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Paco León. Actor
Paco León (Sevilla, 1974)Paco León da vida a Damián, un hombre que decide confinarse en un armario e incorporarse desde la sombra a la vida de una desconocida familia en No mires a los ojos, dirigida por Félix Viscarret (Bajo las estrellas o Vientos de La Habana) y coprotagonizada por Leonor Watling. La película llegará a los cines la próxima semana, el 4 de noviembre.
-Desde el principio, se nota la presencia de la literatura de Juan José Millas, en No mires a los ojos, una película que puede ser catalogada de muy diferentes maneras. ¿Cómo la cataloga Paco León?
-Hombre, el tono de la comedia es muy thriller, metafísico diría yo. Pero como todas las cosas que tienen que ver con Juan José Millás, posee sentido del humor, absurdo… Pero el tono principal, yo lo definiría como de thriller metafísico.
-En cualquier caso, hay una importante carga de profundidad, de obsesiones, en la película de Viscarret.
-Juan José Millás siempre se mueve entre diferentes realidades, en lo que ahora se llama el multiverso, pero que él ya ha explorado mucho en el pasado. Porque el multiverso está en nuestras cabezas, entre lo que está dentro y fuera de las cabecitas de cada uno. Hay un gran viaje en el multiverso y en esta película, No mires a los ojos, está en muy diferentes planos de la realidad.
-¿Cómo preparó un personaje tan complejo como el de Damián, alguien que decide confinarse dentro de un armario?
-Metiéndome para adentro y conectando con eso que yo conecto y entiendo perfectamente que es apartarte de los demás, de que te estorban todo y todos… Ese que "se pare el mundo y pueda confinarme un par de semanas", que es lo que vive Damián. Ya que se trata de un confinamiento elegido, para pararse y atrincherarse en otro mundo, y desarrollar una fantasía que muchas personas pueden compartir, como es el voyeurismo. Y espiar otra realidad, otra familia, otra casa.
-Porque Damián llena su propia vida con la vida de los demás.
-Exactamente. Porque en cierto modo está película comparte cosas con La vida de los otros (Floran Henckel von Donnersmarck, 2006), con Parásitos (Bong Joon-ho, 2019)… y parte de supuestos cotidianos, que nos pueden suceder a todos, y que Millás convierte en ese “y si hay algo ahí…”. Esta película también me ha dado la oportunidad de cambiar de registro y de ofrecer un personaje muy para adentro, casi gallego, como digo yo, y me he divertido mucho haciéndolo.
-Cuando se enfrenta a un papel, ¿incorpora también su visión de director?
-Yo propongo desde el actor. Y el ser director me hace ser mucho más cómplice con el director, porque sé lo que es estar ahí. Por eso soy bastante respetuoso con sus límites, con sus decisiones, con su vara de mando… Y aparte Félix es un tipo con una sensibilidad increíble. Por supuesto que yo lo haría de otra manera, pero es su película. Yo aporto desde la construcción del personaje, como actor.
-Teniendo la experiencia global de lo que supone una película, ¿quién aporta más en la construcción de un personaje, el guionista, el actor, el director… ?
-Es un poco todo. El guionista es el primero… Al ser como una persona, como un hijo, el guionista es el padre, o incluso el donante (risas). Pero es un proceso en el que intervienen muchas personas. Para mí es muy importante el vestuario, por ejemplo, la fotografía, el sonido, maquillaje, peluquería, todos aportan mucho. Yo, por ejemplo, trabajo mucho con vestuario y peluquería. La construcción física del personaje interfiere mucho en el resultado final.
-Cuenta con una inusual capacidad para adaptarse a lo audiovisual en su totalidad, más allá de los géneros, también en su concepción o comercialización, abrió la puerta del streaming…
-No me siento tan visionario, más bien arriesgado. Es verdad que la audacia es algo bonito que intento practicar, pero no siempre sale, y a veces te la pegas… Yo creo que la razón verdadera es que me aburro de mí mismo y trato de hacer otras cosas que no haya hecho antes. Para mí eso es una premisa. Por eso prefiero cagarla a repetirme o a aburrirme.
-¿Hay algún género en el que se encuentre más cómodo?
-Hombre, la comedia. Yo soy cómico. No un humorista… Yo entiendo al cómico como aquel que utiliza la risa como vehículo y no como finalidad, para contar ciertas cosas. La risa es una manera de ver el mundo, y de entenderlo. Aunque considero que todos los géneros tienen su complicación y trabajo, porque nada es fácil, porque hasta para hacer una mierda hay mucho trabajo detrás.
-¿Cómo fue la experiencia americana, junto a Pedro Pascal y Nicolas Cage, en The Unbearable Weight of Massive Talent?
-La verdad es que fue algo muy divertido y diferente y peligroso el interpretar en un idioma que no controlas, en un género que no controlas, como es la acción, haciendo un personaje que tampoco controlaba, que es un malo, un asesino, que nunca había hecho. Pero me resultó muy divertido y muy refrescante trabajar con un equipo que no te conoce, porque hace mucho tiempo que no me pasa eso. Porque yo conocía a Pedro Pascal y a Nicolas Cage, por su trabajo, pero el que nadie me conociera se me hacía raro, y era muy guay no ser nadie, partir de cero. A Pascal ya lo considero mi primo, mi colega para siempre, me ayudó mucho con el inglés.
-Con Rainbow (2022) se atrevió con un nuevo género, el musical.
-Sí, aunque en realidad es un musical no musical. La música es muy importante, tiene momentos esenciales, pero es una adaptación de El mago de Oz, en clave de fantasía, que es también un terreno que no había explorado antes.
-Hay quien mantiene que la primera película de un cineasta puede ser la más completa porque es a la que más tiempo le ha dedicado…
-En mi caso, no. La rodé en once días, hecha con una guion de veinte páginas, porque casi todo era improvisación, y treinta mil euros de presupuesto… Yo no sabía si era un vídeo familiar caro o una película baratísima. Para nada llevaba mucho tiempo pensando Carmina o revienta… Sí que es verdad que cada uno tiene una película que contar. Hay que tener algo que contar. Con un móvil, si tienes algo que contar, puedes hacerlo.
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