La noche de la inclusión (y del puñetazo de Will Smith)

Oscar 2022

'Coda', Jane Campion, Jessica Chastain y el corto español 'El limpiaparabrisas' vencen en una gala tan concienciada como extraña

Ariana DeBose, Troy Kotsur y Jessica Chastain, con sus Oscar.
Ariana DeBose, Troy Kotsur y Jessica Chastain, con sus Oscar. / David Swanson / Efe

Volvió a ocurrir. La Academia acabó respaldando la feel good movie, la cinta más facilona y para todos los gustos, y se desentendió de las producciones que algún día se estudiarán en las escuelas de cine. Coda, el remake de la francesa La familia Bélier, tenía apenas tres nominaciones, pero materializó todas, incluida la de mejor película. Resultaba hermoso ver aplaudir al público en lengua de signos, pero el largometraje que motivaba aquella escena no lo merecía. La favorita El poder del perro no presentó la fuerza esperada y consiguió al menos el Oscar a la mejor dirección para Jane Campion, mientras que Dune arrasó en las categorías técnicas con seis estatuillas.

Que se impusiera en el palmarés la historia de una familia de sordos fue todo un símbolo de una noche que apostó en casi todos los discursos por la diversidad y la inclusión pero, ay, se torció en un momento extraño en el que Will Smith, que minutos después sería elegido el mejor actor por El método Williams, subió al escenario a propinarle un puñetazo a Chris RockChris Rock por una broma que no le había gustado. Penélope Cruz no pudo frente a ese Oscar que le debían a Jessica Chastain, mejor actriz protagonista por Los ojos de Tammy Faye, pero para entonces el mundo había dejado de atender y seguía preguntándose qué demonios le había sucedido a Will. Todas las buenas intenciones se habían visto empañadas por un inesperado y chocante gesto de violencia.

Jane Campion recoge el Oscar a la mejor dirección de manos de Kevin Costner.
Jane Campion recoge el Oscar a la mejor dirección de manos de Kevin Costner. / Etienne Laurent / Efe

El favorito en el apartado de actor de reparto, Troy Kotsur, el primer hombre sordo en ganar el Oscar por una interpretación -su compañera en la película, Marlee Matlin, se hizo con el galardón a la mejor actriz protagonista 36 años antes por Hijos de un dios menor-, inauguró el marcador para Coda, un triunfo que dedicó a la "comunidad de gente con discapacidades. Es nuestro momento". Y sí, lo era: la también directora Sian Heder ganó en guión adaptado frente a otros trabajos mucho más sólidos como los de Ryusuke Hamaguchi por Drive my car, Maggie Gyllenhaal por La hija oscura o Jane Campion por El poder del perro. Ya sólo faltaba el premio gordo para el pleno, y Liza Minnelli, medio siglo después de Cabaret, se encargó de anunciarlo acompañada de Lady Gaga. Coda son las siglas de Children of Deaf Adults, pero también, lo sabemos, significa remate. Y la gala se cerraba con un remate sorprendente: Netflix llevaba años queriendo hacer diana en el Oscar a la mejor película, y Apple, que compró los derechos de esta cinta en Sundance, se convertía este domingo, ya lunes en España, en la primera plataforma que lo conseguía.

Al menos la Academia no dio la campanada en la categoría de dirección: el nombre de Jane Campion se había repetido en (casi) todos los premios anteriores, de la crítica y de la industria, y la neozelandesa pudo salvar del ninguneo a la que ha sido una de las sensaciones del año, un western enigmático y poderoso sobre las trampas de la masculinidad más ruda. La primera mujer que conquistó la Palma de Oro (por El piano) es ya la tercera directora con Oscar tras Kathryn Bigelow y Chloé Zhao.

Antes de que Will Smith le congelara la risa al personal, las tres maestras de ceremonias Amy Schumer, Wanda Sykes y Regina Hall oscilaron entre el ingenio ("la Academia ha contratado a tres mujeres porque salen más baratas que llamar a un hombre") y momentos de un humor un tanto bochornoso, como cuando Hall se llevó a algunos guapos oficiales como Bradley Cooper y Timothée Chalamet a "repetirles la PCR" y cacheó a fondo a Josh Brolin y Jason Momoa con la excusa del coronavirus. Fue también una gala muy musical, dj incluido, que buscó la conexión con el público joven con las actuaciones de Beyoncé, Luis Fonsi, Becky G o Billie Eilish, que se llevaría el Oscar a la mejor canción por Sin tiempo para morir.

El primer premio de la velada, el de Ariana DeBose como mejor actriz de reparto, ya marcó el tono reivindicativo que tendrían estos Oscar. La Anita de la West Side Story de Spielberg, que dedicó el premio a su predecesora en el mismo papel, Rita Moreno, contó cómo, siendo una niña "totalmente queer, afrolatina", encontró "su fortaleza a través del arte. Para cualquiera que sienta que han puesto en entredicho su identidad, si creéis que os reservan un espacio gris, sabed que podéis vivir libremente".

Apenas unos minutos antes, Kristen Stewart, candidata al Oscar a la mejor actriz protagonista, se detenía a besarse con su novia en la alfombra roja, y unas horas más tarde, Jessica Chastain, galardonada por su personaje de Tammy Faye, una predicadora real que apoyó la causa LGTBIQ+, avisó del peligro de suicidio en la comunidad, defendió que "queremos ser aceptados por quienes somos y por quienes amamos". Chastain, Concha de Plata en San Sebastián y ganadora del SAG, respondió a su condición de favorita pese a que en las horas previas varios medios como Variety o Entertainment Weekly auguraban el triunfo sorpresa de Penélope.

Kenneth Branagh, Oscar al guión original.
Kenneth Branagh, Oscar al guión original. / David Swanson / Efe

La presencia de Elliot Page, los lazos azules en apoyo a los refugiados y los mensajes contra la invasión a Ucrania sugerían al público la necesidad de un mundo más justo, pero Will Smith dinamitó toda esa labor de concienciación en unos segundos. Chris Rock presentaba el Oscar al documental e hizo una broma sobre la calvicie de Jada Pinkett Smith por la que estalló el actor de El método Williams, que le golpeó un puñetazo al cómico y le gritó que apartara "el nombre de su esposa de su sucia boca". Después, ya con el Oscar en la mano, Smith explicó entre lágrimas, en un tono mesiánico, que había "recibido la llamada de Dios de amar y proteger a su gente" y lamentó que "en este negocio tienes que aguantar que la gente te falte el respeto y hacer como si no pasara nada". No se le entendió bien: de repente, todo se había vuelto confuso.

Otro motivo para la perplejidad fue que la Academia homenajeara en su 30 aniversario una película tan prescindible (y de título en castellano tan zafio) como Los blancos no la saben meter, reclutando como presentadores a Woody Harrelson, Wesley Snipes y Rosie Pérez, una decisión un tanto arbitraria cuando el recuerdo a otros proyectos de más solera propició el reencuentro de Samuel L. Jackson, Una Thurman y John Travolta por Pulp Fiction y el de Coppola, Al Pacino y Robert de Niro por la trilogía de El padrino, con Spielberg haciendo fotos, emocionado, al trío desde el patio de butacas.

Ryusuke Hamaguchi con el Oscar a la mejor película internacional por 'Drive my car'.
Ryusuke Hamaguchi con el Oscar a la mejor película internacional por 'Drive my car'. / Etienne Laurent / Efe

En el palmarés, los académicos tampoco se complicaron la vida con el Oscar al mejor guion original. 32 años después de sus primeras candidaturas por Henry V, Kenneth Branagh logra por fin un Oscar, por un libreto emotivo pero que no despierta las adhesiones de sus rivales Licorice Pizza y La peor persona del mundo. En la película internacional no hubo sobresaltos, y Drive my car le otorgó una nueva estatuilla a Japón. Alberto Iglesias, candidato por la banda sonora de Madres paralelas, no tuvo suerte y veía cómo Hans Zimmer, gracias a Dune, se fotografiaba en albornoz con un Oscar en un hotel de Ámsterdam. Quién sí regresará con buenas noticias fue otro español, Alberto Mielgo: El limpiaparabrisas, su corto de animación, una reflexión sobre la fugacidad del amor en tiempos de aplicaciones para ligar, fue bendecido por la Academia.

stats