La Bética empieza mal el año
Orquesta Bética de Cámara | Crítica
La ficha
ORQUESTA BÉTICA DE CÁMARA
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Concierto 2 de la Temporada 24-25. Solista: Noelia Rodiles, piano. Orquesta Bética de Cámara. Director: Michael Thomas.
Programa: Clásicos ignorados
Fanny Hensel Mendelssohn (1805-1847): Obertura en do mayor [1832]
Marianne von Martinez (1744-1812): Concierto para piano y orquesta en la mayor [c.1775]
Franz Schubert (1797-1828): Entreacto y música de ballet de Rosamunde [1823]
Wolfgang A. Mozart (1756-1791): Concierto para piano y orquesta nº12 en la mayor KV 414/385p [1782]
Ludwig van Beethoven (1770-1827): Obertura de Las criaturas de Prometeo Op.43 [1801]
Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes, 17 de enero de 2025. Aforo: Media entrada.
Decepcionante concierto de una Bética que no pareció motivarse ni por la presencia de una pianista sensible, como la asturiana Noelia Rodiles. El título del programa resultaba ya algo extraño, incluso errático, pues ni la música para Rosamunda de Schubert ni el Concierto nº12 de Mozart ni el Prometeo de Beethoven son obras clásicas ignoradas, en absoluto. Como mucho no se cuentan entre las más difundidas de sus autores. Pero es que ni siquiera la Obertura en do mayor de Fanny Hensel puede considerarse ignorada, pues en los últimos años Fanny es ya muy conocida y esta obra la han programado multitud de orquestas por todo el mundo. El problema es que la orquesta empezó su actuación por completo desangelada, con un empaste algo más que precario (cada instrumento sonaba por su lado) y serios problemas de afinación, que se alargaron prácticamente durante toda la velada. Peor fue aún la sensación en el Concierto de Marianne Martinez, una obrita francamente primaria que Rodiles tocó de forma rutinaria, mecánica y la orquesta acompañó con líneas siempre inestables y sin gracia alguna.
En la música de Schubert para Rosamunda, Thomas arrancó con un hermoso pianissimo, que sonó tierno y sedoso, pero pronto quedó desequilibrado, entre otras cosas por una cuerda grave que resultó inaudible (como casi toda la noche). Al rescate salieron las maderas (flautas, clarinetes, fagot), para elevar por momentos la temperatura de la interpretación. El ballet fue llevado a un ritmo lento, bonito si se quiere, decorativo, pero sin mordiente. Rodiles se resarció con un Mozart elegante, muy bien fraseado, especialmente en un Andante en el que jugó con flexibilidad con el tempo. Al final le faltó en cambio un punto de gracilidad y le sobró metrónomo. El acompañamiento fue irregular, pero Thomas respetó a la solista y controló bien las dinámicas. Tras una propina bachiana olvidable (el Largo del Concierto en fa menor menos expresivo jamás escuchado), en la obertura de Las criaturas de Prometeo de Beethoven, la cuerda sonó por primera vez con cierta prestancia, aunque raquítica, pero el empaste del conjunto mejoró, trompetas y timbales dieron el brillo esperado y los pasajes ágiles tuvieron algo de la vibración requerida.
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