salir por 15 o 16 mil euros. Hacemos un contrato de coproducción al 50%.
-¿Cuántos discos están haciendo por año?
-En 2017 fueron 25, pero este año llegaremos a 30 y tenemos el plan de 2019 completo: damos fecha ya para 2020.
-¿Puede adelantar algo de esos planes?
-De forma natural, Asier Polo se ha convertido en nuestro artista de referencia y vamos a hacer varios discos con él: grabará las Suites de Bach, hará un disco con Eldar Nebolsin, un Don Quijote con la Jonde, que ya está grabado, y un disco de conciertos de Haydn y Boccherini con la Orquesta Barroca de Sevilla. También grabará para nosotros Josu de Solaun, y nos vienen diversos músicos españoles que trabajan en Estados Unidos y algunos grupos americanos, como los Solistas del Lincoln Center o de la Orquesta de Pittsburgh. Hay también un proyecto Elgar con la ONE y otras muchas cosas. Ahora estoy contentísimo porque acabamos de lograr dos nominaciones para los Grammy de este año: mejor disco clásico, las Goyescas de Granados que grabó José MenorGoyescasGranadosJosé Menor, y mejor composición contemporánea, el Montuno en forma de chacona de Roberto Sierra, que fue un encargo del Festival de Música Española de Cádiz e hizo Silvia Márquez al clave en su CD Chaconnerie.
-Algún sueño.
-Uno que se cumplió ya. Lo de Alfred Brendel. Cuando entré en su casa de Londres se me saltaron las lágrimas de la emoción. Y me encantaría coger mis trastos e irme a grabar a cualquiera de las grandes orquestas, Concertgebouw, Berliner... No sé si podría resistir la primera prueba de sonido.
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