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The Other Side Of Air de Myra Melford | Crítica
De los muchos e interesantes proyectos que lidera la pianista norteamericana Myra Melford (1957), Snowy Egret parece destinado a convertirse en uno de los más cotizados y expansivos. Su trabajo homónimo de 2015 ya nos arrojó cumplida información acerca de cómo se concretaban en su música sus múltiples influencias culturales, capaces de combinar los fundamentos de la arquitectura de Frank Lloyd Wright con la trilogía Memoria del fuego del escritor uruguayo Eduardo Galeano o con la tradición cultural de determinados pueblos de América Latina.
Respaldada por un grupo de auténtico lujo, del que forman la corneta de Ron Miles, el bajo de Stomu Takeishi, la guitarra de Liberty Ellman o la batería del activo Tyshawn Sorey (otro de los triunfadores de la temporada con su monumental Pillars), Melford da forma ahora a un trabajo de repensada disposición, inspirado en pintores y artistas gráficos como William Kentridge, Don Reich o Cy Twombly.
Melford nunca ha sido amiga de corsés ni de clichés al uso. De hecho, su esencial cualidad ha sido armonizar desde la singularidad una precisa proporción entre partitura y libertad improvisadora. Este The Other Side Of Air ejemplifica como pocos ese bien avenido matrimonio, edificado sobre una decena de composiciones propias que discurren sobre la concordancia de un quinteto, siempre en movimiento, nunca contemplativo, conducido por su distintivo piano.
Vibrante en su estructura y sorprendente en sus desarrollos, el álbum parece concebido desde un prisma orquestal que obliga a una infalible sincronización cuyo balance apela tanto al entusiasmo del escuchante como a su paleta de emociones. Así las cosas, no extraña en absoluto que The Other Side Of Air haya sido señalado por numerosas publicaciones especializadas como uno de los mejores trabajos del pasado 2018. Evidencia concluyente de que Myra Melford sigue contribuyendo a oxigenar con creces el espacio jazzístico actual.
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